Mié 17.12.2003

DEPORTES

El fútbol argentino suele ser banca cuando le toca la lotería de penales

Lo probó la consagración de Boca en Japón: sólo dos equipos en la historia perdieron una definición por esa vía. Para Goycochea, “el coraje y la determinación” son las razones.

La consagración de Boca ante el Milan en Yokohama lo confirmó: es muy difícil derrotar a los equipos argentinos en las definiciones por penales. Los records muestran que, ya sea actuando para un club, o bien vistiendo la camiseta de la Selección, el jugador argentino exhibe en este tipo de instancias un valor agregado que resulta fundamental en esos dramáticos momentos que el fútbol ofrece cada tanto. Carlos Bianchi, el técnico de Boca, parece saber algo del tema. Como entrenador ganó cuatro finales –tres Copas Libertadores y una Intercontinental– que se definieron mediante tiros libres desde los doce pasos. Sergio Goycochea, que protagonizó muchas de estas definiciones con la Selección Nacional, asegura que nada está librado a la suerte y que para ganar una serie de cinco penales hay que tener “mucha concentración y un gran coraje”.
Las definiciones por penales permanecen marcadas a fuego en el recuerdo de jugadores e hinchas. No existe en el fútbol una situación que provoque tanta angustia y que desemboque en extremos tan disímiles: la frustración total o la gloria absoluta. El fútbol argentino logró, a lo largo de su historia, varios títulos mediante distintas series de penales. El puntapié inicial lo dio Boca, en 1977, que consiguió su primera Libertadores con una atajada de Gatti a Vanderley, en una memorable definición ante el Cruzeiro, disputada en Montevideo. Ocho años después, Argentinos logró de esa forma el mismo título, al imponerse en Asunción ante el América de Cali, como colorario de una tercera final disputada en Asunción del Paraguay.
En 1994, Vélez, con Bianchi como técnico, ganó así su primera Libertadores tras derrotar a San Pablo en el Morumbí. Para llegar a la final, aquel equipo se impuso a Defensor Sporting de Uruguay y al Junior de Barranquilla de Colombia, también por penales. En el 2000, el entrenador repitió con Boca, que se impuso al Palmeiras, en San Pablo. Un año después, en la Bombonera, retuvo el título frente al Cruz Azul de México.
Pero las definiciones más recordadas por los hinchas argentinos son, sin duda, aquellas del Mundial de Italia ‘90, con Yugoslavia en cuartos y con Italia en semifinal, en las cuales Goycochea, con sus atajadas, permitió que el seleccionado que conducía Carlos Bilardo llegara a la final del torneo que ganó Alemania. En charla con Página/12, el ex arquero consideró que “en los penales no hay suerte. (Alessandro) Costacurta no tuvo mala suerte en el partido del domingo, cometió un error. Por eso es fundamental la concentración, tanto de quien patea como de aquel que debe atajar”, remarcó Goycochea.
En relación con las polémicas declaraciones del volante holandés del Milan, Clarence Seedorf, quien reveló que muchos compañeros no quisieron patear, el ex arquero contó: “Estuve en muchas definiciones de este tipo y me tocó ver que muchos se hacían los distraídos cuando el entrenador armaba la lista de ejecutores. Por eso es fundamental el coraje y la determinación. En ese aspecto, el jugador argentino le saca mucha ventaja al resto. Esa es la razón por la cual los equipos argentinos suelen triunfar en estas paradas”, remarcó Goycochea.
Roberto Abbondanzieri, el héroe de la final Intercontinental disputada en Japón, confirmó los dichos de su colega en relación con toda la preparación previa que requiere una serie de penales. “Tenía estudiados a todos los jugadores que podían rematar. Sabía que Shevchenko le pegaba fuerte, que Seedorf había errado en la final de la Champions contra la Juventus y que Costacurta le pegaría al medio, por eso, cuando él pateó, me quedé quieto sin tirarme a los costados”, reveló el arquero del campeón.
En los últimos veinte años, sólo Argentinos y Newell’s perdieron finales que se definieron por penales. El equipo de La Paternal cayó en aquella memorable final Intercontinental de 1985, frente al Juventus, en Tokio, tras un partido que se recuerda como el más emotivo y mejor jugado de este torneo, y que el equipo de La Paternal pudo haber ganado durante sudesarrollo; los rosarinos, dirigidos por Marcelo Bielsa, resignaron en 1992 la Libertadores ante el poderoso San Pablo que adiestraba Telé Santana y que integraban jugadores de la talla de Raí, Müller, Juninho y Cafú, el mismo que no se atrevió a patear un penal contra Boca, el domingo. San Pablo fue el mismo equipo que, dos años después, no pudo con Vélez.
En esta temporada 2003, sólo Racing perdió una definición por tiros desde el punto del penal. En los octavos de final de la Copa Libertadores no pudo doblegar al América de Cali, y fue una derrota cara: al día siguiente, el entrenador Osvaldo Ardiles presentó su dimisión al cargo.
En cambio, River superó en la serie de los doce pasos al San Pablo como visitante, en un choque válido por las semifinales de la Copa Sudamericana. ¿Necesitarán acceder a esa instancia los dirigidos por Pellegrini en la final con el Cienciano, el viernes, en la altura de Arequipa?
Más allá de la suerte que corra River en ese partido, una cosa es segura: si hay penales, es el favorito. Como generalmente sucede con cada equipo argentino.

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