El debut de Guillermo Barros Schelotto en la conducción técnica de Boca no tuvo el brillo soñado. Al contrario, fue tan opaco que el 0-0 de anoche ante Racing, en un partido correspondiente a la segunda fecha del Grupo 3 de la Copa Libertadores, le dejó en claro al Mellizo cuánto deberá trabajar para sacar al club de la Ribera de este profundo pozo futbolístico en que se encuentra y que en nada cambió la salida de Rodolfo Arruabarrena.

La previa estuvo llena de condimentos. Obviamente, el fundamental era el debut de Guillermo, y nada menos que en un encuentro por la Copa, ese objeto que acapara todos los deseos del mundo Boca. Otro ingrediente se relacionaba con la posibilidad de la revancha ante el conjunto de Avellaneda, que parece haberse transformado en una sombra negra, con cinco victorias al hilo. Se sumó que el clásico de ayer fue la antesala del Superclásico, ante River del domingo. Y por último, la novedad de jugar en una Bombonera vacía, poblada de los gritos de los técnicos, las protestas de los jugadores y el constante murmullo de los relatores y comentaristas de las radios y la televisión.

En el comienzo de un partido que sería chato de principio a fin, Boca mostró novedades en su esquema. Tevez de nueve, entre los centrales, cerca del área, allí donde dijo Guillermo que lo imaginaba; Lodeiro por la banda derecha, Chávez bien abierto sobre la izquierda, atento a las subidas de Pillud, en ataque. En el medio, Gago de cinco, Pérez a la derecha y Meli a la izquierda.

Mientras, Racing salió a esperar, aguantando en defensa y apostando a armar algún contragolpe, a partir de la buena pegada de Romero, muy desdibujado y sin socios. No obstante, la primera llegada la tuvo el visitante, cuando combinaron Camacho y Acuña y éste sacó un centro que conectó López exigiendo la primera buena respuesta de Orion.

Sobre los 15 minutos los volantes locales y Carlitos lucían incómodos y Boca dependía de las acciones individuales y de las pelotas paradas. La poca marca de en el medio favorecía el juego de los muchos volantes de Racing, pero éstos prestaban demasiado atención al retroceso y arriesgaban poco en ataque.

Boca llegó con algo de peligro después de los veinte, cuando Tevez habilitó a Chávez y éste no pudo definir pues fue trabado providencialmente por Lollo, que se lesionó y dejó el campo. En el mismo minuto, Facundo Sava debió gastar otro cambio, porque Grimi no pudo seguir. Entonces Pillud fue a marcar la punta izquierda y Gastón Díaz se hizo cargo de la derecha. Estos cambios hicieron más mezquino al visitante. En consecuencia, el dominio de Boca fue total, aunque careció de profundidad y de llegadas.

En el complemento, Racing pareció animarse y se paró más arriba, como alentado por la falta de profundidad del conjunto de la Ribera. Sin embargo, la primera de la segunda etapa fue de Boca. Pillud perdió la pelota en una de sus mandadas, se la robó Lodeiro, quien metió un lindo pase a Tevez, que superó la marca de Sánchez y la entregó a Jara, que le pegó corriendo y la pelota se fue ancha.

A esa altura, los quince de la segunda etapa, Racing había retomado su plan de resistir y encomendarse a alguna genialidad de Romero. Por eso Boca empezó a merodear con más ganas que ideas el arco de Saja. Daba la sensación que era cuestión de que el local acertara una para ponerse en ventaja. Pero a los 32 casi acierta Racing. De Paul se fue por derecha y mandó el centro, que despejó Jara ante la arremetida peligrosa de Romero.

No hubo caso. El local no encontró su juego y menos el gol. El visitante hizo su negocio. Se llevó lo que buscó y eso lo dejó contento.