DEPORTES › BAROVERO JUGO SU ULTIMO PARTIDO EN EL MONUMENTAL
El arquero ya quedó en la historia grande del club, por los títulos internacionales en la era de Marcelo Gallardo. Otro que también jugó su último partido allí fue Vangioni. El único gol fue de Alonso.
› Por Daniel Guiñazú
Casi sin tocar la pelota, Marcelo Barovero se apoderó de todas las emociones de la noche del Monumental. La hinchada de River le abrió las puertas de su corazón a un héroe del silencio que demoró cuatro años, 165 partidos y 6 títulos (2 locales y 4 internacionales) en hacer historia. El arquero cordobés fue ovacionado desde que entró hasta que salió (Batalla lo reemplazó a los 45 minutos del segundo tiempo) y no pudo reprimir las lágrimas cuando, camino a los vestuarios, recibió la ovación final, la última en el Monumental. Que lo despidió como lo que fue, quizás muy a pesar suyo: un ídolo de estos tiempos.
Ni siquiera la victoria por 1-0 de River ante un Gimnasia limitadísimo pudo bajar a Barovero (y en menor medida a Vangioni, que jugó sus últimos 20 minutos en el estadio de sus grandes éxitos) del primer puesto del podio. Más allá de lo merecido que fue, el triunfo millonario no despejó interrogantes ni significó un salto de calidad respecto de actuaciones anteriores. Se ganó porque el equipo de Gustavo Alfaro se conformó con el orden y la espera por detrás de la línea de la pelota y no dejó caer una idea interesante de ataque a lo largo de 90 minutos que a veces, se hicieron demasiado pesados. Un sólo dato: Gimnasi tuvo una sóla llegada en todo el partido (un remate suave de Faravelli que Barovero detuvo sin exigencias en el segundo tiempo). Antes y después, nada de nada.
En ese contexto, River no logró brillar casi nunca. En la primera etapa, no encontró espacios para el juego interno y sus intentos de meter desde los costados la pelota en el área tripera, se estamparon contra la solidez de Coronel y Oliver Benítez, los dos marcadores centrales de Gimnasia que forzaron a Alonso y Alario, otra vez los dos atacantes de punta millonarios, a recibir incómodos, generalmente de espaldas.
Pero el ingreso en el complemento del juvenil Tomás Andrade por el inexpresivo Camilo Mayada, le sumó al cuadro de Marcelo Gallardo algunas gotas de fútbol y atrevimiento que le estaban escaseando. A los 12 minutos, un estupendo cabezazo de Alonso tras un mal rechazo del fondo platense y un centro de primera de Ponzio, adelantó a River en la carrera. Y casi que le aseguró los tres puntos. Hasta pudo haber estirado la diferencia. Pero Alario estuvo desajustado en algunas definiciones y Bologna tapó un par de buenas pelotas. Jugó poco River y aún así, le alcanzó para ganar sin sobresaltos mientras su gente le daba a Barovero y al equipo, un agradecimiento multitudinario por tanta gloria. Por tantos buenos momentos vividos que ya forman parte del mejor pasado.
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