DEPORTES › EL IDOLO DE RACING JUGO SU ULTIMO PARTIDO EN AVELLANEDA
El delantero, que obtuvo dos títulos con el equipo que lo formó y que también sobresalió en el Inter campeón de todo, le puso el broche de oro a su carrera en el partido que la Academia le ganó por 2-0 a Temperley, con el gol número 22 del ídolo desde su regreso.
› Por Miguel Hein
Ayer, Diego Milito, el Príncipe, jugó su último partido con Racing en el Cilindro de Avellaneda. La historia contará que el conjunto de Facundo Sava derrotó en la última fecha del torneo de Primera División 2016 a Temperley, con el gol número 22 del ídolo que ayer decía adiós y el segundo de Oscar Romero, que marcó de cabeza luego de que Milito fallara en la ejecución del segundo penal que le otorgaron a la Academia en menos de tres minutos.
La fiesta de despedida empezó no bien el delantero salió junto a sus compañeros para realizar el calentamiento previo al partido, aunque la hinchada había comenzado los preparativos un par de semanas antes. La ovación de la multitud se repitió y se multiplicó en el minuto 22 de los primeros cuarenta y cinco minutos. Fue de tal magnitud que el ídolo no sabía si prestar atención al partido que se seguía jugando o parar para agradecer tamaña demostración de afecto.
Nacido en Bernal, Milito se integró a la vida de Racing a los ocho años, para jugar en las divisiones inferiores. Desde ese momento fueron más los sinsabores que las alegrías que le tocaron vivir, sobre todo en la década del 90, una etapa marcada por la mala gestión dirigencial. Su debut en Primera llegó de la mano de Gustavo Costas y Humberto Maschio. Siendo parte del primer equipo le tocó estar en la peor campaña de la historia de Racing: en el Clausura 2000, cuando la Academia cosechó solamente 15 de las 57 unidades en juego y finalizó décimo octavo.
El fin de las malas en el plano deportivo se dio con el arribo de Reinaldo Merlo a la dirección técnica del club de Avellaneda. De la mano de Mostaza, Milito fue parte del equipo que en el 2001 le dio el título a Racing luego de 37 años sin obtenerlo.
Esa conquista empezó a vestirlo con el ropaje del ídolo, que se completaría tras su paso por Europa. En el Viejo Continente jugó para el Genoa (en dos etapas), para el Zaragoza y para el Inter. En todos logró brillo propio con sus goles, pero la consagración dentro del mundo futbolístico le llegó con la conquista de la Liga de Campeones 2010, cuando con dos tantos suyos el Inter venció por 2-0 al Bayern Munich.
Con ofertas para seguir en las tierras europeas, a los 34 años Milito decidió volver a Racing, después de ganarle la pelea a una de sus rodillas, efectada por una grave lesión. Y la vuelta a casa terminó de confirmarlo como el máximo ídolo de la Academia en los tiempos contemporáneos. “Sueño con volver a ser campeón con Racing”, dijo al ser presentado tras su regreso al país. Y su deseo se hizo realidad. Fue otra vez campeón con el Racing de Diego Cocca, coronado en el Transición 2014. Extendió su carrera un poco más de lo que le aconsejaba su rodilla para intentar ganar la Copa Libertadores. Esa cuenta quedó pendiente, seguramente una de las pocas en una trayectoria que tiene reconocimiento mundial.
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