DEPORTES
Las mujeres atletas competirán en Olimpia con 28 siglos de demora
Los Juegos Olímpicos vuelven a Atenas y algunas pruebas se llevarán a cabo en la arena del antiguo estadio Olímpico, donde las mujeres no podían entrar. La falta será reparada con el lanzamiento de bala.
Por Noelia Román *
Desde Atenas
Hace unos 2800 años, hacia el 776 antes de Cristo, junto a la colina de Cronion, en torno del estadio más grande y majestuoso de la época y ante la imponente estatua de Hermes, se reunieron los primeros hombres cuyo espíritu atlético superaba la mera afición. Se decretó una tregua sagrada, cesaron las luchas, se dictaron reglas, se establecieron disciplinas y... nacieron los Juegos Olímpicos. Algo más de 21 siglos después, cuando en agosto Atenas encienda de nuevo la antorcha para acoger sus segundos Juegos de la era moderna –los primeros, en su renacimiento, los albergó en 1896–, un puente gigantesco se dibujará en el tiempo para unir simbólicamente aquel origen y el presente de la competición. Los Juegos regresarán a Olimpia, la ciudad que los vio nacer, la misma que les dio el nombre que conservan, la cuna del olimpismo. El 18 de agosto de 2004, 32 hombres y otras tantas mujeres, 64 lanzadores de bala, competirán de nuevo sobre la arena del antiguo estadio Olímpico, una de las múltiples joyas arqueológicas de Grecia.
Las lanzadoras, al margen de la bondad de las marcas que consigan, harán historia. Serán las primeras mujeres que compitan sobre la arena del mítico rectángulo. Porque el tiempo no pasa en vano y entre los Juegos que nacieron y los de hoy media un mundo de diferencia. En su vuelta a Olimpia, las mujeres ya no formarán, como en su origen, parte del grupo de los repudiados, de los que por su condición de esclavo, bárbaro, malhechor o... mujer tenían prohibida la participación; para las casadas, el veto se extendía a la entrada en el estadio. La violación de la norma se pagaba con la vida y, según las crónicas, sólo la madre de un campeón logró evitar la muerte tras ser descubierta en el recinto camuflada bajo una túnica.
“Serán unos Juegos únicos”, proclama, orgulloso, Spiros Kapralos, manager general del comité organizador de Atenas 2004. Desde que conoció su designación en 1997, Atenas anhela celebrar unos Juegos que pasen a la historia. “Grandes estadios tienen y tendrán otras ciudades. Pero Olimpia –argumenta Kapralos– sólo la tenemos nosotros.” La de Olimpia es una carta que la organización griega se ha guardado en la manga hasta el último momento –el lanzamiento estaba previsto para los días 20 y 24 de agosto en el estadio de Atenas– y que sólo ha jugado una vez salvados todos los escollos.
El comité se aseguró primero de que su propuesta contaría con la aprobación de los atletas, los protagonistas del espectáculo. Reunió a un nutrido grupo, entre los que se contaba el ex plusmarquista mundial de garrocha, el ucraniano Sergei Bubka, y les mostró el proyecto. Con el sí de los deportistas, entusiasmados con la posibilidad de competir por una vez en su vida en la cuna del olimpismo, el comité sometió la propuesta a los órganos competentes de la Federación Internacional de Atletismo y del COI.
El 4 de diciembre, en Lausana, ambos organismos daban el visto bueno a la propuesta. “Rebautizar los Juegos en el mismo lugar en el que nacieron era uno de nuestros objetivos –cuenta Kapralos–, celebrar unos Juegos en Atenas sin la participación de Olimpia era inconcebible.”
Pero, pese a que el comité vende el regreso a Olimpia como un hecho ya consumado, falta, sin embargo, una opinión que será definitiva: la de los arqueólogos. Ellos tienen la última palabra, como en muchas de las empresas que se quieren acometer en Grecia, tan numerosas son las joyas que atesora este país.
En este caso, no obstante, no parece que Atenas 2004 vaya a toparse con tantos problemas como cuando decidió llevar el piragüismo y el kayak a las aguas cercanas a Maratón y remover parte de los tesoros que alberga la zona. Los arqueólogos pusieron el grito en el cielo y sólo tras duras y largas negociaciones el comité logró llevar a cabo su proyecto. Nada parece haber escapado a las previsiones del comité –que ha diseñado también un plan específico de seguridad– en su intento de mostrar máximo respeto hacia la joya de Olimpia y no sublevar a los arqueólogos. Algunos de ellos se han mostrado favorables al proyecto y convencidos de que saldrá adelante. “Tal y como lo han presentado, si no se interviene en el recinto histórico, me parece una buena idea”, apunta Lefteris Platon. Atenas 2004 ya lo da por hecho y se vanagloria: “Serán unos Juegos únicos porque volverán a Olimpia”.
* De El País de Madrid. Especial para Página/12.
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