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› LA SELECCION ARGENTINA FUE
GOLEADA 4-1 POR BRASIL EN LA FINAL
Fue un baile con ritmo de batucada
La Copa de las Confederaciones quedó en manos de un equipo que al cuarto de hora ganaba 2-0 y que mostró enorme superioridad ofensiva ante una Selección que, especialmente en el segundo tiempo, careció de reacción.
Por Sebastián Fest
Desde Francfort
Pablo Aimar se tomó la camiseta con algo de rabia y la estrujó como diciendo “aquí está todavía”. Acababa de maquillar con un gol pleno de rabia el baño de fútbol que Brasil le estaba dando a Argentina en Francfort. Pero poco más que eso.
Sin gol y sin argumentos, la Selección Argentina fue arrasada como pocas veces en la historia del superclásico sudamericano. La final de la Copa Confederaciones, a un año del Mundial de Alemania 2006, no fue la mejor ocasión para mostrarse tan débil. El 1-4 fue un resultado muy doloroso para una Selección que llegaba con el aura de “la mejor del mundo” tras el 3-1 sobre Brasil tres semanas atrás en Buenos Aires. Pero Brasil marcó que su potencial ofensivo –al fin y al cabo lo decisivo en el fútbol– es muy superior al argentino. El “cuarteto mágico” de Kaká, Robinho, Ronaldinho y Adriano fue de otra galaxia en comparación con la anemia ofensiva de Delgado y Figueroa.
Delgado llegaba con un fuerte dolor de garganta y todo el equipo arrastraba el cansancio de un maratón de partidos en las últimas semanas. Figueroa fue clave con tres goles ante Australia y providencial con su empate ante México, pero ayer no convirtió, ni siquiera inquietó.
El duelo de las dos “R” entre Riquelme y Ronaldinho se fue claramente del lado del brasileño y así la Argentina se quedó vacía de fútbol. Riquelme intentó, se movió y creó peligro en la primera media hora, pero le faltó un compañero para poder armar algo. Pekerman se lo dio en el segundo tiempo, cuando puso a Aimar en vez de Cambiasso. Para ese entonces, el partido ya estaba 3-0, y Riquelme desapareció.
La defensa argentina tampoco estuvo en el nivel esperable. Cada vez que Cicinho habilitaba a un compañero desde la derecha, la línea de cuatro era perforada. Heinze se rearmó con cierto orgullo tras haber sido pasado por encima en el minuto 11 por un Adriano rumbo al gol, pero estuvo lejos de poder evitar el desastre. Al igual que Placente o Coloccini, que luchó y pegó sin poder evitar que la ofensiva verdeamarilla se le colara por los costados. Tanto, que Zanetti debió abandonar pronto sus ambiciones ofensivas para intentar contener lo incontenible. Desde fuera del área, tras recibir de Robinho, Kaká la colocó muy lejos de las manos de Lux, en el ángulo izquierdo. Era el 2-0, a los 16 minutos, a Argentina se le oscurecía la noche.
Cambiasso, parado delante de la defensa, tampoco pudo frenar a Ronaldinho, que se paseó con peligro cuantas veces quiso, Cicinho fue un estilete sin tregua y Adriano volvió a amargar el partido a Argentina, tal como lo hizo en la final de la Copa América.
El lateral hizo apenas empezado el segundo tiempo una jugada de pizarrón. Desborde, centro al área buscándolo a Ronaldinho, que estuvo donde tenía que estar y con un toque de derecha se adelantó a Coloccini. Otro centro de Cicinho terminó en la cabeza de Adriano y luego en la red, un 0-4 insoportable que apenas mitigó el descuento de Aimar. No sirvió para opacar el brillo brasileño en el triunfo más holgado en 37 años.
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