DEPORTES
“Se debe investigar porque esto ensucia al arbitraje”
Jorge Ferro, el referí que sufrió un intento de soborno en el partido Belgrano-Almagro, mostró su preocupación por un asunto que ya se repitió en cinco ocasiones en los últimos dos años.
› Por Gustavo Veiga
La industria del soborno continúa funcionando a todo vapor. “Soy uno de los que pudo comprobarlo, existe y es lamentable”, le dijo el árbitro Jorge Ferro a Página/12. “Córdoba y Rosario son lugares muy propicios”, apuntó Guillermo Marconi, el fundador del Sadra, uno de los dos sindicatos en que están divididos los jueces, vaya a saber por qué. Pero el más directo de todos fue Julio Grondona, el presidente de la AFA, quien el miércoles pasado sugirió que en Belgrano deben cuidarse de “lo que tienen alrededor”. Sus declaraciones, formuladas a Radio Universidad de Córdoba, sensibilizaron aún más un ambiente donde todo lo que se denuncia resulta complicado de probar. Como fuere, el intento de soborno que Ferro sufrió el lunes es uno entre cinco casos que se registraron en los últimos dos años. No son pocos si se señala que apenas se trata de los que trascendieron.
Desde que en Comodoro Rivadavia, el sábado 3 de mayo de 2003, Luis Bongianino le tendió una trampa a un individuo llamado Jorge Alberto Farías, que pretendía comprar su voluntad a cambio de 4800 pesos –en vísperas de un partido entre la CAI y San Martín de Mendoza–, hubo episodios semejantes en las ciudades de Córdoba, Río Cuarto, Bahía Blanca y La Plata. Algunos llegaron a conocimiento de la Justicia, otros no.
El árbitro Ferro acaba de denunciar una tentativa de soborno cuando en Comodoro Rivadavia se estaría por elevar a juicio oral el hecho que involucró a Bongianino. Por eso, aquél plantea que necesita conversar con su colega: “Es una de las cosas que quiero hacer. Ocurre que entrenamos en dos lugares distintos y eso complicó el tema. A mí me gustaría hablar con Luis acerca de las dos experiencias que nos tocó vivir”.
Ante circunstancias parecidas, Ferro y Bongianino acudieron a la policía, aunque reaccionaron distinto ante los sobornadores. El primero sostiene con cierto pesimismo que, en su caso, será más difícil la investigación. “De pronto, yo tuve la desventaja de que me tomó por sorpresa. No estaba preparado para un hecho así. Ni creo que le podría haber hecho una ‘cama’ a este señor”, dijo no sin antes describir al sobornador como de 35 años y que vestía sacón negro, camisa blanca y corbata amarilla.
Lo contrario sucedió con Bongianino. El 3 de mayo de 2003, a las 12, ya sabía cómo iba a responder ante la presencia de Jorge Alberto Farías, el hombre acusado de cohecho que se presentó como un tal Bustamante. Pudo hacerlo porque ese individuo ya lo había visitado en su hotel el día anterior. Entonces, el referí, sus colaboradores y un empleado de la AFA –se llama Guillermo Guzmán y es, curiosamente, quien también acompañaría a Ferro en el viaje a Córdoba dos años después– se contactaron con la Policía Federal en Comodoro Rivadavia. Arbitros y uniformados se ubicaron en posiciones estratégicas del lobby y acordaron filmar el operativo que concluyó con Farías esposado y llevado ante el juez Juan José Rago.
Por entonces, Marconi hablaba de “industria del soborno”, frase de la que no se desliga hoy, porque sostiene que hay traficantes de influencias en ciudades como Córdoba y Rosario, aunque aclara con exactitud que “en los meses más peligrosos, que van desde abril a julio”. El ex árbitro también afirmó que “la AFA no cuida mucho algunos aspectos, como el del hotel. No puede ser que el juez se hospede en el mismo lugar donde está un equipo”. Se refería a la situación planteada con Ferro, quien se alojó en el King David de Córdoba, donde se concentró el plantel de Belgrano.
En su descargo, el referí explicó: “Al ser un fin de semana largo, no pudimos cambiar de hotel. Las reservas estaban todas tomadas”. Y desde la Escuela de Arbitros, su vicedirector, Carlos Coradina, agregó: “Nosotros les recomendamos a los jueces que no deben compartir el mismo alojamiento con los equipos”. Este detalle puede que resguarde las formas, aunque no es una garantía a prueba de sobornadores.
El 9 de febrero de 2003, antes de que se disputara un partido por el torneo Argentino A entre Estudiantes de Río Cuarto y Alianza de San Juan, a Eduardo Soto, el árbitro, le dejaron un sobre con dinero en la recepción del hotel donde estaba alojado. Formuló la denuncia policial y también le informó del episodio al Consejo Federal de la AFA. Marconi recordaría en mayo de aquel año que “hubo otro intento de soborno a un árbitro”, sin mencionar a quién se refería. Una versión señaló en la misma semana que el episodio se había registrado en Bahía Blanca y fue antes de un partido por el torneo Clausura de Primera División.
Aunque no se trató de una tentativa difundida en los medios como las que vivieron Bongianino, Ferro y Soto, a fines de junio pasado, un árbitro que alterna entre la B Nacional y la Primera División, recibió la extraña visita de un supuesto abogado que viajó hasta las cercanías de La Plata para interiorizarlo sobre la delicada situación que viviría un club cordobés si perdía la categoría. El emisario habría esgrimido la pérdida de dinero y prestigio que eso significaba. El referí lo sacó carpiendo, pero no formuló la denuncia. Interpretó que el intento ni siquiera se había consumado. La versión señala que el partido era Aldosivi de Mar del Plata y Racing de Córdoba, que definiría una Promoción. El equipo del puerto marplatense ganó por 1-0 y condenó a su rival una semana después al descenso.
Pasado mañana, Ferro está citado a declarar ante el Tribunal de Disciplina. Tendría que ratificar su informe presentado el martes 16 donde no menciona a Belgrano y Almagro (los dos equipos que dirigió luego de la tentativa de soborno) y aportar algunos datos más. Por lo pronto, ése podría ser un expediente destinado al archivo si la Justicia de Córdoba no avanza en la pesquisa. Tarea intrincada, porque a diferencia del individuo sorprendido “in fraganti” en Comodoro Rivadavia, el del hotel King David se esfumó como una voluta de humo.
Por eso, el expediente número 32.275 del caso Bongianino no debería tener un destino tan incierto. En el Tribunal de la AFA esperan una respuesta de la Justicia de Comodoro Rivadavia, donde la causa que se instruyó por el intento de soborno del 2003 estaría por elevarse a juicio oral. Ferro, el referí que fue abordado en Córdoba por un sobornador que le habría ofrecido unos 3000 pesos apilados en un sobre, aspira a una sola cosa: “Por el fútbol y por todos nosotros, creo que el Tribunal debería investigar a fondo este tema. Tiene que cumplir los mismos deberes que la Justicia y está obligado a hacerlo. Esto ensucia muchísimo al arbitraje”.
La pregunta a responder es cómo lo hará y con qué pruebas.
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