Jue 06.06.2002

DEPORTES  › CONFIRMADO EL BROTE EPIDEMICO EN GRAN BRETAÑA

Diegofobia mania

› Por Marcelo Justo

A años de su muerte futbolística, el fantasma de Diego Maradona cautiva a los ingleses y asoma su cabeza cada vez que se tienen que enfrentar a Argentina. Como un Cid Campeador del deporte, Diego se ha convertido en el tótem de los peores terrores y pesadillas de los infieles de la Pérfida Albión, pero –sorpresa, sorpresa...– la relación que mantienen los hinchas ingleses con la deidad enemiga es cuanto menos ambivalente. Una reciente encuesta televisiva de los 100 mejores momentos de los mundiales (sigue en página/26) (viene de página/25) votados por los aficionados de estas islas arrojó un resultado asombroso: el segundo gol de Maradona es considerado el momento más sublime de la historia del fútbol.
En las últimas semanas los canales televisivos han competido con programas que historian la rivalidad entre Argentina e Inglaterra, fechándola ahora, retroactivamente, a la copa del mundo del 66 y el famoso epíteto “animals” que el técnico inglés Alf Ramsey dedicó al equipo argentino tras derrotarlo uno a cero en los octavos de final. Este esfuerzo arqueológico rescata imágenes de la expulsión de Antonio Rattin en Wembley, las tempestuosas finales de los mundiales de equipos del ‘67 entre Racing y el Celtic, y del ‘68 entre Estudiantes y Manchester para explicar el fenómeno, pero nadie pone en duda que la verdadera fecha de origen de esta rivalidad es el mundial de México. La famosa “mano de Dios” es uno de los momentos más recordados de la historia del fútbol inglés y el comentario inmediato a cualquier mención de aquel partido. Recién con este mundial y el decisivo match de mañana en Sapporo, sale a la luz que en el fondo de sus corazones, los ingleses recuerdan como una verdaderaidea platónica de la belleza futbolística, esa genial apilada de medio equipo que selló la suerte de la escuadra de Bobby Robson en 1986.
El programa de los mejores 100 momentos de los mundiales es una clara prueba. Con una admirable dosis de objetividad, los hinchas colocan al gol de Diego sobre el de Michael Owen contra Argentina en el ‘98 o el de Geoffrey Hurst en la final del mundial contra Alemania en 1966. Con sus máximas glorias futbolísticas a la cabeza, no escatiman elogios. “Era muy extraño ese partido porque estar cerca de Maradona, aunque fuera en el equipo contrario, producía una cierta fascinación porque se sentía la cercanía misma del genio”, confiesa Gary Linecker, goleador máximo del mundial de México. El técnico Bobby Robson se enfurece al recordar el primer gol y le adosa el epíteto favorito de los ingleses cheat (tramposo), insulto mayúsculo en la tierra del fair play. Pero luego, al hablar del segundo tanto, los ojos se le iluminan. “Fue un milagro”, reconoce. Otra gloria histórica del fútbol inglés, el delantero Jimmy Greaves, arroja cierta luz sobre otra cara del fair play: cierta tendencia a una hipócrita santurronería. “La verdad es que todos los jugadores somos tramposos y tratamos de hacer goles como sea. Si hubiera sido un gol inglés, nadie habría armado tanta alharaca”, dijo Greaves.
Enemigo número uno, símbolo de lo sublime y repudiable, Maradona sigue encarnando la percepción que se tiene en Inglaterra del fútbol argentino: talentosísimo y sucio. Ni siquiera Diego Simeone consiguió desplazarlo de ese lugar tras la expulsión de David Beckham en el Mundial 98. En uno de los programas televisivos, Terry Butcher, el defensa que Maradona elude antes de encarar al arquero Peter Shilton, confiesa que camino al vestuario se encontró con Diego y le preguntó, señalándose la cabeza y la mano, cómo había marcado el gol. “El se señaló la cabeza. Si no lo hacía, creo que lo mataba”, dice Butcher. Para los ingleses, a la hora del odio, pero también del amor, Maradona se ha vuelto irreemplazable.

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