DEPORTES
De la cancha a la comisaría pasando por estación Haedo
Mauro Pajón y Mariano Tríbulo, los dos futbolistas de Social Español detenidos el día de los graves incidentes, un mes atrás, relatan su penosa experiencia. “Nos trataron mejor los presos.”
Un mes atrás, Mauro Pajón y Mariano Tríbulo, dos jugadores de Social Español de la Primera B Metropolitana, buscaban conseguir un transporte que los acercara hasta el Círculo de Policía de Villa Soldati, donde iban a entrenarse con su equipo. Así se acercaron a la estación de Haedo. En aquel día de furia, en que fueron quemados vagones de tren y destrozada la estación, los futbolistas fueron detenidos por la Policía Bonaerense. Pajón recuperó su libertad a las 72 horas, pero Tríbulo debió permanecer 16 días encerrado. Un mes después, ambos recuerdan la pesadilla.
–¿Qué pasó ese día?
Mauro Pajón: Llegando a la estación de Haedo se paró el tren y bajamos. Nuestra intención era llegar a Liniers para tomar un colectivo.
Mariano Tríbulo: Nos pusimos en contacto con el utilero para comentarle que había disturbios en la estación, que se nos iba a complicar llegar pero que íbamos a hacer lo imposible para lograrlo.
M. P.: Estábamos a tres cuadras de la estación cuando nos detuvieron.
–¿La policía les explicó el motivo de la detención?
M. P.: No. Les decíamos que éramos futbolistas y que estábamos yendo a entrenar, pero no nos respondieron. Nos tiraron al piso y nos esposaron. La policía detenía a cualquiera que pasaba, fue un garrón.
M. T.: Fuimos los primeros así que vimos todo lo que pasó luego.
–¿A qué se refiere?
M. P.: Y... fue un trato muy diferente. Quizá con nosotros se iban un poco más de boca: “Dale, apuráte, pendejo de mierda”. Como siempre, como es la policía.
M. T.: Vimos cómo le pegaban al resto. A nosotros no nos dieron tanto como a los que llegaron atrás. A nosotros sólo nos empujaron un poco, pero a los otros detenidos, les dieron bastante duro.
Ambos futbolistas fueron imputados de cuatro cargos: incendio voluntario de un patrullero, agresión y lesiones al personal policial, interrupción del transporte público y robo de boletos. Pajón fue trasladado a la comisaría 3ª de Hurlingham mientras que Tríbulo fue reubicado en la 4ª de Ituzaingo. Soportaron varios días de encierro y el maltrato policial, sin siquiera poder comunicarse con sus familiares.
–¿Cómo los trataron en la comisaría?
M. T.: Nos metieron en una especie de jaula con otras 50 personas, bajo el sol, sin agua y todos bien apretados. Le pedíamos agua para refrescarnos y la policía nos respondía con mucha soberbia: “Somos la ley y la ley no te autoriza a que vos tomés agua”, nos decían y se reían entre ellos.
M. P.: De nada servía que le intentáramos explicarles que jugábamos al fútbol. “Calláte y no hagás preguntas, nene,” solían decirnos.
M. P.: En Hurlingham mí me metieron en un calabozo con 13 presos sin decirme nada. Tenía mucho miedo. Pero al final, los presos me trataron mejor que la policía: me dieron de comer, me prestaron ropa, toallones y hasta shampoo. Cuando llega comida, se reparte, y ahí nadie quiere ser más que el otro. Te tratan con más respeto los detenidos que la policía...
M. T.: A mí me trasladaron a la madrugada a Ituzaingó y tuve que quedarme sentado toda la noche porque no había lugar. Al otro día estuve encerrado siete horas, parado, dentro de un baño. Ese mismo día conocí a un pibe que me reconoció de mi época en Almirante Brown. Me comentó cómo se manejaban los presos y no tuve problemas.
–¿Ellos los trataron así por ser futbolistas?
M. P.: Todos me ayudaron.
M. T.: A mí me trataron con muchísimo respeto. Quizás haya sido por ser jugador, no sabría decirlo. Pero le guardo rencor a la policía. Estuve encerrado sin tener nada que ver, sin poder ver el sol, en un lugar muy oscuro, sin espacio. Ahora, cada vez que veo un patrullero miro para los costados. Le tengo miedo.
Entrevistó: Carlos Altea