Julio Grondona eligió no traicionar el tradicional estilo del fútbol nacional que encarna en la Selección Argentina y le ofreció el cargo de entrenador a Alfio Basile, el mismo técnico que lo sorprendió doce años atrás: el dirigente pensaba ofrecerle la renovación de su contrato a pesar de la eliminación en el Mundial de los Estados Unidos cuando se enteró por los medios que Basile, atento a sus códigos, renunció a seguir entrenando al equipo nacional tras aquella recordada derrota contra Rumania.

Bicampeón con Boca, el entrenador le comunicó la oferta al presidente del club, Mauricio Macri, quien decidirá cederlo a la AFA, lo que se descuenta.

Un día después de que José Pekerman le repitiera, por teléfono y desde Cariló, donde está descansando, lo que anunció ante los micrófonos después de la eliminación de Argentina en el Mundial, Grondona puso en práctica el Plan B que varias veces afirmó en privado no disponer. Algunas versiones aseguran que, por la mañana, se comunicó con Carlos Bianchi, el entrenador más requerido por los hinchas en las compulsas informales, y que el ex técnico del Atlético de Madrid rechazó la oferta, atento a una formalidad: no puede entrenar a un equipo mientras dure el contrato con el equipo madrileño, que lo despidió pero le paga la totalidad del vínculo.

Según otras versiones, Grondona ya había elegido a Basile el martes por la noche, cuando luego de la reunión del Comité Ejecutivo de la AFA se lo comunicó a Pedro Pompilio, el vice de Boca, tras quedar a solas. Basile no puso reparos, pero condicionó su aceptación final a la autorización de Boca, con el que había renovado recientemente su convenio hasta junio de 2007. “Hablé con Basile y le explique la situación, pero a su vez le aclaré que la Comisión Directiva de Boca se va a tomar unos días para dejarlo en libertad de acción”, informó anoche Pompilio.

“La Selección no tienen ningún apuro, tenemos que ver qué es lo más justo para Boca –señaló Macri anoche en declaraciones radiales–. Si hay técnicos que se inclinen más por el club, éste no es el caso...”

La Selección, en realidad, sí tiene apuro: el que le imprime el contrato con el grupo ruso Renova. El amistoso contra Sudáfrica en agosto se postergó para septiembre, pero hasta fin de año deberá jugar cinco partidos: dos en septiembre, dos en octubre y uno en noviembre, con rivales que, se especula, serían Francia, Japón, Egipto y Corea del Sur, además de los sudafricanos.

Boca tampoco puede negar el apuro: Basile viajará el viernes con el plantel rumbo a México, donde el domingo, frente al Cruz Azul, comenzará una gira preparatoria para el próximo Apertura, pero el club no puede demorar en decidir un reemplazante para ocupar la dirección técnica. Ya se mencionan alternativas, desde Marcelo Bielsa (lo que parece poco probable) hasta Diego Cagna.

La casi segura aceptación por parte de Boca para dejarle el camino expedito a Basile (“es muy difícil oponerse a que un técnico vaya a la Selección”, aceptó Pompilio) le cierra el paso a quien se mencionaba ayer como la restante alternativa, Américo Gallego, uno de los que se habían autopostulado. La lectura parece obvia: tanto Basile como Gallego están en los antípodas futbolísticos de la línea que pregona Carlos Bilardo, quien más se postuló desde el 30 de junio para ocupar la plaza vacante.

Si para el ahora comentarista televisivo ésta será una decisión dura de aceptar, y probablemente vea en ella el accionar de lobbies contrarios a su candidatura, para Basile representa en cambio la oportunidad de una revancha: pese a que aquella Selección de 1994 resultó eliminada en octavos de final, hoy se la recuerda con mucho más cariño y admiración que al equipo que con Bilardo en el banco llegó a la final del Mundial de 1990. En la intimidad, el entrenador bahiense piensa que, de no haberse despeñado por el precipicio que abrió a sus pies el doping de Diego Maradona, esa, su Selección, habría ganado aquella Copa del Mundo. Y es difícil creer que no hubiera sucedido, así como resulta impensable que la designación de Basile no genere consenso entre los hinchas de la Selección.