DEPORTES › OPINION
› Por Diego Bonadeo
Poco más de una década atrás, en tiempos en que Carlos Bilardo era el técnico de Boca y después de un partido que Gimnasia le ganó 6-0 en la Bombonera, Alphonse Tchami –ignorante de ciertos patetismos que permiten cambiar bidones de agua por otros de vomitivo para perjudicar al adversario pero que prohíben el intercambio de camisetas después de los partidos– decidió hacer justamente lo prohibido con un colega de Gimnasia. La reconvención de Bilardo a su dirigido quedó plenamente justificada por un comentario que por aquel tiempo hizo el ex arquero de Racing Agustín Mario Cejas, rival de Bilardo tantas veces a fines de los ’60: “Cuando jugador, Bilardo nunca cambiaba la camiseta al final de un partido, porque generalmente sus rivales lo corríamos para agarrarnos a trompadas por lo que había pasado durante el juego”. En estos días se produjo un nuevo escándalo por un intercambio de camisetas. Con gravísimas amenazas de sanciones para Luciano Leguizamón por parte de algunos dirigentes de su club –Gimnasia perdió el clásico, valga el agregado– como si la actitud significara una falta de respeto hacia alguien cuando, en realidad, por parte de los dos protagonistas, el gesto, dentro de la cancha a la vista de todos y no en el vestuario, debiera ser leído, si la leche fuese buena, como un aporte a la desdramatización y a la no violencia.
(Versión para móviles / versión de escritorio)
© 2000-2022 www.pagina12.com.ar | República Argentina
Versión para móviles / versión de escritorio | RSS
Política de privacidad | Todos los Derechos Reservados
Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux