DEPORTES › EL ROJO SE IMPUSO 4-1 A TIGRE Y LOGRO GANAR DESPUES DE OCHO PARTIDOS
El equipo de Troglio no sólo se reencontró con la victoria. Por momentos jugó bien, tuvo un gran debut de Grisales, Montenegro volvió con dos goles y participó en el de Morero, en contra, y Machín también convirtió. La mala fue la roja de Denis, expulsado junto con Giménez.
Pintaba para partido complicado, pero Independiente encontró la fórmula para hacerlo sencillo. Terminó goleando 4-1 a Tigre en un encuentro con un trámite mucho más ajustado que lo que marca el resultado. Y le devolvió al equipo de Troglio la ilusión, en especial por el gran debut de Freddy Grisales y la recuperación futbolística de Montenegro.
La sola presencia de Grisales le dio a Independiente una cuota de fútbol del que adolecía. El colombiano, jugador de toque, muy pronto se convirtió en el administrador de la pelota y en el nexo entre mediocampistas y delanteros. Con esa fórmula, el equipo de Troglio encontró circulación y variantes para atacar, sin tener que depender de lo que pudiera forzar Denis.
Claro que eso fue en la mitad ofensiva. Atrás padeció los problemas de siempre. Por eso, por más que Independiente era más armónico en el juego, Tigre era más peligroso frente a las áreas. Incluso, pudo ponerse en ventaja con un cabezazo de Castaño, que se estrelló en el travesaño, o con una mandada de Ereros, que remató apenas alto.
Pero lo cierto es que al conjunto de Avellaneda lo ayudó un poquito la fortuna para empezar a liquidar el trámite. Primero, porque el remate de Montenegro iba a cruzar todo el arco, pero tras el desvío de Islas, Morero se llevó la pelota por delante y venció su propia valla. Y luego, porque en un tumulto que generó Denis, el goleador se fue bien expulsado, pero el árbitro Beligoy compensó y le mostró la roja a Matías Giménez, que no había participado del lío.
Y cuando el clima todavía no se había calmado, Independiente encontró un segundo gol, por el que no había hecho tantos méritos. Montenegro sorprendió a todos en el área y ganó de arriba para cabecear a un costado del estático Islas. Más allá del impacto, Tigre trató de asimilarlo con su juego, sin desesperarse y buscando con las armas de siempre. No se entregó, por lo que Independiente empezó a gozar de una buena ventaja en el marcador, pero lejos estuvo de hacerlo en el desarrollo.
Muy distinto fue el segundo tiempo. Una rápida maniobra colectiva, bien culminada por Machín, con una gambeta ante Blengio y un derechazo cruzado, le dio a Independiente la tranquilidad necesaria para afrontar el resto del partido. Y, sobre todo, significó un golpe de nocaut para Tigre, que sintió y se dio cuenta de que no podía siquiera aspirar al empate, más allá del descuento de penal de Ayala. Sólo los propios miedos de Independiente lo llevaron a preocuparse un rato. Pero bastó que volviera a aparecer Grisales, con un desborde por izquierda, y cediera, para que Montenegro convirtiera su segundo gol con el arco vacío. Y sobre todo, para que Independiente recuperara la alegría.
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