› Por Mariano Ribas
Luces y sombras de un espectáculo que no volveremos a ver hasta el 20 de diciembre de 2010. A la hora señalada, a la hora en que la noche más se agudiza en la mente que se entrega al sueño profundo; a la hora señalada, como en la gran película de Fred Zinnemann, pero no bajo el pleno sol de un pueblo desierto y timorato, sino ante millones de miradas nocturnas; a la hora señalada –la una de la madrugada del jueves–, la timorata Luna se hundirá con decisión en el cono de sombra de la Tierra, deparándonos el misterio, el gozo y el deseo inefable de un eclipse total.
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