DEPORTES • SUBNOTA
› Por Gustavo Veiga
David Lawes era el responsable del área de Relaciones Públicas de Dálmine Siderca cuando el club se dividió en dos asociaciones civiles en 1984. Una conservó el fútbol, financiada por la empresa de los Rocca y mientras jugaba los torneos del Ascenso organizados por la AFA. La otra quedó sometida a la buena voluntad de sus viejos y nuevos socios para mantener las actividades deportivas no profesionales. Se llamó primero Siderca, un nombre de circunstancia que se prolongó durante quince años hasta que cambió por el actual, Ciudad de Campana, en 1999.
Profesor titular de la Universidad de Concepción del Uruguay, Lawes escribió una carta el 29 de septiembre de 2009 que le envió al portal de noticias www.encampana.com, donde explica cómo la empresa logró lo que algunos dirigentes del fútbol argentino intentaron y no pudieron: separar las disciplinas amateurs del deporte más profesional y masivo. Partir al club en dos. “Siendo yo el responsable de Relaciones Públicas de la empresa en la zona, fui convocado junto con un grupo de ejecutivos para ser informados de que la compañía solamente seguiría sosteniendo al club de fútbol, quedando las demás actividades sin soporte, a menos que nosotros decidiéramos formar otra institución que se hiciera cargo. Entusiasmado por la idea, alenté a un grupo de interesados reunidos alrededor de mi escritorio a que formásemos una Comisión Organizadora, de la que surgió el nuevo club, del que resulté elegido primer vicepresidente para secundar al ingeniero Domingo Karnincic.”
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