Ocho meses hubo que esperar para que Boca y River se volvieran a encontrar en un superclásico, y la espera bien valió la pena, al menos en lo que al folklore del espectáculo se refiere. Si bien en la previa la ciudad de Resistencia, cuyos habitantes dieron sobradas muestras de cariño hacia los protagonistas, ya se mostraba preparada para lo que aquí nadie dudó en llamar “una jornada histórica” para “el partido más trascendente del año”, lo que sucedió ayer en el estadio Centenario del Club Atlético Sarmiento no tuvo desperdicio.

Desde muy temprano los hinchas de Boca y River, en su gran mayoría provenientes de las provincias de Chaco, Corrientes, Formosa y Salta, comenzaron a llenar las tribunas del estadio bajo un estricto y visible operativo de seguridad, que afectó a 2500 efectivos policiales, uno cada 25 espectadores, lo que sin dudas lo ubica como uno de los más grandes en la historia de los superclásicos, y más si a eso se le suma que por el novedoso sistema de venta, el mismo que se utiliza en Inglaterra, cada espectador estaba debidamente identificado.

Tres horas antes del partido, la parcialidad de Boca se hizo escuchar. No aguantó esperar el inicio del encuentro para recordarle al clásico rival su traumática pérdida de la categoría, y enrostrarle como contrapunto el título del Apertura obtenido el último semestre. “River vos no volvés más, River vos no volvés más, en el Nacional te vas a quedar”, fue el hit de la noche, mientras que desde las tribunas de enfrente, bajaba el clásico “Vamos River Plate, Vamos River Plate” y lejos del espíritu antidiscriminación, los Borrachos del Tablón, la barra brava de River, cantaban “El que no salta es de Bolivia y Paraguay”. La respuesta no se hizo esperar, con el clásico “un minuto de silencio, para River que está muerto...”. Ya en el final, con el resultado y el desarrollo asegurado, las gastadas fueron interminables, con ole incluido, y el hiriente “con estos p... no jugamos nunca más”.