¿Cuál fue el hecho que hizo que se inclinara por la práctica del fútbol?

–De muy chico. Yo tenía un tío que me llevaba siempre a ver fútbol, y después, yo tenía un gran amigo, casi un hermano, que era Rubén Ayala. Con él nos criamos en el mismo barrio, en Lanús, y jugábamos en el mismo potrero. Un día nos vio jugar a los dos un hombre que se dedicaba a reclutar chicos de los potreros, algo que ahora no se ve más.

–Después de ser consejero del Atlético Madrid, ¿estaba convencido de ser entrenador?

–Sí, y terminé dirigiendo dos veces a la Primera del Atlético, debido a la salida de otros técnicos. Fueron decisiones que yo no esperaba, pero el presidente confiaba mucho en mí. La primera vez el equipo mejoró y terminamos clasificando a las copas, cuando lo habíamos agarrado a mitad de tabla. En ese entonces en el Sevilla estaban Bilardo, Maradona y Simeone, y nosotros terminamos arriba de ellos. La segunda vez había un técnico brasileño (Jair Pereira) y yo era el segundo. Un día se tuvo que ir de improviso a Brasil porque le habían matado al hijo en Río de Janeiro y yo terminé haciéndome cargo.

–¿Qué sintió al ser incluido en el himno por los cien años del Atlético que compuso (Joaquín) Sabina?

–Una alegría muy grande. Sabina es fanático del Atlético y fue siempre fanático de los jugadores argentinos.

–¿Compartió muchos momentos con él?

–Sí, teníamos grandes charlas. El es una persona muy inteligente y muy querida. También conocí a (Joan Manuel) Serrat, otra gran persona.

–Usted estuvo en el Mundial ’74, ¿lo convence el juego de la Selección Argentina actual?

–Creo que Argentina tiene que ir al Mundial a demostrar lo que realmente es, una potencia. Pero veo que le falta mejorar mucho en algo importante, que es el aspecto defensivo. Respetando a todos los jugadores, creo que antes en Europa había muchos argentinos de jerarquía de mitad de cancha hacia atrás, hoy no me parece que sea así. Argentina tiene que jugar para Messi. Si lo hace de manera individual la va a pasar mal.