DEPORTES • SUBNOTA
› Por Juan José Panno
Desde Río de Janeiro
Los alemanes tuvieron pocas situaciones de gol y no porque jugaran mal ni porque especularan como lo habían hecho los holandeses en la semifinal. Llegaron poco fundamentalmente porque la pareja de centrales argentinos rindió a la altura de una instancia final de un Mundial. Garay anticipó, cortó, ganó de arriba, casi no le dejó tocar la pelota a Klose y a los que llegaban por el medio, y cuando tuvo que salir con la pelota dominada desde el fondo siempre lo hizo con muy buen criterio. Lo de Demichelis fue parecido. Y aunque se le puede anotar como pequeña falla algún cabezazo fallido, no alcanzó para opacar su actuación. Es cierto que se vieron favorecidos por un equipo que entregó el alma, que tuvo volantes que ofrecieron mucha resistencia en el medio para que la pelota no llegara limpia hasta arriba, pero cuando debieron resolver en el mano a mano mostraron jerarquía.
Tampoco hay mucho que se les pueda reprochar en el gol de los alemanes. Schürrle la puso justita, Götze la bajó magistralmente con el pecho y le cambió el palo a Romero. No hubo error de cálculo ni desatención, ni macana ni nada de eso.
Si se mide por situaciones de gol, por errores cometidos y por agujeros ofrecidos, lo de Demichelis-Garay fue un poco más efectivo que lo de la pareja de centrales de Alemania, Boateng y Hummels, que fueron una muralla en todo el campeonato. Los alemanes que les habían hecho siete goles a los brasileños, entrando con una facilidad increíble, esta vez tuvieron que esforzarse mucho para acercarse hasta Romero.
Demichelis, que hasta poco antes de que Sabella diera la lista no estaba en los planes y que en este campeonato apareció en el último tramo, ayudó a que se conformara esa imagen de equipo sólido que quedó al final; y Garay, que despertaba muchas dudas, fue de menor a mayor y terminó erigiéndose en uno de los más regulares del equipo.
El equipo, que en la antesala del campeonato asustaba por su potencial ofensivo, no supo resolver sus situaciones favorables y como contrapartida se ganó el elogio generalizado con su capacidad defensiva. Y en esto mucho tuvieron que ver los dos centrales.
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