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Se jugaron otro partido
El público venezolano, presente en el estadio Olímpico de Caracas, no sólo observó el encuentro entre el conjunto local y la Selección argentina sino que, a la vez, jugó su “propio partido”: difundió consignas contrarias al presidente de ese país, Hugo Chávez, quien no asistió al partido. “No hay que dar un paso atrás para sacarlo del gobierno”, rezaba una bandera. Lógicamente, en su mayoría, los espectadores –que pudieron pagar los 15 dólares que valían las entradas más baratas–, pertenecían a la “clase media acomodada”, un sector cuyos intereses chocan con los del primer mandatario venezolano. El resto del público prefirió otros menesteres: cerveza, vino y sangría, y comidas típicas, con fuertes dosis de picantes. En Venezuela, el fútbol ocupa el tercer lugar en popularidad después del béisbol y el básquetbol.
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