DIALOGOS › ¿POR QUé EL CHOJíN?
› Por Martín Granovsky
Creció en las afueras de Madrid, en la localidad de Torrejón de Ardoz. Allí se instaló una base de la OTAN, la Organización del Tratado del Atlántico Norte. Cuenta El Chojín que en la década de 1980, cuando creció, los niños españoles tenían mucho desnivel respecto de otros chicos de Europa y de los Estados Unidos. “Teníamos cierto complejo con los norteamericanos –dice–. Y como en Torrejón los teníamos al lado, copiábamos lo que hacían.” Resulta que entre los soldados había, como corresponde, muchos afronorteamericanos cumpliendo con la conscripción. La simpatía general y la copia quedaba acompañada, así, de cierto “reflejo positivo”, como define el rapero. Y relata: “La gente de Torrejón los adoraba. Empezamos a copiarles. Vestirse como ellos, bailar su música, hacer su música. Empecé a bailar break dance con siete años. Pasa el tiempo, creces, te das cuenta de que el modo de expresión te sirve, te es útil, cuando ves tienes un disco o dos y aquí estoy, en la Argentina”. Dice que el rap se le cruzó en su vida porque “tenía un amigo muy feo que rapeaba y las chicas se interesaban por él, y entonces me pareció que era útil”. Y, más allá de su amigo y las chicas, sostiene El Chojín que el rap es muy útil. “Es una de las bocas del movimiento hip hop, más amplio, con raíces en la lucha de los negros norteamericanos por sus derechos en los ’50. Trae esperanza y autoestima. Entonces funciona. Cuando te sientes importante te sientes capaz y solo entonces te enfrentas a los problemas. Antes, en otras generaciones, estaban los cantautores como Joan Manuel Serrat. Lo único que hemos hecho es organizar, dar otra estética y ponerlo en nuestro tiempo. Luis Eduardo Aute me dijo que si hubiera nacido en mi época haría rap. El hip hop no inventó nada, pero funciona. Aute ve a los rapers como los herederos. El y yo hicimos un tema, ‘Ríe cuando puedas’, llora cuando lo necesites. Fue como una pasada de antorchas. Es como el título de un libro.” Cuenta el rapero que los cantautores encandilan con sus letras y con poco más. Aute se puede sentar con una guitarra dos horas. Ellos añaden algo más: “Nosotros intentamos que te lo pases lo mejor posible y que te entretengas”. De ese modo cumplen con los cuatro lados del hip hop. El break dance. El graffiti. El rap como maestro de ceremonias. Y, cuarto, el DJ, la música. Diafar se puso en contacto con él porque “están ocupados tratando de visibilizar a la comunidad afrodescendiente en la Argentina”. Para El Chojín, como con todo país, con la Argentina sucede algo: lo que exporta es lo que se ve. “En el cine argentino jamás he visto un negro. Entonces entendemos que no hay ningún negro. En deporte lo mismo. No hay negros en la selección argentina. Si no se visibiliza desde dentro, no se exporta la imagen y luego no hay.”
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