Lun 14.07.2014

DIALOGOS  › DES FREEDMAN, PRESIDENTE DE LA COALICIóN POR LA REFORMA MEDIáTICA EN GRAN BRETAñA

“Para la versión liberal, cualquier cosa que haga el Estado devendrá un periodismo sucio”

Investigador y profesor de la Universidad de Londres, Des Freedman pasó de la teoría académica a la praxis política, al promover el debate público sobre la regulación de los medios. Aquí explica cómo se logró instalar el tema en la agenda británica. Los ataques desde las corporaciones y el ejemplo de la reforma argentina.

› Por Natalia Aruguete

La crisis mundial y el impacto social de los ajustes del gasto, sobre todo en países de Europa, es el contexto en el que la Coalición por la Reforma Mediática (Media Reform Coalition) puso en la agenda la crisis que atraviesa el sistema de medios en Gran Bretaña. Presidida por el profesor de la Universidad de Londres, Des Freedman, esta agrupación se opone a la concentración “dañina” de los medios, promueve la diversidad de voces en el escenario comunicacional, propone que las grandes corporaciones rindan cuentas ante el poder político y el público e impulsa el fortalecimiento de los medios locales concebido como un derecho democrático. Invitado por la Maestría en Industrias Culturales y el Programa “Industrias culturales y espacio público: comunicación y política en la Argentina” (UNQ), Freedman dialogó con Página/12 sobre los logros alcanzados por la Coalición y los obstáculos a los que se enfrenta en su resistencia.

–¿Qué es la Coalición por la Reforma Mediática? ¿Qué objetivos persigue?

–Empezamos con la Coalición por la Reforma Mediática porque rápidamente entendimos que era una gran oportunidad para hacer cuestionamientos sobre la propiedad de los medios, la regulación de los medios y su impacto sobre la cultura política. Era una gran oportunidad para empezar a hacer preguntas que los medios no querían responder. Desde nuestra labor académica tratamos de crear una coalición integrada por un amplio número de grupos de la sociedad civil que estén trabajando sobre distintos temas, entre los cuales los medios son muy importantes. Por ello intentamos generar presión sobre el control de los medios para empezar a instalar esas cuestiones.

–¿Cuáles fueron los pasos iniciales de la Coalición?

–Inmediatamente comenzamos a convocar a reuniones, tuvimos un gran número de reuniones públicas. Creo que lo que nos diferencia es que no nos enfocamos en un área específica de regulación, cuestionamos el accionar de la policía, de la Justicia y de los medios de comunicación. El mejoramiento de la Justicia incluye, asimismo, una pregunta clásica acerca de la propiedad de los medios. Así que tuvimos seminarios sobre un importante abanico de temas y logramos una gran concentración. Yo los llamo “concentración”, aun cuando se dieron puertas adentro, porque fueron encuentros muy concurridos. Hemos presentado consultas formales, trabajamos dentro y fuera del sistema al mismo tiempo, con académicos, periodistas y grupos de la sociedad civil. Lo interesante es que fuimos atacados por los medios por hacer eso.

–¿En qué términos recibieron esos ataques?

–De manera muy personal. Se trata de gente muy conocida en Gran Bretaña que pretendía proporcionar los fundamentos intelectuales del movimiento de reforma y, de alguna manera, me atacó por hacer esto. “¿Quién es este hombre?”, se preguntaban. Fui atacado por dar mis opiniones y apoyar a los estudiantes que protestaban en contra de la autoridad. Esto se puede ver en el Times, un diario importante de allí, que tituló: “El presidente de la reforma mediática defiende a estudiantes anarquistas”, o algo por el estilo. Esto lo hizo el diario Times porque estamos en medio de una batalla entre la gente que no quiere que nada cambie y un rango de distintos grupos que ven esto como una oportunidad para levantar preguntas sobre la democracia, la responsabilidad, la igualdad. Hemos tenido encuentros recientes, en los que participaron ambientalistas, columnistas de medios, mujeres transexuales..., estamos en medio de un gran tema. Un profesor transexual, por caso, se suicidó después de una horrible cobertura noticiosa. Y una vez más, la gente hace una conexión entre el tipo de prensa que tenemos y la vida que somos capaces de conducir. Tenemos una voz muy poderosa, por eso somos una verdadera coalición.

–¿Cómo caracteriza los logros de la Coalición? Concretamente, ¿qué han obtenido hasta ahora?

–Siendo realistas, no mucho. Por eso es que miramos lo que ha ocurrido con la legislación en Argentina. Pero hemos logrado forzar el tema de la lucha contra los grandes medios, algo que los políticos aún se encuentran discutiendo. Instalamos ese tópico en la agenda pública, de manera que el partido de la oposición se ha dirigido hacia nosotros para elaborar una agenda. Ahora... también es cierto que ellos podrían no hacer nada.

–¿Han instalado esta problemática en la agenda pública de manera generalizada o llegaron a un sector?

–Por el momento, alcanzamos a un sector pequeño. Pero debemos forzar esta campaña aún más, de manera que los políticos comiencen a hablar sobre esta problemática. Sabemos que la gente apoyaría acciones en pos de este tema, pero debemos llenar la brecha entre lo posible y lo que somos capaces de hacer en este momento, con pocos recursos y sin medios de comunicación, ya que todo el tiempo nos atacan.

–¿A qué se refiere con lo que es posible para ustedes? ¿Cree que es una cuestión de tiempo o se relaciona con otro tema?

–No es una cuestión de tiempo, porque creo que si sigue pasando el tiempo la puerta se puede cerrar. Dado lo horribles que son estos actos, cuanta más gente se entera de este tipo de conducta delictiva y de su comportamiento poco ético, ya nadie podrá cerrar la puerta. Conocen a los políticos, y ellos lo están intentando, pero todo el tiempo tanto los políticos como la mayoría de los medios se empeñan en cerrar la puerta. Por eso digo que no es una cuestión de tiempo sino de contar con recursos. Se trata de lo mismo que le ocurre a cualquier tipo de coalición: asegurarse de que más y más personas se den cuenta de la fuerza que significa estar juntos, lo cual es difícil, por cierto.

–Tomando como ejemplo lo que ocurrió en la Argentina, donde una iniciativa que surgió de grupos de la sociedad civil reunidos en la Coalición por una Radiodifusión Democrática llegó a convertirse en ley, ¿qué sería necesario para que la Coalición por la Reforma Mediática logre instalar este tema en la agenda política británica?

–Suelo decir que las cosas se tienen que poner muy feas antes de mejorar. Entonces, en Estados Unidos tienen un gran movimiento de reforma porque la gente piensa que tienen un sistema de medios comercial que no eligieron. Creo que en la Argentina ustedes tienen un problema gigante.

–¿Cuál?

–La gente debe ver que el problema es el control de los espacios públicos y de las conversaciones por parte de Clarín. En Gran Bretaña tenemos la BBC, que ha sido un medio mixto, entonces la gente ha pensado que todo estuvo siempre bien y recién ahora ve –vemos– un comportamiento criminal. Ahora ganamos en ese terreno. Ellos (los medios) quieren volver a la carga, y si lo hacen habrá otra gran campaña y estaremos mejor preparados.

–¿Por qué piensan que es tan difícil que estos temas ingresen a la agenda política? Relacionado con esta pregunta, ¿cómo observan la relación entre el poder político y las corporaciones mediáticas?

–Una de las razones es lo verdaderamente difícil que resulta impulsar una reforma mediática en Gran Bretaña. Hay muchos otros temas importantes que la gente está viendo. Por ejemplo, el servicio de salud está siendo socavado: lo están semiprivatizando y la gente está muy decepcionada con esa decisión política. Hay mucha austeridad en este momento en nuestro país, entonces hay un alto nivel de desocupación. En ese marco, la idea de libertad mediática parece un poco más abstracta, por eso es dificultoso. Es claro el hecho de que el poder de los medios es muy tangible, y ellos hacen todo lo que está a su alcance para hacernos creer que tenemos el mejor sistema de medios de comunicación. Tenemos competencia en el campo mediático, tenemos una prensa muy escandalosa, tenemos muchos medios sociales..., el problema no es la concentración, el problema es que tenemos demasiados medios, demasiadas voces. Los representantes de las corporaciones mediáticas se esmeran en decir que no hay ningún problema y nosotros, hasta cierto punto, estamos atrapados, porque la mente de las personas está ocupada –y preocupada– en otras cuestiones. Es comprensible, claro. Entonces nos enfrentamos a esta hostilidad desde los medios.

–¿Eso significa que el estallido de la crisis y el impacto social que tuvo se han convertido en un obstáculo para instalar la problemática de los medios de comunicación como tema de discusión?

–Esa es una pregunta interesante. Creo que la crisis sincera todo, porque la gente está perdiendo el control. Así que, en efecto, con la crisis, el desempleo se volvió un gran tema. Nosotros, como profesores universitarios, no hemos tenido aumento de sueldos en cinco años. En este punto, la crisis vuelve más difícil instalar el tema (de la reforma mediática). Pero al mismo tiempo la gente empieza a hacerse preguntas tales como ¿por qué los medios nos venden austeridad, nos venden privatización? ¿Por qué nos venden que Gran Bretaña es un lugar igualitario cuando no lo es? Así que diría que hay una contradicción.

–¿En qué sentido una contradicción?

–En un sentido, ellos logran distraer a la gente, pero la escala que ha tomado esta crisis que distrae a la gente al mismo tiempo la lleva a hacerse preguntas acerca de un tipo de policía que no existía antes, acerca del rol de los políticos. Hay un gran nivel de cinismo.

–¿Pero el cinismo no es riesgoso por el nivel de desmovilización que puede generar en la población?

–Es una contradicción. El cinismo a veces significa: “Los odio a todos y no hay nada que podamos hacer al respecto”. Pero otras veces también puede significar: “Ustedes me están mintiendo. ¿Quién está diciendo tanta cantidad de mentiras?”. Los políticos, la policía y los medios dominantes. Y ése es un elemento de la situación actual, en la cual necesitamos una serie de instituciones que hablen sobre nuestras historias y sobre los argumentos que estamos intentando expresar. Nuestras voces, la de la gente común, no están siendo representadas. La gente común tiene muy poca representación política, y ahora tampoco tiene una representación mediática. Usted hace buenas preguntas y tal vez eso vuelve esta conversación más dificultosa, pero creo que la idea de que haya cierta contradicción es útil, de lo contrario podríamos rendirnos. En inglés llamamos a esto un doble filo, es malo y bueno a la vez.

–¿En qué consiste el reporte Levenson, qué propone, cómo surge?

–La recomendación Levenson se ubica más o menos dentro de lo que he dicho. Es una institución inglesa llamada “Carta Real”, muy extraña. La BBC, por ejemplo, es gobernada por una Carta Real. Así que la Carta Real sobre la regulación de la prensa tiene las principales recomendaciones. Se trata de reformas modestas, tales como arbitraje, el derecho de la gente común de defenderse de ataques o la posibilidad de que un diario corrija una eventual mentira. En definitiva, es la autorregulación de la independencia por parte de la industria (mediática). Y eso es muy importante, porque la industria no debería regularse a sí misma, debe haber otra gente que haga eso. Por eso digo que se trata de reformas pequeñas, aunque ellos (los que elaboraron la “Carta Real”) han sido atacados por la prensa, que pretende redactar su propia Carta Real. Así que tenemos dos Cartas Reales, es muy complicado. El problema es que esto llevará meses, tal vez años.

–¿Los medios se oponen a las reformas?

–La Carta Real redactada por el gobierno es la creación de una regulación de la prensa que aseguraría algunas reglas para ayudar a personas comunes y corrientes que buscan el arrepentimiento de la prensa cuando miente con la información que publica. Cosas así, reformas pequeñas, que fueron adaptadas de la Declaración Levenson del 2000. Pero aun siendo una reforma menor, genera ruido para la prensa.

–¿Qué marcas ha dejado la investigación Levenson en la sociedad?

–Esa es otra pregunta difícil. Ha sido una enseñanza enorme y rápida. Lo que podríamos saber instintivamente acerca de los políticos y sobre las corporaciones mediáticas públicas y privadas, todo eso está frente a nosotros. Así que vemos la evidencia acerca de cómo funciona el poder en Gran Bretaña. Se trata de lobbying, procesos opacos, es decir, no tiene nada que ver con lo que yo entiendo por una democracia transparente. Por eso es que se trata de una gran lección de enseñanza. Pero hay un vínculo entre la educación que uno recibe y la capacidad de garantizar grandes cambios. Allí es donde estamos. El impacto no ha sido lo que dice la prensa.

–¿Qué dice concretamente la prensa sobre el impacto de Levenson?

–La prensa dice que el impacto que tendrá Levenson los llevará a “relajarse”, tendrá un efecto de moderación y tornará más difícil hacer un verdadero periodismo de investigación. Es decir, advierte que Levenson impedirá el periodismo de investigación. Nosotros decimos: “No”. Siempre existe la posibilidad de hacer buen periodismo. Pero esto, el Levenson les provee de una excusa: “Nosotros no podemos hacer buen periodismo y entonces estaremos en problemas”.

–¿Las corporaciones mediáticas asocian esto con la noción de “libertad”?

–Absolutamente. Es una vieja versión liberal, según la cual cualquier cosa que haga el Estado devendrá un periodismo sucio. Y creo enfáticamente que no, y daré una razón para explicar por qué ése no es el caso. En Gran Bretaña, los grandes medios reciben un subsidio del Estado, ya que no pagan impuestos. Ahora, eso es dinero público, pero ellos nunca hablan de eso. Así que su versión de los hechos no es verdadera. Todos los diarios pagan 0 impuesto en Gran Bretaña; si bien ellos mantienen esa conexión con el Estado, pretenden que el Estado nunca quebrante su libertad, fin de la historia. Sin embargo, sabemos cuán cercana es su relación con el Estado: comen juntos, beben juntos, probablemente duerman juntos y, sobre todo, juntos crean políticas públicas. Así que esa defensa es sólo una excusa. Ellos (los medios) tienen una visión liberal y muy ingenua de la libertad, que, insisto, no tiene nada que ver con la libertad que supone tener una prensa que realmente “obligue” a los poderosos a rendir cuentas. No sé si tenemos una prensa libre en Gran Bretaña. Si sos millonario, seguramente para vos será una prensa libre, pero para el resto de la gente no es tan libre realmente.

–Usted ha mencionado la frase: “Sin gente en la calle no tenemos esperanzas, pero con la gente en la calle necesitamos soluciones”. ¿Qué quiere decir con eso?

–Creo que si el público no impulsa reformas, cualesquiera fueren en el sistema de medios, en la salud, en el sistema democrático, ¿entonces quién lo hará por nosotros? Pero el hecho de que la gente salga a la calle es un montón de ruido. Se necesita algún tipo de organización, una expresión política acerca de lo que verdaderamente quiere la gente en la calle. De lo contrario, se volverán a sus casas. La movilización es necesaria, por supuesto, pero además necesitamos una organización y una solución política. Es por eso que uno debe trabajar desde adentro.

–¿A qué solución política se refiere?

–Depende de cuál sea el problema político. Yo intento tener una o dos pequeñas soluciones, para lo cual es necesario tener una crítica formada sobre lo que está mal y, al mismo tiempo, es posible tener una idea de qué se podría hacer para rescatar a los medios de comunicación locales. Por ejemplo, imponer un gravamen a la compañía Telecom e invertir esos recursos en producciones locales de noticias. Debemos encontrar la forma de introducir límites para impedir que sólo tres grandes empresas de medios en Gran Bretaña controlen el 70 por ciento de la circulación de diarios. Eso no es bueno para la democracia. Entonces, existen esas demandas específicas. Al mismo tiempo, debemos seguir planteando que la crisis que estamos transitando es también una crisis del sistema de medios y que, para enfrentar esa crisis, necesitamos cambios estructurales.

–Usted mostró en su conferencia una foto que encontró cerca de la Casa Rosada que decía: “Clarín, te hicimos Pakapaka”. Se lo vio un poco impresionado con ese grafiti. ¿Por qué?

–(Se ríe.) Lo que adoro de esta idea no es tanto haber puesto “Pakapaka”, sino el hecho de que en la manzana donde está ubicada la Casa de Gobierno haya un grafiti acerca de un tema de política de medios y, además, en lenguaje de gente común. Presumo que eso no lo escribió un académico sino una persona muy enojada. Abusar de Clarín y hacerlo con tanta confianza en un lugar público... Creo que, en la medida en que haya muchos casos como este, estaremos yendo en la dirección correcta. Un grafiti como éste en frente de la Casa Rosada...

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