Mié 30.10.2002

DISCOS  › “SONGS FOR THE DEAF”, DE QUEENS OF STONE AGE

Viva el volumen brutal

Cuando actuó en Argentina, este grupo pasó casi inadvertido, una verdadera paradoja. Su nuevo disco honra al rock más estruendoso.

› Por Esteban Pintos

The Queens of the Stone Age (Las reinas de la edad de piedra) pasaron por Buenos Aires en el caliente verano 2001 y casi nadie se dio por enterado en el micromundo del rock local, a no ser por los silbidos que recibieron en un festival indigestado de heavy metal conservador (Rob Halford, Iron Maiden) y para un centenar de estoicos que presenciaron, además, un show en Cemento –con unos 50 grados de temperatura ambiente– compartido con los créditos locales Los Natas. Por lo demás, sí que los QOTSA cumplieron en ese fin de semana porteño con la fama de rockeros amantes de los excesos (drogas, mujeres, caravana permanente), con que la prensa británica los promocionó y bendijo como salvadores de algo. Seguramente del rock: si algo tiene esta banda, superconfirmado en el reciente Songs for the deaf (“Canciones para los sordos”), su tercer disco, es la capacidad de montar la escena –y musicalizarla, con el juego de los locutores radiales incluido– de la banda de rock sucio, desprolijo y contundente que hace rato no se deja escuchar por ahí. La propiedad intelectual y gestual del rock 2002 quedó, mal que pese, en el obvio y vacío gesto de rebeldía fashion de toda una camada de bandas (Korn, Disturbed, Limp Bizkit, Linkin Park, Staind, Nickelback, cada una con su juego) que existen solo tal vez para que MTV las oponga al pop 2002 de Pink, Britney Spears, Enrique Iglesias, Shakira y Cristina Aguilera.
El encanto de Songs for the deaf radica en varios factores, todos complementarios el uno al otro. Este es un disco de rock pesado que no excluye las sutilezas melódicas, posibles en medio de cada una de las tormentas eléctricas desatadas en sus quince canciones. Pero es un disco de rock pesado, sobre todo. Guitarras distorsionadas cabalgando sobre una sólida base bajo-batería, aceleraciones y desaceleraciones capaces de cortar la respiración, volumen brutal (no resulta casual el chiste del título: ¿qué son, si no sordos aunque sea potenciales, los que disfrutan con escuchar esta música a semejante nivel?). Songs... es un disco rudo pero no desagradable, reivindicador de un tipo de rock and roll que bien puede ser definido hoy, en los primeros años del siglo XXI, como la “edad de piedra”.
El rock de la edad de piedra tiene, además de la distorsión y el volumen, la seducción de su propio regocijo con los límites, el misterio de lo impredecible, el sabor del peligro. ¿Quién puede saber en qué cosas pensaban estos tipos cuando componían estas canciones? ¿En qué estado se encontrarían al momento de grabarlas? Tal vez no haya nada detrás, pero el oyente bien puede transportarse en ese viaje y sentir que allí hay riesgo. Si todo esto ocurre con notables instrumentistas, el efecto se potencia. El variado menú de sonido de guitarra que propone Josh Homme y la precisión del bajista y cantante Nick Oliveri van de maravilla con el aporte de dos extrapartidarios de nombre: por un lado, el ex vocalista de Screaming Trees Mark Lanegan y sobre todo Dave Grohl, hoy superestrella de rock en su rol de guitarrista y cantante de Foo Fighters. Pero antes de eso, se sabe, Grohl tocaba la batería en un trío de rock llamado Nirvana, nada menos. De la suma de sus partes, y del aporte de otros casi-famosos (entre ellos, la bajista argentina Paz Lenchantin), resulta una obra que reivindica el viejo gusto por escuchar música que haga vibrar los vidrios de una ventana y, tal vez, moleste a algún vecino.
Algo de eso queda sugerido en el comienzo mismo del disco: el sonido llega del estéreo de un auto y la música fluye desde allí, hasta estallar en un pequeño aquelarre de guitarra, bajo y batería que parece, arrasará con todo. Un viejo truco del rock de la edad de piedra, actualizado en tiempos cada vez más oscuros, que se repite por quince a lo largo de una hora. Tiempos duros, música dura a todo volumen, declamación de excesos, notables instrumentistas, riesgo. ¿Esto no era el rock?

(Versión para móviles / versión de escritorio)

© 2000-2022 www.pagina12.com.ar | República Argentina
Versión para móviles / versión de escritorio | RSS rss
Política de privacidad | Todos los Derechos Reservados
Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux