DISCOS
› LOS MEXICANOS DE CAFE TACUBA HOMENAJEAN A LA LEY
El placer de las versiones
El grupo clave del fenómeno del rock latino publicó un EP de regreso en que convierte en nuevas cuatro canciones de los chilenos.
› Por Esteban Pintos
“Desde nuestro corazón te ofrecemos el agua más pura para que laves tus penas y la más fresca para saciar cualquier sed. Un valle con las más hermosas flores, de armoniosos colores y exquisitos perfumes que aquieten tu mente y le den paz. Que esta música que nos ha inspirado traiga alegría y vida a estos extraordinarios días.” El texto acompaña la ficha técnica del EP Vale Callampa, una expresión de lunfardo chileno que, utilizando la figura de un hongo, refiere a algo que vale muy poco o casi nada. Vale Callampa es la esperada reaparición discográfica de Café Tacuba, el mejor grupo de rock latino del mundo. El disco con cuatro canciones, ya editado en México y disponible en la Argentina desde esta semana, es el preanuncio de un cd que aparecerá en abril de 2003 y, que se anuncia, será producido por los prestigiosos Dave Fridman (Flaming Lips, Mercury Rev), Dan “The Automator” Nakamura (Gorillaz), además de Gustavo Santaolalla y Aníbal Kerpel. Con la publicación de “Dejate caer”, “Olor a gas”, “Amor violento” y “Tirate”, todas versiones de canciones compuestas y grabadas por el extinto grupo chileno Los Tres, el cuarteto de Satélite (México) da comienzo al cumplimiento de un millonario nuevo contrato con MCA Records, parte del conglomerado discográfico Universal.
Resulta sorprendente, al menos desde cierta perspectiva argentinocéntrica, que el regreso de Café Tacuba se concrete con cuatro canciones de otro grupo latino contemporáneo de mucho menor repercusión global. Pero deja de sorprender si se tiene en cuenta que Los Tres fueron muy grandes en México durante la segunda mitad de los años noventa. Los Tres, valga la ironía, fueron en verdad un cuarteto integrado por Alvaro Henríquez, Angel Parra (sobrino de Violeta, hermano de Javiera, que luego sería la esposa de Henríquez), Roberto Lindl y Francisco Molina. Construyeron una interesante carrera de ocho discos, más de un millón de copias vendidas y un prestigio de bajo perfil, sostenido en la calidad de sus canciones y el vuelo poético de sus letras, en un delicado equilibrio entre sus inclinaciones modernas y el gusto por la tradición de la música popular chilena. Si se piensa en Café Tacuba con el mismo parámetro, podrá hallarse más de un punto de contacto.
Vale Callampa es un homenaje a Los Tres y no sólo por las canciones: las fotos promocionales para esta edición respetan la misma escenografía, vestuario y pose de alguna de las imágenes más famosas del cuarteto chileno. Según el pequeño y carismático cantante, ahora rebautizado “Rita Cantalagua a Gassss”, el título del disco refiere a lo que alguna vez le gritaron en Santiago. “¡Café Tacuba vale callampa!” escucharon mientras circulaban por una calle de la capital chilena y así les pareció que debía llamarse este disco. Anécdota y guiños aparte, el nuevo paso artístico de Café Tacuba explora y recupera para el oído global cuatro piezas de colección en la discografía de Los Tres. “Dejate caer”, tal vez su canción más famosa, pertenece a La Espada y La Pared (1995); “Olor a gas” corresponde a Fome (1997), seguramente su disco más inspirado; “Amor violento” viene desde el disco epónimo y debut (1991); y por último “Tirate” vuelve a la cosecha de La Espada y La Pared.
En todos los casos y tal como había sucedido en Avalancha de éxitos, el otro EP de versiones ya editado en 1996, las canciones recreadas cobran nueva vida y nueva forma. Café Tacuba, un grupo sin baterista, es tan grande precisamente por eso: cuatro fuertes personalidades musicales, con igual derecho a voz y voto en las decisiones artísticas, equilibrados en la gracia de Cantalagua, el sostén rítmico de los hermanos Quique y Joselo Rangel, y la destreza en programaciones, teclados y dirección musical de Emmanuel del Real.
“Dejate caer”, cuyo videoclip rota en los canales musicales, se transforma así en una nueva canción, que explota al máximo el poder decontenida desesperación que transmite la letra. “Olor a gas” resulta más clásica en su concepción instrumental, resaltando la neurótica descripción de alguien que está solo, pero que además se siente solo en el universo esa tarde, encerrado en un departamento vacío. En “Amor violento” estalla el histrionismo vocal de Cantalagua, una marca registrada en el sonido del grupo. Cuando llega el turno de “Tirate”, final de este juego, la guitarra acústica que cautivó en “Revés” –la canción vuelve a surtir efecto–. Al fin y al cabo, es una canción de amor que se ríe de sí misma. Es un final coherente y bello: las cuatro canciones giran en torno al amor, la soledad, la desesperación. Todas son neuróticas, síntomas de un tiempo extraordinario. Un compendio de pequeñas locuras urbanas, versionadas por un grupo de talentosos músicos, capaces de camuflarse tras las canciones de otros para demostrarse grandes y revelar grandes a esos otros. ¿Alguien más puede hacerlo así?