DISCOS
› UN NUEVO DISCO VIRULENTO DE LAS MANOS DE FILIPPI
Una agrupación incendiaria
“Hasta las manos I.P.H.G. Insurrección popular/Organización popular)” testimonia el poder virulento de una banda siempre en combustión.
› Por Esteban Pintos
Una posible lectura de la evolución del rock argentino a lo largo de su historia, al menos de su historia oficial, indica que siempre se mantuvo en contacto con la realidad social de un país en permanente estado de ebullición. Eso ocurre desde que existe la idea del “rock nacional”, expresión que de por sí denota, justamente, pertenencia. Algunos ejemplos: en la historia oficial del género se habla de Instituciones de Sui Generis como retrato del oscurantismo lopezrreguista, o de La grasa de las capitales y Bicicleta de Seru Giran como testimonios de los últimos años de la dictadura militar 1976-1983. Suelen citarse canciones de Luis Spinetta, Aquellarre, León Gieco, Miguel Cantilo y más acá en el tiempo, Fito Páez,Fabulosos Cadillacs, Los Piojos, Bersuit, La Renga, Los Redonditos de Ricota. Todos hicieron música y letras al compás de un determinado tiempo y lugar.
Sin embargo, algunos episodios sociales claves de la historia argentina contemporánea –la guerra de Malvinas, los indultos, el diciembre negro 2001– generaron reacciones cuanto menos dudosas o más bien confusas: el Festival de Solidaridad Latinoamericana en 1982 tuvo numerosa presencia de iconos rockeros del momento; el Festival contra el Indulto de Menem a los genocidas de la dictadura, por el contrario, tuvo escasa participación. Ni de aquellos iconos ni de otros más recientes. Ahora, en el nuevo escenario de país provocado luego de diciembre 2001, cabía esperar el rebote consecuente, en canciones y actitudes. No lo hubo, o más bien no lo hubo en el esperable número para una música que implica compromiso y actitud. Las bandas y solistas convocantes, salvo las excepciones de La Renga y Bersuit (cada uno a su manera), se abstuvieron prolijamente de tomar el partido correspondiente, necesario.
Las Manos de Filippi es una banda de menor impacto popular (claro, compusieron “Sr. Cobranzas” y Bersuit la convirtió en la canción antimenemista), pero con ingenio, rabia y la impunidad de saberse no masivos, sintonizan con ciertos estados de ebullición social propios del último lustro. Vuélvase sobre “Sr. Cobranza”, si no: aquella era una canción provocada por la ira de alguien harto de las cuentas que pagar, y desde allí daba lugar a una larga diatriba (“son todos narcos”, frase bien expresiva por cierto) en contra del poder. Más allá de la versión Bersuit, “Sr. Cobranza” figuraba en Arriba las manos, esto es el Estado, profético primer disco del grupo, de 1998. Un lustro después, cuando todo se volvió más pesado y oscuro el grupo insiste con su corrosiva lírica, a caballo de una serie de ritmos “bailables” con letras antisestémicas.
Hasta las manos I.P.H.G. (Insurrección popular/Organización popular) tiene once canciones que suenan a explosión de molotov, en su la exaltación de la lucha piquetera, el llamado a la huelga general, la aversión por el trabajo, el odio a la policía, una proclama antitelevisión, una oda a la cocaína y un llamado al magnicidio. “Todo aquel que piense que Duhalde no es igual / tiene que entender que no es así / Ese es otro hijo de puta / Hay que matarlo igual”, arrojan en un tramo de la gran canción de protesta del año, bautizada “Organización”, que contiene entre sus alusiones musicales a “I will survive”, de Gloria Gaynor, y “La vida es un carnaval”, de Celia Cruz.
Todo eso cabe en el anarquizado ideario de una banda que, más allá de los impactos populares que consiguió a través de terceros (“La cumbia del cucumelo”, por Rodrigo; la mencionada “Sr. Cobranza”, por Bersuit), se ha mantenido tozudamente, a veces por indolencia, otras veces por principios, en los márgenes del negocio. Más allá de imperfeccione y cierto desorden que les impide desarrollar una “carrera” en términos convencionales seanbienvenidos quienes aciertan a elevar la voz en el tiempo y lugar indicados. No todos parecen animarse a eso.