Mié 24.09.2003

DISCOS  › EL ARCHIVO DE BLUE NOTE, EN UNA COLECCION DE DISCOS REVELADORES

El arca de los cazadores de vinilos

Los seis discos de la serie no sólo confirman el valor de la compañía fundada por dos judíos escapados del nazismo, también sirven para elaborar un mapa que une versiones originales con obras que hicieron del “sampling” un arma artística.

› Por Eduardo Fabregat

El juego de la música permite tales asociaciones: si no hubiera existido Hitler y su plan de exterminio, quizá los Beastie Boys nunca hubieran grabado Paul’s boutique, ni Guru hubiera patentado el término acid jazz, ni el mundo tendría la misma percepción de la música negra. La afirmación suena descabellada pero tiene sus fundamentos: a fines de los ‘30, dos judíos alemanes llamados Alfred Lion y Frank Wolff huyeron de Berlín, y no hace falta indagar mucho en sus razones. Su refugio geográfico fue Nueva York, pero también encontraron un refugio espiritual en la música de otra raza perseguida. Seducidos por la inspiración de los músicos afroamericanos, frustrados por la escasa difusión que eso obtenía, Lion y Wolff abrieron en 1939 un sello para dar espacio a tanta música vibrante, que al cabo se convertiría en una marca registrada del jazz: Blue Note.
Pero Blue Note no es sólo el refugio de cats del tamaño de las leyendas, como Miles Davis, Herbie Hancock, Sonny Rollins o Thelonious Monk. También se convirtió en el material favorito de los vinyl hunters, cazadores de vinilo, amantes del sample que encontraron en esas viejas grabaciones la mejor base para los Frankenstein que cobraron vida cuando la música empezó a morderse la cola. La obra más sorprendente en ese sentido es aquel disco de los B-Boys de 1989, pero los problemas legales por tanto uso de fragmentos llevaron a que la tarea se acotara. La obligación de mencionar todo sample en el librillo hizo el resto, pero el sampling sigue siendo hoy un recurso de uso extendido, artísticamente justificado.
De allí el encanto de la serie que EMI lanzó en Argentina, y en la cual pueden rastrearse las raíces de varias músicas de la era del mestizaje. El rescate Blue Note viene dividido en seis volúmenes con canciones agrupadas estilísticamente: Carnival, para los pasajes más exóticos; Feelin’ the spirit, representando al rhythm’n’soul; Look into the flower, un “paseo psicodélico”; Say it loud!, repasando lo más militante de la música negra; Home cookin’, presentado como “ritmos infecciosos”, término que se comprende mejor cuando se escucha a Groove Holmes, Gene Harris o Cannonball Adderley; y Tender feelin’s, con lo más tranquilo de la oferta. Una riquísima galería de artistas, 94 canciones que demuestran la influencia de Blue Note en la escena contemporánea.
El asunto no pasa solo por disfrutar el banquete, sino también por darle piedra libre al juego y reconocer los ADN. Con los Beastie Boys a la cabeza, claro, que en “Sure shot” (de Ill Communication) le dieron otro contexto a la flauta mágica de Jeremy Steig y su “Howlin’ for Judy”, pero también supieron homenajear a Richard “Groove” Holmes, grabando una canción con su nombre que parece una versión ralentada del “Groovin’ for Mr. G” presente en Home Cookin’. O darle cabida a los Jazz Crusaders (en “Intergalactic”, de Hello nasty) y samplear a Jimmy Smith (presente en Carnival con “Fungii mama”) en “Root down”, a la vez metasampleado por Prodigy en “Funky shit”, de The fat of the land. El sample del sample reaparece con Lou Donaldson, notable vientista especialista del bop que enarbola el grito de guerra –patentado por James Brown– “Say it loud: I’m black and I’m proud” (“Decilo bien alto: soy negro y estoy orgulloso”), tan utilizado por los acid jazzmen Us3 y A Tribe Called Quest como por el más reciente disco de Mary J. Blige.
Los que fueron seducidos por aquel Hand on the torch de Us3 encontrarán varias de sus fuentes de inspiración: Horace Silver (un pianista influido por la música de Cabo Verde, sampleado por Easy Mo Bee en The New Groove, un disco de remixes patrocinado por Blue Note en 1996), el vibrafonista Bobby Hutcherson o el malogrado guitarrista Grant Green (en “Tukka yoot’s riddim”). El organista Reuben Wilson y el demoledor trompetista Donald Byrd aparecen en el disco de Us3, pero fueron también parte del Jazzmatazz del rapper Guru, quien archivó el sample y convocó a los músicos de Blue Note para tocar en discos y giras. Para el juego de las comparaciones, Lonnie Smith (especialista del Hammond) y el pianista Gene Harris muestran en la serie dos canciones originales (“Down here on the ground” y “Listen here”) revisitadas en New Groove, y que demuestran hasta que punto el sample puede escapar al robo y ser un inspirado ejercicio creativo.
Algo similar sucede con Marlena Shaw. La primera cantante contratada por Lion y Wolff sonará conocida para quienes se dejaron seducir por el Tourist de los franceses St. Germain, que tomaron la frase “I want you to get together/put your hands together one time” (de “Woman of the ghetto”, en Say it loud!) como base de “Rose rouge”. La misma canción sirvió para que Blue Boy le diera forma al “Remember me” incluido en el soundtrack de Forces of nature. El recuento de fuentes de sample incluye a un gigante como Cannonball Adderley (rescatado tanto por New Groove como por A Tribe Called Quest, en el “Ince again” de Beats, rhymes and life), que en Say it... ofrece un festival de negritud (“Walk tall”, “Why am I treated so bad?” y “The scene”) realzado por las arengas del reverendo Jesse Jackson.
En otros casos, los descubrimientos del archivo Blue Note pasan por los covers. Allí están los ejemplos de “Expressway to your heart” por Margo Thunder (número caliente de Blues Brothers), un doblete de “Light my fire” (tema de los Doors largamente covereado) por Minnie Riperton y por John Andrews Tartaglia, o el “Hard to handle” (por Patti Drew) que versionaron The Commitments en el film de Alan Parker Camino a la fama. Samples, relecturas, descubrimientos, nuevas pruebas de que las canciones están siempre en movimiento y adoptan múltiples identidades. La demostración de cómo un par de perseguidos por la dictadura nazi torcieron su destino, y terminaron colocando un ladrillo fundamental en la historia de la música.

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