El gobierno nacional designó ayer a Miguel Peirano como presidente del Banco de Inversión y Comercio Exterior (BICE). De esta manera, el ex ministro de Economía vuelve a la función pública con una misión específica: hacer del BICE la plataforma para la creación de un banco de desarrollo nacional, que financiará proyectos de inversión productiva a mayores plazos y menores tasas de interés. El objetivo es tratar de imitar, a mucho menor escala, la experiencia brasileña con su poderoso Banco de Desarrollo.

El 25 de noviembre del año pasado, Página/12 reveló que el entonces presidente Néstor Kirchner ya tenía elaborado un proyecto para crear un nuevo banco de desa-rrollo, que utilizaría como base el actual BICE. Cuando Peirano dejó el Ministerio de Economía el 10 de diciembre del año pasado, fue tentado a ocupar un lugar relevante en esa banca de desarrollo. Su designación como presidente del BICE, a través del decreto 625/2008, es el primer paso para impulsar esta entidad que financiará proyectos a mediano y largo plazo. Esta iniciativa es uno de los reclamos varias veces expuesto por la Unión Industrial Argentina.

“Queremos llegar, sin eufemismos, a diseñar una banca de inversión que apoye a la industria. Será un banco de inversión que sirva al empresariado, que apueste esencialmente al sistema productivo”, había anunciado el jefe de Gabinete, Alberto Fernández, en noviembre de 2007, en ocasión del cierre de la conferencia anual de la Unión Industrial Argentina, donde Peirano aprovechó para despedirse de su cargo. Este diario reveló que el banco de desarrollo podría comenzar a funcionar con 2500 millones de dólares.

“El nuevo banco de desarrollo –en ocasión de crearse– deberá contar con el capital necesario acorde al tamaño y las necesidades financieras del país. Si así no ocurriera, sería una simple declaración. Pero el financiamiento es sólo una parte. Argentina no cuenta con una ley que promueva el desarrollo industrial, que está librado básicamente a las acciones del sector privado. Por eso también se necesitaría un marco legal en este sentido, sumado a los fondos necesarios para operar”, indicó a Página/12 el economista Carlos Leyba.

Peirano había señalado este diario, cuando recién había asumido como ministro de Economía, que su idea era lograr una “financiación a largo plazo a tasas razonables, que nos permita equiparar las condiciones que ofrecen los países desarrollados o aquellos con incentivos financieros muy agresivos, donde el rol del Estado es muy fuerte, como en Brasil”.

–¿Su intención es avanzar hacia un banco de desarrollo? –preguntó Página/12 en aquel momento.

–Es avanzar con el criterio de generar facilidades para la inversión, en términos de tasas y plazos, con una política agresiva de garantías. El apoyo en materia financiera, que consideramos central para el desarrollo de la inversión, no puede estar sustentado en ningún tipo de flexibilización de lo que son las garantías de los créditos. El objetivo es complementar el desarrollo del sistema financiero privado con instrumentos públicos consistentes, de alargamiento de plazos, que garanticen el recobro de los préstamos.

Una vez terminado el gobierno de Néstor Kirchner, y con Peirano fuera de la administración nacional, existía el consenso suficiente para reservarle un lugar clave. Esa posición sería la presidencia del BICE, que servirá para lanzar una nueva banca de desarrollo que emule, de alguna manera, el caso brasileño.

El Banco de Inversión y Comercio Exterior fue creado en 1992, un año antes del cierre del antiguo Banco Nacional de Desarrollo (Banade). Desde su creación, el BICE otorgó financiamiento a empresas por más de 1500 millones de dólares para proyectos con una inversión total de más de 3300 millones de dólares. El año pasado, el BICE desembolsó por todo concepto 703 millones de pesos. En los últimos tres años, el total desembolsado ascendió a 1361 millones de pesos.