Fue la primera jornada hábil de la primavera, pero el clima del mercado financiero y cambiario brasileño pareció anticipar el verano. En medio de un juego perverso de especulaciones, en torno a elecciones y cercanos vencimientos de deuda, el valor del dólar se recalentó hasta cerrar a un nivel inédito de 3,57 reales por unidad, a las puertas de ponerse en paridad con el peso argentino. No fue ésta la única referencia al país vecino que se escuchó durante la jornada en la plaza paulista. José Serra, candidato del oficialismo socialdemócrata, buscó agitar el fantasma de Lula da Silva advirtiendo que un triunfo de éste podría convertir a Brasil “en una Argentina”. “Ustedes vieron lo que sucedió en la Argentina después de una campaña electoral, la de 1999, en la que se prometía el cielo”, dijo Serra con un registro muy particular de los hechos. Sin proponérselo, el virtual ministro de Economía de Lula, Guido Mantenga, también quedó ligado a la Argentina, al afirmar que “el que compre dólares ahora, va a perder dinero”, parafraseando a dos desafortunados ministros de Economía argentinos: Lorenzo Sigaut a principio de los ‘80 y Domingo Cavallo semanas antes de la caída de la convertibilidad.
Los resultados de la encuesta de Datafolha dando cuenta del ascenso en la intención de voto a Luiz Inácio da Silva, del PT, al punto de ponerlo a un paso del triunfo en primera vuelta, fueron la excusa para el salto del dólar. La cotización de la divisa trepó casi un 5 por ciento con respecto al viernes, al tiempo que caía el valor de las acciones y de los títulos públicos en la Bolsa de San Pablo. Sin embargo, otro factor incidió también sobre el comportamiento de los especuladores: mañana, miércoles, vence un título de deuda pública por el equivalente a 1500 millones de dólares, que el gobierno eludió refinanciar. Cuanto mayor sea el valor del dólar, mayor será el importe que recibirán en reales los poseedores de títulos.
“Es claro que el mercado está especulando contra el Banco Central, porque hay interés en hacer subir la cotización del dólar para favorecer (un valor elevado a la fecha de) el vencimiento de los títulos”, reconoció Helio Ozaki, especialista de la corredora Finambras. Dicha deuda será liquidada según el tipo de cambio de hoy. Según los operadores de las mesas de cambio, ayer hubo pocos negocios en divisas y eso favoreció la acción de los especuladores, que pudieron manejar el precio de la moneda. Está visto que no todos los que compren dólares en estos días van a perder, como supone Mantenga.
Los pronósticos del candidato a ministro por el PT son que “luego de las elecciones del 6 de octubre, gane quien gane, el dólar se va a calmar y va a bajar a entre 2,80 y 3 reales”, por lo que “quien compra dólares a 3,50 reales va a perder dinero”. Mantenga fue uno de los dos enviados a Washington por el equipo de campaña de Lula para “calmar” a los mercados y dar señales de racionalidad y respeto a los compromisos internacionales. Junto a la designación de José Alencar como candidato a vicepresidente, un empresario vinculado con el Partido Liberal, fueron los gestos más contundentes del Partido Trabalhista para tratar de vencer la resistencia del establishment al posible ascenso de su candidato a la primera magistratura.
Otro gesto que marca los nuevos vientos que soplan en Brasil será dado la semana próxima por el subsecretario general de la Cancillería, Clodoaldo Hugueney, el próximo lunes en Washington, cuando se reúna con el representante de Estados Unidos en la mesa de negociaciones del ALCA, Peter Algeier. Según cita ayer el periódico Gazeta Mercantil, en Itamaraty hay posición tomada en cuanto a que, a partir de ahora, todas las decisiones relativas al ALCA quedarán en manos del futuro gobierno. No sólo el PT endureció su discurso con respecto al ALCA: los demás candidatos, incluido Serra, han tomado distancia en las últimas semanas de la pretendida anexión económica continental de la Administración Bush.