ECONOMíA
• SUBNOTA › EL IMPACTO EN LA ARGENTINA DE LA DEVALUACION DEL REAL
Menos comercio pero más playas
› Por Claudio Scaletta
El real continúa su devaluación frente al dólar al son del crecimiento del candidato Luiz Inácio Lula da Silva. Pero, a diferencia del ánimo de los argentinos que sueñan con volver a disfrutar de las arenas brasileñas, la noticia puede repercutir negativamente sobre el ya menguado comercio bilateral. La fuerte ganancia de competitividad conseguida con la devaluación del peso podría licuarse, en particular en aquellos sectores más sensibles a las variaciones del tipo de cambio, como calzado, textiles, pollos y azúcar.
Las opiniones de los economistas están divididas. Quienes trabajan en las empresas brasileñas en la Argentina confían en que se trata de un movimiento especulativo de corto plazo y que la cotización del real volverá a estabilizarse pasadas las elecciones. Quienes en cambio tienen puesta la mirada en los indicadores financieros de más largo plazo destacan que la situación de la deuda pública brasileña es, cuanto menos, delicada y que el riesgo país se mantiene clavado por encima de los 2000 puntos. En un contexto global recesivo, la salida de capitales continuará, manteniendo la tendencia devaluatoria.
Otros recuerdan que, cualquiera sea el caso, si el real y el peso mantienen una relación de cambio similar respecto del dólar, por ejemplo a 3,70, se estaría en una situación similar a la de fines de 1998, cuando en las dos economías existían regímenes de tipo de cambio fijo, con convertibilidad 1 a 1 con el dólar. Por entonces, como ahora, la balanza comercial bilateral era superavitaria para la Argentina.
Sin embargo, los antecedentes históricos muestran que, salvo en el caso de fuertes corridas, las variaciones cambiarias no modifican las patrones de comercio. Hoy, los alicaídos flujos bilaterales están determinados por las caídas de actividad en ambas economías. Más en el caso de los dos socios mayores del Mercosur, donde el intercambio más importante lo constituye el comercio administrado del sector automotor y commodities con precio internacional, como el petróleo.
En los restantes rubros industriales, la situación es más delicada. La devaluación brasileña tendría que ser muy fuerte para afectar las exportaciones argentinas de lácteos, un poco menos en las importaciones de pollos y porcinos, y peligrosa en textiles y calzados. En estos dos rubros, el reingreso de los productos brasileños podría ahogar la naciente recuperación sustitutiva de importaciones. En todo caso, la caída del peso fue lo suficientemente significativa como para que lleve algún tiempo desandar el camino.
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