Dom 21.09.2008

ECONOMíA  › CORRIDA DE AHORRISTAS ARGENTINOS QUE FUGARON PLATA AL EXTERIOR

El mundo no es un lugar seguro

La debacle de Wall Street generó una ola de pánico entre argentinos con depósitos en Estados Unidos y otras plazas internacionales. Hubo desesperación para recuperar dinero físico, migración a paraísos fiscales y nervios como en viejas crisis locales.

› Por David Cufré

Ricos y famosos, dueños de industrias, altos ejecutivos, propietarios de campos, profesionales exitosos y demás miembros de las clases altas y medias altas argentinas con ahorros en el exterior volvieron a sentir esta semana esa descarga de adrenalina, ese retorcijón en el estómago, ese vértigo que tantas veces experimentaron aquí en los últimos treinta años y del que se creían a salvo a partir de guardar sus dólares fronteras afuera. Argentina es por lejos el país de América latina con mayor proporción de fondos depositados por sus ciudadanos en plazas financieras internacionales. El Ministerio de Economía estima oficialmente que se trata de unos 140.000 millones de dólares. Consultores y fuentes del mercado arriesgan que la cifra podría trepar hasta el doble y apuntan que sólo el monto reconocido es en proporción cuatro veces mayor al dinero fugado por los chilenos y tres veces superior al que sacan los brasileños. Los protagonistas de la fuga de pronto se vieron los últimos días repitiendo los rituales de antaño frente a crisis internas, pero ahora con un componente de angustia adicional por la distancia con sus billetes. Los más espantados, que no fueron pocos, llegaron a pagar una comisión de hasta 1 por ciento a sus agentes financieros para que les transformaran un papel que decía que tenían equis cantidad de dólares en una cuenta en el exterior en billetes físicos, que se pueden tocar y guardar en una caja de seguridad o debajo del colchón.

La histeria hizo recordar a más de un habitante de la city lo que se vivió en el mundillo de las personas adineradas desde mediados de 2001, cuando veían que la convertibilidad no daba para más y la estampida era a la inversa: llamaban de urgencia a bancos de inversión extranjeros, como Merril Lynch, Credit Swiss, Wachovia, HSBC, Deutsche, Barclays o BNP Paribas para enviar al extranjero la plata antes del naufragio. Esas entidades fueron las estrellas del momento. Hoy, a partir de la caída de Bear Stearns, Lehman Brothers y la propagación de la crisis internacional, todas ellas quedaron barnizadas de desconfianza. Pero las que generan mayor recelo son las estadounidenses. Eso llevó a que se reeditara otro hecho característico de 2001 y 2002. En aquel momento, entre bancos comerciales de plaza se sacaban los ojos para robarse clientes y diferenciarse unos de otros. Ahora ocurre lo mismo entre bancos de inversión internacionales. Importantes ahorristas argentinos, empresarios, consultoras, agencias de Bolsa y de allí para abajo están recibiendo mails que propagan rumores sobre que algunos de esos bancos de inversión están a punto de caer en la insolvencia, que sus carteras son las más golpeadas y que no podrán afrontar las pérdidas. Al mismo tiempo, las mismas personas reciben otros mails con ofertas y publicidades para transferir sus depósitos a sus bancos. “Los europeos están castigando muy duro a los norteamericanos”, comentó a PáginaI12 un especialista en estas lides del microcentro porteño.

–¿Hay miedo por la situación internacional entre los ahorristas argentinos con plata afuera? –preguntó este diario a cinco reputadas fuentes ligadas a lo que se conoce como “banca privada”, que es la que se encarga de sacar y administrar fondos fuera del país. Sus mayores exponentes son los bancos de inversión, y los más utilizados por los argentinos son los citados más arriba, todos con oficinas en Buenos Aires, más algunos bancos comerciales con divisiones desarrolladas en ese negocio como Citibank o Santander. También hay otros, más exclusivos, como Goldman Sachs y Morgan Stanley, hoy en situación comprometida, que se dedican a clientes que no abren cuentas de 50.000 dólares en adelante como los demás –la media de los argentinos con cuentas en el exterior, de todos modos, se sitúa entre 500 mil y 1 millón de dólares–, sino de varios y hasta cientos de millones.

“Y qué te parece.” “Me llama todo el mundo, preguntan dónde poner la plata.” “Están asustados, obviamente.” “Hay mucho miedo.” “Es como en 2001, estoy en línea directa con los clientes”, respondieron con absoluta coincidencia los cinco banqueros, consultores y asesores financieros a PáginaI12.

También contaron que el principal destino de los dólares que salen del país es Estados Unidos, seguido por Suiza, en ambos casos con escala previa o administrados muy habitualmente desde el Uruguay. Los inversores más grandes fugan dinero a través de sociedades off shore radicadas en paraísos fiscales. El grueso de los clientes de los bancos de inversión son individuos, no empresas, que buscan “tranquilidad” para sus ahorros. Hasta mediados de 2007, cuando estalló la crisis en Estados Unidos, perseguían rentabilidades en dólares de entre 7 y 12 por ciento anual, apostando a fondos de acciones y bonos más o menos riesgosos. Hace quince días, y sobre todo desde la caída de Lehman Brothers –también con oficina de representación en el país–, “hubo una corrida desesperada hacia bonos del Tesoro estadounidense”. “Ahora lo que se busca es refugio, no rentabilidad. Los inversores argentinos se conforman con un 2 por ciento de interés anual o menos. Esta semana las letras del Tesoro norteamericano a un mes llegaron a rendir 0 por ciento, de tan demandadas que estuvieron”, explicó a PáginaI12 desde Wall Street un operador que asiste a inversores argentinos.

La estrategia común de esos ahorristas para proteger sus depósitos fue comprar bonos estadounidenses. Paradójicamente, pese a la crisis de ese país, los títulos que emite son considerados la inversión más segura del mundo, porque se afirma que Estados Unidos nunca caerá en default, ya que tiene la potestad de imprimir dólares. Los argentinos cuando sacan plata al exterior lo que hacen habitualmente es abrir una cuenta en un banco de inversión. Ese dinero está allí en custodia. Cuando las cosas van bien, aceptan las recomendaciones de la entidad para invertir en tal o cual activo financiero. Ahora, frente a la crisis, el temor de los financistas no es que el banco cierre y la plata quede allí retenida, como ocurrió aquí en el pasado cuando cayeron entidades financieras, sino que su pánico es que las inversiones que autorizó a realizar hayan sido un desastre y su dinero se haya licuado junto al derrumbe de acciones y bonos. Por eso, lo que intentan ahora es pasar sus cuentas a bonos del Tesoro, que rendirán poco y nada, pero mantienen el valor de los ahorros. En el medio de esas operaciones, de todos modos, se pagan comisiones y se pierde plata. Y en ocasiones el traspaso no es tan rápido, por ejemplo si los dólares estaban invertidos en los llamados hedge funds.

El PIB argentino terminará este año en torno de los 335.000 millones de dólares. El dinero fugado equivale –por lo menos– a un 40 por ciento de esa cifra. Una de las razones que dan los analistas es que el país viene atravesando crisis que confiscaron ahorros de 1975 en adelante. Una segunda causa tanto o más importante que explica la fuga es la alta evasión impositiva y la necesidad de ocultar dinero negro. Un tercer componente de esta práctica tan extendida es la falta de un mercado de capitales desarrollado a nivel local. Y la cuarta razón es que existía confianza en el supuesto paraíso de la desregulación financiera neoliberal. Hoy esto último ha desaparecido.

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