Dom 15.03.2009

ECONOMíA  › ARGENTINA PLANTEO QUE TERMINEN LAS CONDICIONALIDADES DEL FONDO

Salir de la crisis con otras armas

Frente a la presión de sectores del establishment para volver al FMI, el ministro de Economía planteó ante el G-20 que el organismo debe dejar de imponer condiciones para prestar. Apuntan a paraísos fiscales.

› Por David Cufré

Los ministros de Economía del G-20 posan para la foto delante del lujoso hotel donde celebraron su cumbre.

El gobierno argentino reclamó ayer ante el Grupo de los 20 que el Fondo Monetario Internacional deje de imponer condiciones para prestar a los países que requieran su ayuda. Sólo así la Argentina aceptaría volver a relacionarse activamente con el FMI. El ministro de Economía, Carlos Fernández, fue el encargado de transmitir el mensaje ante el principal foro económico mundial de estos días. La propuesta de reformulación del organismo contó con el decisivo respaldo del BRIC: Brasil, Rusia, India y China, las mayores potencias entre los emergentes. Estos países también coincidieron en que es preciso capitalizar al Fondo y que haya transferencias automáticas de dinero a las naciones que lo integran para paliar la escasez de liquidez internacional. Esos recursos que lloverían desde un FMI renovado darían espacio a los gobiernos para aumentar el gasto público y contrarrestar los efectos de una crisis cada vez más aguda.

El G-20 está compuesto por Estados Unidos, Alemania, Japón, Inglaterra, Francia, Italia y Canadá, todos del G-7, más Argentina, Australia, Brasil, China, India, Indonesia, México, Arabia Saudita, Sudáfrica, Corea del Sur y Turquía, más la Unión Europea como bloque. Entre todos representan el 80 por ciento de la economía mundial. La imposibilidad del G-7 de encauzar por sí sólo la crisis actual determinó que sea el G-20 el espacio donde se busquen soluciones coordinadas. Ayer finalizó en Horsham, al sur de Inglaterra, la reunión de ministros de Economía y presidentes de bancos centrales del bloque, quienes prepararon el terreno para la cumbre de presidentes que tendrá lugar el 2 de abril en Londres. Allí estará por primera vez Barack Obama, y contará nuevamente con la presencia de Cristina Fernández, quien ya asistió al primer cónclave de mediados de noviembre en Washington.

La declaración final de los ministros tuvo como una de las definiciones centrales la necesidad “urgente” de revitalizar el FMI. Ello supone dotarlo de más recursos y asignarle mayor participación en su conducción a las naciones emergentes. Sin embargo, no hubo precisiones en ningún caso. Eso llevó al BRIC a advertir a través de un comunicado que no aportará más recursos al Fondo hasta que no se reconozca a ese bloque, y a los emergentes en general, más espacio en el manejo del organismo. Fue una advertencia severa que quedó para ser debatida a principios de abril por los mandatarios del G-20.

En su discurso, el ministro argentino pidió que el FMI flexibilizara fuertemente su función de prestamista para atender las necesidades de los países en desarrollo. Esto implica “asistencia financiera flexible, amplia e inmediata, eliminando o reduciendo al mínimo las condicionalidades” que hasta ahora impone el organismo cada vez que solicitan su ayuda. La existencia de esas condicionalidades fue lo que llevó al Gobierno a congelar sus relaciones con el Fondo. La única manera de revertir esa situación es que termine la injerencia en cuestiones de política económica interna.

Fernández también planteó que el FMI debe “democratizar la toma de decisiones para reducir los problemas de legitimidad y eficiencia aún vigentes”. Finalmente, marcó que “dado el carácter sistémico de la crisis, se considera oportuno aumentar los recursos del FMI a través de mecanismos temporales y permanentes, pero el mismo debe estar acompañado de reformas fundamentales en su estructura de gobierno que aseguren cambios en la forma en que la institución ejecuta su mandato de supervisión y financiamiento”.

El punto más concreto del encuentro de ministros fue una embestida contra los paraísos fiscales. Los funcionarios aprobaron que los organismos internacionales competentes identifiquen las “jurisdicciones no cooperativas” y se cree una “caja de herramientas” con medidas para luchar contra ellas. En la última semana varios de esos países en la mira tuvieron que flexibilizar su secreto bancario para escapar a las penalidades. Entre ellos figura nada menos que Suiza, y también están otras naciones emblemáticas adonde suelen esconderse fortunas que escaparon a obligaciones fiscales o surgieron de actividades ilícitas: Luxemburgo, Liechtenstein, Bélgica, Austria y Andorra, mientras que el principado de Mónaco adelantó que podría seguir el mismo camino.

Un estudio de la organización británica Oxfam, presentado anteayer, calculó que los países en desarrollo pierden hasta 124.000 millones de dólares al año por la fuga de capitales a paraísos off-shore. Pero el problema también alcanza a las naciones centrales, especialmente europeas, y de allí la presión creciente para que transparenten su funcionamiento. Los fiscos de los países pierden enormes sumas de dinero que ahora, en medio de la crisis, se intenta recuperar.

En la declaración final se expresó que los países harán “todo lo que haga falta y el tiempo que sea preciso” para restablecer el crecimiento económico. El otro objetivo es evitar que se repitan crisis como la actual, para lo cual la atención está puesta en establecer nuevas regulaciones a los mercados financieros. En ese punto, se advirtió sobre la necesidad de controlar el funcionamiento de los fondos de inversión de alto riesgo y de las calificadoras de riesgo. La expectativa ahora está puesta en la cumbre del 2 de abril.

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