Como si fuese inmune a la crisis, durante el 2008 la cadena de comidas rápidas McDonald’s consiguió incrementar sus ingresos un 26 por ciento en toda América latina, hasta llegar a los 3500 millones de dólares, y con ese ánimo promete abrir ciento cincuenta locales durante este año. Ni siquiera pudo empañar esa buena performance la caída en las ventas que viene registrando en la región, aunque con resultados disímiles según los países: en la Argentina los despachos de hamburguesas y otros menúes subieron un 15 por ciento en el primer trimestre de 2009.

Los datos regionales fueron difundidos ayer por Woods Staton, presidente y Ceo de Arcos Dorados, la sociedad que explota la licencia de McDonald’s en la región. “El resultado superó nuestras expectativas”, señaló el ejecutivo. No es para menos, si se tiene en cuenta que la rentabilidad neta en toda Latinoamérica sumó 700 millones de dólares, mejorando a la del ejercicio anterior, cuando los ingresos globales llegaron a 2700 millones. El negocio del fast food se sostiene, a pesar de que en muchos países es necesario importar gran parte de los insumos y con un dólar que se encarece frente a las monedas locales, tal como señaló aquel directivo, que aseguró que la filosofía es “apostar al largo plazo”.

En términos regionales, las ventas durante el último trimestre del año pasado cayeron un 30 por ciento, mientras que en el primer trimestre de este año se redujeron a la mitad y sobre un presupuesto “ya ajustado” a fin de año. Pero los resultados no son homogéneos. En México el negocio se encoge en la medida que la economía de los Estados Unidos se resiente. La situación tiene signo positivo en lugares como Venezuela, el país que tiene un índice más alto de venta por restaurante en toda la región. En la Argentina también creció el giro de la empresa. El alza en las ventas funda la determinación de la compañía de no alterar la grilla de personal en el mercado local.