ECONOMíA › LA EMPRESA DE IVANISSEVICH EXPLORA ALTERNATIVAS PARA ENTRAR EN TGN
Frente a la resistencia del grupo Techint, principal accionista de la transportadora, Emgasud intenta otros caminos para comprar.
› Por Cledis Candelaresi
La posibilidad de que Emgasud entre como un accionista de peso en Transportadora de Gas del Norte depende en gran medida de que el fondo estadounidense Blue Ridge acceda a venderle su 24 por ciento de participación en la compañía. El grupo Techint, principal operador de TGN, se viene resistiendo a tener como socia a la firma de Alejandro Ivanissevich, a la que atribuye vínculos cercanos al Gobierno. Por ahora, Blue Ridge se niega a abandonar su posición en la distribuidora, que logró por haber heredado de la ex accionista CMS un dictamen del Ciadi contra el Estado argentino por 136 millones de dólares. En tanto, la Bolsa de Comercio de Buenos Aires le estaría por reclamar al potencial comprador que informe sobre sus planes.
TGN fue intervenida por el Estado luego de que en diciembre pasado defaulteó una obligación negociable por 22 millones de dólares. Entonces el Enargas designó como coadministrador a Roberto Pons, cuyas potestades fueron luego restringidas por la Justicia en segunda instancia. Todo en el marco de un vínculo muy deteriorado con la sociedad operadora, Techint, que no consiguió ningún ajuste tarifario desde 2001 y a la que luego se la inhibió de la posibilidad de exportar para garantizar el abastecimiento de gas al mercado interno.
Esa situación puso a TGN en el radar de Ivanissevich, que está en franco proceso de expansión en el rubro energético, y la llevó a arrimar una oferta. Sin embargo, Techint no dio cabida a la chance. El holding que encabeza Paolo Rocca es el operador de TGN y su principal accionista en el consorcio que integra con Total, Petronas y Compañía General de Combustibles. Todos ellos conforman Gasinvest, que tiene el 56 por ciento del capital de la transportadora. Blur Ridge ostenta otro 24 por ciento y el resto de las acciones cotizan en Bolsa.
Blue Ridge entró en TGN comprándole a la ex accionista, la norteamericana CMS, su participación en un juicio contra la Argentina que encaró ante el Ciadi, el tribunal arbitral del Banco Mundial, por el congelamiento tarifario que se impuso tras la devaluación. El fallo fue favorable a la demandante en 136 millones de dólares que, con las correspondientes actualizaciones, hoy rozaría los 190 millones.
La realidad es que ese derecho será de difícil ejercicio, ya que hoy no existe ninguna instancia que permita ejecutar esas sentencias y efectivamente cobrarlas. Este dato, sumado a los magros resultados económicos de la transportadora, reducen el valor de ese cuarto de capital en manos del buitre. Pero por el momento, Blue Ridge parece aferrada a la posibilidad de cobrarle al Estado o aspira a vender su posición del mejor modo posible. Ya sus socios de Gasinvest intentaron sin éxito convencerla de que les venda su parte. Emgasud ahora presiona por lo propio.
El otro camino de la firma de Ivanissevich para ingresar a TGN es comprar las obligaciones negociables que no fueron pagadas en diciembre pasado y que dieron lugar a la intervención estatal. Para esto sólo haría falta librar el correspondiente cheque, algo más incómodo para Ivanissevich, quien está convencido de que es posible ganar el control de la transportadora con escaso aporte.
Para la dinámica Emgasud, operadora del gasoducto patagónico, no está resultando tan sencillo entrar al negocio de los gasoductos más importantes. Avanzó para poner un pie en TGS, liderada por Petrobras. Pero ese ingreso podría no formalizarse nunca. Tampoco le es fácil acceder a TGN. A partir de la nota de Página/12 en la que se informó del interés de la firma en avanzar sobre ésta última, publicada en la edición del jueves, la Bolsa le anticipó a Ivanissevich que le pedirá que informe sobre sus planes. La empresa está listada en el ámbito bursátil y acaba de emitir una obligación negociable por más de 100 millones de dólares. Amén que aspira a comprar a una empresa cotizante.
En ámbitos formales, Emgasud minimizaría sus intenciones. No porque no le atraiga el desafío, sino porque para superarlo deberá atravesar instancias de negociación todavía engorrosas y, eventualmente, más costosas de lo que estaría dispuesto a aceptar. Desde el Gobierno siguen la evolución de los acontecimientos con mucha atención.
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