ECONOMíA › CUMBRE DE MINISTROS DEL G-20 EN ESCOCIA. GORDON BROWN ROMPIO EL HIELO AL REFLOTAR LA TASA TOBIN
La propuesta de imponer una tasa a las transacciones financieras, para formar un fondo de prevención para futuras crisis, fue recibida poco auspiciosamente. De todos modos, el G-20 se comprometió “a analizarla”.
Los ministros de Finanzas del G-20 se comprometieron ayer a mantener los estímulos a la economía hasta que se afiance la recuperación y a analizar la propuesta británica de introducir una tasa sobre tran-sacciones financieras internacionales. La primera concesión también tuvo que ver con la demanda del gobierno de Londres, que jugó de local en este encuentro del Grupo de los 20 en Escocia, ya que Estados Unidos, Japón y Alemania eran partidarios –puertas adentro– de abandonar paulatinamente las medidas de impulso de los gobiernos a la actividad económica de sus respectivos países. Pero dejaron de lado esas diferencias para adherir a un documento final en el que expresaron que la recuperación económica en el mundo “es desigual” y aún “depende del apoyo” de los respectivos gobiernos.
Lo más destacado del encuentro, sin embargo, resultó la propuesta de Gordon Brown, primer ministro británico, de capitalizar un fondo de ayuda internacional mediante una tasa que gravara a las transacciones internacionales. Una propuesta que sonó bastante parecida a la que, años atrás, impulsara el Premio Nobel de Economía James Tobin, cuando empezó a percibir el riesgo del movimiento de capitales especulativos sobre la salud de la economía mundial.
Al inicio de la cita, Gordon Brown instó al G-20 a promover un nuevo “contrato social” con los bancos, de forma que, en caso de futuras crisis, no fuera el contribuyente el que tuviera que asumir el peso de un eventual rescate. Según Brown, ese nuevo contrato buscaría asegurar financiación de emergencia mediante, entre otras posibles opciones, la imposición de una tasa global sobre las transacciones financieras internacionales, aunque también podría considerarse un programa de seguros bancarios o la creación por parte de las instituciones de reservas de contingencia.
La propuesta de una tasa internacional –una iniciativa a la que hasta ahora se había opuesto Gran Bretaña– fue acogida con cautela por los miembros del G-20, y países como Brasil y España señalaron que ellos ya tenían mecanismos para asegurar que los bancos podían hacer frente a sus pérdidas. Aunque la propuesta no se debatió formalmente en la reunión, el presidente del Banco Central Europeo (BCE), Jean-Claude Trichet, declaró posteriormente a los periodistas que habría que considerarla, si bien dijo que personalmente no estaba “convencido”.
La tasa propuesta en los años ’70 por el economista estadounidense James Tobin nunca vio la luz debido a supuestas dificultades técnicas. En realidad, nunca se la consideró porque en el avance de la globalización financiera hubiera resultado un palo en la rueda para el avance del ala dominante del capital.
“No subestimo para nada los enormes y difíciles problemas prácticos y técnicos que habrá que superar, pero no creo que estas dificultades deban impedirnos reflexionar urgentemente sobre estas cuestiones”, sugirió Brown, anticipándose a las objeciones. “Sean cuales sean las medidas contempladas, deben responder a cuatro principios, sobre todo ser mundiales, es decir aplicadas por todos los centros financieros responsables (Estados Unidos, Unión Europea, Asia, Oriente Medio y Suiza), no causar distorsiones y apoyar la acción emprendida para reforzar la estabilidad del sistema financiero internacional y de la economía mundial.”
Uno de los primeros en tomar distancia de la propuesta de Brown fue el presidente del Banco Central de Brasil, Henrique Meirelles. Al término de la reunión de ministros, aseguró que la medida no había sido debatida en absoluto y era sólo “una propuesta más”. En todo caso, precisó, Brasil ya tiene su propio sistema de protección ante una caída del sistema, ya que los bancos contribuyen a un Fondo de Garantía de Crédito. Meirelles, un ex ejecutivo del BankBoston, es también un férreo opositor al surgimiento del Banco del Sur, una propuesta latinoamericana para la creación de un instituto financiero independiente de fomento, con la participación de todos los países de la región a través de sus propias reservas internacionales, con objetivos y funcionamiento desde una lógica distinta a la surgida del Consenso de Washington.
La ministra española de Economía y Hacienda, Elena Salgado, afirmó a su vez que un eventual impuesto a las transacciones financieras internacionales como apoyo ante un futura crisis podría ser “una vía, pero hay otras”. En rueda de prensa al término de la reunión, Salgado se refirió a la idea lanzada por el primer ministro británico, recordando que “en España tenemos ya esos sistemas de seguros, tenemos una institución como los fondos de garantías de depósitos, que están precisamente diseñados para responder en el caso en el que haya este tipo de dificultades”.
Tanto el fondo de garantía de España, como el de Brasil y de muchos otros países, sólo responden a la necesidad de cubrir los compromisos con los depositantes pero son absolutamente ajenos a una herramienta de regulación de los movimientos internacionales de capitales, como el que resultaría de adoptarse la sugerencia de Gordon Brown.
Sin más lugar para propuestas audaces, la cumbre de ministros de la ciudad de Saint Andrews, Reino Unido, culminó con una declaración final donde se destacan los siguientes puntos:
- Apoyo a una reactivación todavía frágil.
- Un calendario para buscar una mayor coordinación de las políticas económicas.
- Continuar el fortalecimiento de la regulación bancaria.
- Trabajar para la búsqueda de “un acuerdo ambicioso” para la próxima cumbre climática de Copenhague.
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