Jue 24.06.2010

ECONOMíA  › ENTREVISTA AL MINISTRO DE TRABAJO, CARLOS TOMADA, EN EL CONGRESO DE LA CONFEDERACIóN SINDICAL INTERNACIONAL

“Plantean lo mismo que llevó al desastre”

La central de trabajadores fijó su cumbre para esta fecha, con intención de enviar un mensaje a los líderes del G-20, que se reunirán el fin de semana. “Hay una ofensiva de la derecha para imponer una rebaja en las condiciones laborales”, advierte Tomada.

› Por David Cufré

Desde Vancouver

“Hay una ofensiva de la derecha para imponer una rebaja en las condiciones laborales”, advierte el ministro de Trabajo, Carlos Tomada, en entrevista con Página/12. El funcionario acompaña a la presidenta Cristina Fernández de Kirchner para participar del segundo congreso de la Confederación Sindical Internacional (CSI), que comenzó el lunes y concluye mañana en esta ciudad. La unificada central de trabajadores fijó su cumbre para esta fecha con intención de enviar un mensaje a los líderes del G-20, que se reunirán el próximo fin de semana en Toronto. El encuentro se produce en momentos en que avanzan las políticas de ajuste y flexibilización laboral en buena parte de Europa. “Hay una idea de hacer pagar la crisis a los sectores más débiles, y también a los países más débiles”, sostiene Tomada, quien alerta sobre la vocación de países centrales y organismos como el FMI para extender aquellas recetas al resto del mundo.

Cristina fue invitada a exponer hoy en la CSI en reconocimiento a sus gestiones para sumar a la Organización Internacional del Trabajo (OIT) a los cónclaves del G-20. En un principio también iba a venir el presidente de Brasil, Lula Da Silva, pero luego esa visita se canceló. En cambio, curiosamente, el otro mandatario que estará presente será el de Grecia, país que impuso violentos recortes a los derechos de trabajadores y jubilados.

–¿La presencia de los presidentes de Argentina y Grecia es para poner en debate dos modelos de acción frente a la crisis? –le preguntó este diario al jefe de la cartera laboral.

–Supongo que no estará planteado en esos términos, pero la imagen que se transmite es muy obvia. Cristina sostendrá que la forma de enfrentar la crisis no es con ajustes, ni con reducción de salarios y jubilaciones, ni con aumento de la edad jubilatoria, y que esta situación no debe ser aprovechada por algunas cúpulas para hacer retroceder derechos laborales. En su política internacional, la Argentina siempre ubicó la cuestión del empleo como un eje fundamental. No olvidemos que en la famosa Cumbre de las Américas de Mar del Plata, en la que se le dijo no al ALCA, el gobierno argentino propuso que el lema del encuentro fuera: “Crear empleo para erradicar la pobreza y fortalecer la democracia”. Es decir que desde un principio se ha tenido una posición muy definida en esta cuestión.

–Pero esta vez pareciera que países como la Argentina están a la defensiva frente a un avance de los discursos flexibilizadores.

–Puede ser. Después de la última cumbre del G-20, en Pittsburgh, se suponía que la siguiente reunión nos encontraría transitando la salida de la crisis. Pero en el medio estalló Europa. Creo que eso teñirá las discusiones del G-20 en Toronto, con diferentes posturas sobre cuál es la forma de responder a esta situación.

–Grecia, España y otras naciones europeas terminaron aceptando las recomendaciones del FMI. ¿Hay presiones sobre la Argentina?

–Hay una idea, muy afín al capitalismo salvaje, que es que la crisis la paguen los que menos tienen. En términos locales, que la paguen los más débiles, y en términos internacionales, también que la paguen los países más débiles.

–¿Cuál será la respuesta?

–Vamos a plantear la necesidad de que esto se resuelva en otros términos, digamos más keynesianos. No hay que excluir sino incluir, dinamizar el funcionamiento de la economía y que los países más poderosos aporten para que la crisis no se profundice. También recordaremos que aún están pendientes las metas que se había fijado el G-20 en un principio: la redefinición del sistema financiero internacional, el control a los flujos de capitales especulativos, la generación de mayor equidad en el comercio mundial y la reformulación de organismos como el FMI. Estos temas serán expuestos por nuestro lado, porque parece de “fantaciencia” que el FMI esté planteando otra vez lo que llevó a los desastres que se están atravesando.

–¿Estas diferencias de criterio aparecieron en la asamblea de la OIT de la semana pasada?

–Sí, en alguna medida. En mi intervención dije que iba a hablar desde la experiencia argentina, en un doble sentido. De lo que pasó en el país cuando era el mejor alumno del FMI y de lo que es ahora, que goza de la consideración de la OIT. Los resultados son evidentes, más allá de que algunos nos quieran hacer creer que la Argentina está en una situación parecida, cuando no peor, a la de 2001. Pareciera que nosotros, que hemos generado 4,5 millones de puestos de trabajo, que hemos incorporado a 2,5 millones de jubilados que no se iban a jubilar nunca, que hemos bajado el trabajo en negro a 34,6 por ciento, que hemos incorporado la Asignación Universal por Hijo, igual no pudimos sacar al país de la situación de 2001. Y la verdad es que el país es otro. Las negociaciones colectivas no dejaron de funcionar ni siquiera en medio de la crisis.

–¿Hay críticas a la conducción de la CSI por no haber reaccionado con decisión frente a las políticas de ajuste en Europa?

–No, yo no las veo. Las centrales sindicales europeas han expresado su disconformidad. En España es muy claro. Y también se generó una reacción en el movimiento obrero internacional, por aquello de que cuando ves las barbas de tu vecino cortar pon las tuyas a remojar. Hay una postura de confrontación, nadie dijo “bueno, está bien, qué le vamos a hacer si estamos en crisis”.

–¿En el G-20 habrá una ofensiva de países centrales para extender las políticas de flexibilización laboral?

–Hay una nueva ofensiva de la derecha para imponer una rebaja en las condiciones laborales. A mí no me gusta hacer mucha leña con visiones conspirativas, pero uno observa la crisis internacional, que empezó siendo financiera, luego se convirtió en económica para algunos países y ahora parece que todo se resolviera por el lado de una crisis del empleo. Pareciera que lo que se está buscando es hacer retroceder los derechos laborales que todavía persistían en el modelo de bienestar europeo. Hacerlos retroceder y además producir un daño brutal en los niveles de empleo. Entonces la pregunta es: cuál será el saldo de la crisis. Cómo saldrán los trabajadores de esta crisis.

–¿Cómo saldrán en Argentina?

–Argentina enfrentó la crisis mucho más sólida que otras veces. Se aplicaron políticas activas, contracíclicas, tuvimos fortalezas en términos de superávit, de reservas, y también una muy fuerte convicción del rol protagónico del Estado, de la necesidad de preservar derechos de los trabajadores. La impresión es que podemos emerger de este contexto global con una situación más consistente, más sólida y también más solidaria.

–Aunque no tuvo la intensidad de otros países, el empleo se resintió en 2009 por la crisis internacional. ¿Eso puede volver a ocurrir si los problemas europeos se profundizan?

–Vamos a seguir con la misma coherencia que hasta ahora. Cuando tuvimos que enfrentar la crisis hicimos una clara opción por la preservación de los puestos de trabajo y el mantenimiento de la negociación colectiva. El horizonte que veo no es diferente. Tendrá mayor o menor velocidad en función de circunstancias de la economía internacional, pero la dirección de la política económica y social irá en esas grandes líneas. Para este gobierno, la política de ingresos tiene tanta importancia macroeconómica como la cambiaria o la fiscal. Nunca la vamos a subordinar porque es un factor de desarrollo, no un problema a resolver. Concretamente, la respuesta es que el empleo registrado seguirá creciendo, que bajará el trabajo en negro y continuará funcionando la negociación colectiva.

–¿Habrá una convocatoria al Consejo del Salario Mínimo a corto plazo?

–No sé si será pronto o no, pero el Consejo del Salario Mínimo se convoca todos los años y no hay ninguna razón para imaginar que este año no se vaya a convocar.

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