Sáb 18.01.2003

ECONOMíA

Con el dólar alto sólo se salva la mitad de sectores industriales

Los datos oficiales demuestran que sólo los sectores ligados a la sustitución de importaciones y a las ventas externas se recuperan. Utilización de capacidad ociosa, pero escasa inversión.

› Por Claudio Scaletta

Los datos adelantados del Estimador Mensual Industrial de diciembre mostraron que la actividad manufacturera se desplomó en un 10,6 por ciento durante 2002. También que a pesar del colapso, muchos sectores, los vinculados con las exportaciones y a la sustitución forzosa, tuvieron un crecimiento sostenido durante todo el año. Otros rubros, también relacionados con la sustitución de importaciones, reflejaron una recuperación más lenta, en especial a partir del segundo semestre del año, mientras que la producción para el consumo interno experimentó una recesión violenta. Los números del Indec reflejan así que tras el colapso de la convertibilidad se produjo un cambio hacia un nuevo patrón de acumulación dependiente del tipo de cambio alto y salarios fuertemente deprimidos en dólares. El resultado es la creciente consolidación de una economía de enclave que evoluciona sobre la reutilización de capacidad instalada, en muchos casos con escasa demanda de mano de obra y con inversiones prácticamente nulas.
Los buenos resultados de diciembre de 2002 comparados con los guarismos de igual mes del año anterior (+10,2 por ciento) responden no sólo a la moderada recuperación sino, principalmente, a que se compara con un mes piso, como fue el del colapso del gobierno de la Alianza. Con respecto a noviembre el resultado del EMI fue positivo en 1,3 por ciento.
Entre los sectores más favorecidos se encuentran claramente los exportadores, en particular las industrias aceiteras, la química y la metálica básica (acero y aluminio). Se trata de sectores capital- intensivos con estándares productivos de nivel internacional y con escasa demanda de mano de obra. Además, sus insumos básicos son de origen local y cuentan con financiamiento propio.
En todos los casos, el aumento de la producción no respondió al incremento de las inversiones sino a la mayor utilización de la capacidad instalada. En algunos rubros, como la industria petroquímica, se trata de empresas altamente endeudadas con el exterior. En carnes rojas, un sector afectado por la disminución de la demanda interna, pero altamente favorecido por las exportaciones, la recuperación fue tardía debido a la lenta recuperación de los mercados externos tras la crisis de la aftosa.
Las nuevas condiciones favorecieron también la sustitución de importaciones tanto de insumos como de productos elaborados. Las industrias más favorecidas por el encarecimiento de las exportaciones fueron neumáticos y vidrio.
Cabe destacar que el conjunto de los sectores más favorecidos representa menos del 20 por ciento del Valor Bruto de la Producción industrial, la que a su vez no es más que el 30 por ciento del Valor Bruto de la Producción del conjunto de la economía, esto es un máximo del 6 por ciento del total, cifra que evidencia la limitación estructural de la tenue reactivación en marcha.
Otras industrias favorecidos por la sustitución fueron la metalmecánica y la textil, donde la recuperación comenzó a ser relevante a partir del segundo semestre. Se trata de rubros muy beneficiados por el aumento de precios de sus competidores del exterior que, al ser más dependientes de la mano de obra que los sectores netamente exportadores, también pudieron aprovechar los bajísimos salarios internos. Si bien tampoco se registraron nuevas inversiones –predominó la reutilización de capacidad instalada–, se produjeron algunas reaperturas de plantas.
Como puede verse tras lo expuesto, los rubros que registraron la peor performance fueron los que producen para el consumo interno. El sector más afectado fue el automotor, a pesar de la estrategia de las multinacionales que conforman el sector de abrir nuevos mercados de exportación. Dada la fuerte caída de la actividad de la construcción, también se resintió la industria del cemento y de los materiales de construcción, donde noexisten indicios para pensar en que la situación mejore, tanto en términos de demanda como de desarrollo de la obra pública.
El balance de la evolución de la actividad productiva luego de un año de abandonada la convertibilidad muestra que las dos principales restricciones estructurales del nuevo modelo son la completa ausencia de nuevas inversiones y la caída de la demanda interna provocada por la pulverización del salario. Recuperar la inversión supondrá la lenta recuperación del crédito interno, pues el externo estará cortado por varios años y dependerá, en todo caso, de la estrategia de refinanciación de la deuda pública. Aumentar la demanda interna parece más complejo, pues depende tanto del incremento de la demanda laboral de los sectores dinámicos –que, como se describió, son capital intensivos– como del nivel de salarios, un ítem con escasa posibilidad de recuperación en un contexto de desempleo en torno al 20 por ciento.

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