ECONOMíA › OPINIóN
› Por Gustavo Eduardo Lugones *
El libro de Diego Ramírez Horacio Giberti: Memorias de un imprescindible presenta casi dos años de conversaciones entre entrevistador y entrevistado, donde surge el pensamiento de Giberti sobre su especialidad, la política agraria, el papel del Estado en el desarrollo de la actividad y el papel que las universidades deben cumplir al respecto. Los diálogos trascienden largamente la cuestión agraria, abordando la historia y la evolución del país en los últimos cien años, a partir de las experiencias, las vivencias, los sentimientos y las impresiones de un protagonista comprometido con su sociedad.
Para un observador sensible, agudo e inteligente –como lo fue Giberti– no hay tema social que escape a su reflexión: las costumbres, la vestimenta, la vivienda, la cultura, la religión, el tango, las luchas sindicales y políticas, el machismo y las cuestiones de género. Aborda las relaciones sociales, económicas y tecnológicas desde una mirada politizada, comprometida, pura, desprejuiciada, auténtica, honesta, con gran capacidad para reflexionar y leer la realidad. Es la mirada de un intelectual que piensa siempre en los porqués, con inquietud por conocer las relaciones causa-efecto detrás de los acontecimientos.
Aun en contextos desfavorables, Giberti protagonizó memorables quijotadas en el INTA y en la Secretaría de Agricultura, que han dejado una huella indeleble en el pensamiento nacional sobre política agraria. Fue un gran admirador de José Ber Gelbard; sus referencias a este inusual líder empresario desnudan la miopía de buena parte de la juventud revolucionaria, que no supo valorar a este notable dirigente.
A través de los recuerdos de Giberti desfilan la ignorancia y la arbitrariedad de quienes detentaban el poder en los ’60, cuyo comportamiento prejuicioso, descalificador, intolerante y racista tal vez expliquen, al menos en parte, por qué nuestra generación (los que teníamos alrededor de 20/30 años en esas épocas) fue tan rebelde y refractaria al poder constituido. Sus referencias al papel coercitivo y desinformador de los medios dominantes que acompañaban al poder militar nos permiten reflexionar sobre el papel que cumplen hoy las corporaciones mediáticas, actuando con poco apego por la realidad y falta de respeto a la capacidad de discernir de los ciudadanos, a través de críticas infundadas al Gobierno, silenciamientos sobre sus logros y distorsiones sobre sus actos. Una batalla que en su tiempo libró Giberti y que llega al presente, de la que el kirchnerismo se hace cargo al promover la nueva ley de medios.
Giberti deja un legado de conceptos básicos que mantienen actualidad en la discusión sobre cómo construir una mejor sociedad para nuestros ciudadanos, que trataré de enumerar sucintamente:
- El valor de las construcciones teóricas por sobre el empirismo y la importancia superlativa de la ciencia en la lucha por el desarrollo.
- Cómo el cambio estructural y la introducción de innovaciones deben enfrentar la resistencia de quienes ven afectados sus intereses.
- El papel crucial de la democratización del conocimiento y de la cultura.
- La necesidad de la intervención estatal, particularmente con una política de ingresos que gestione y regule las transferencias entre sectores (Impuesto a la Renta Potencial de la Tierra, ley agraria y retenciones a las exportaciones, son diferentes instrumentos con un mismo propósito).
- La necesidad de una mirada estratégica e integral (pensamiento nacional, en los términos de Giberti) por sobre los enfoques sectoriales o sesgados.
- La formación de recursos humanos como base para cualquier proceso de transformación en general y, en particular, para el cambio tecnológico.
Comprometidos con su ideario, la Editorial de la Universidad Nacional de Quilmes y el Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini coeditaron esta obra con el apoyo del Fondo Nacional de las Artes, la Fundación Estado, Trabajo y Producción y el Instituto Argentino para el Desarrollo Económico. Propiciar el contacto con el pensamiento de Giberti está íntimamente relacionado con la función social que una editorial universitaria debe cumplir: ofrecer oportunidades a quienes se interesan por revisar y pensar nuestro pasado y nuestro presente y vislumbrar nuestro futuro.
* Rector de la UNQ.
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