Mar 25.02.2003

ECONOMíA

El acuerdo con las petroleras para evitar el aumento está más cerca

Las petroleras resignarían el traslado a las naftas de la suba del precio del crudo a cambio del compromiso oficial de no aumentar las retenciones. Las empresas se garantizan altas rentas y el Gobierno podrá postular que su amenaza surtió efecto.

Las empresas petroleras habrían alcanzado un acuerdo privado para que el aumento en el precio internacional del crudo no se traslade a los precios del mercado interno. A cambio demandan que no se aumenten impuestos. El próximo paso sería que el Ministerio de Economía homologue lo acordado garantizando que mantendrá las retenciones en su nivel actual. Aunque la renta extraordinaria de las petroleras se mantendrá sin mayores variantes, el Gobierno podrá decir que la amenaza de aumentar retenciones al 100 por ciento sobre los 30 dólares el barril surtió efecto.
En el fondo de la trama se encuentra la disputa por poner un límite a las ganancias extraordinarias de las petroleras, que se producen en desmedro del consumidor local y que podrían dar lugar a un incumplimiento de las metas inflacionarias que se proponen desde Economía. Si bien hasta ahora la actitud del Gobierno con las petroleras ha sido complaciente –basta recordar el tratamiento diferencial respecto de las divisas de exportación y los aumentos cercanos al 90 por ciento en naftas y hasta del 140 en el gasoil– la perspectiva de una disparada en el precio internacional del crudo por la amenaza de Estados Unidos sobre Irak parece haber hecho reaccionar a algunos miembros del equipo económico.
Caducado el acuerdo que establecía el compromiso de vender el crudo en el mercado interno a 28,5 dólares el barril, siempre que el precio internacional no cotice por encima de los 36 dólares por más de 10 días, las petroleras se aprestaban a recuperar el terreno perdido. En las miras empresarias se encontraban los ajustes de precios, pero también la obtención de las antiguas demandas sectoriales, como por ejemplo la baja en las retenciones a las exportaciones (hoy en el 20 por ciento para el crudo y en el 5 para los refinados) o evitar que el ITC (Impuesto a la Transferencia de los Combustibles) se transforme en una alícuota en vez de una suma fija.
En este marco, las declaraciones de Lavagna de la semana pasada amenazando con retenciones del 100 por ciento sobre los 30 dólares el barril sofrenaron los ímpetus empresarios. Más calmadas, las petroleras ofrecen ahora mantener los actuales precios internos siempre que el gobierno les garantice que no aumentará impuestos. También prometen mantener los precios incluso con el crudo por encima de los 35 dólares y depusieron la amenaza de desabastecimiento de gasoil durante la demanda pico de marzo y abril, época de cosecha, período en el que incluso importarían a pérdida.
Mientras muchos países productores hacen cuentas de cuánto ganarán con un eventual conflicto en Irak, podría pensarse que algún hacedor de política recordó que el Estado todavía conserva la posibilidad de subsanar algunos de las características más indeseables heredadas de la década del 90 en materia energética: el hecho de que Argentina sea el único país productor de petróleo del mundo para quien el aumento del precio internacional del crudo constituye una mala noticia.

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