ECONOMíA › EL NUEVO GERENTE GENERAL QUIERE UNA EMPRESA “CON SENTIDO NACIONAL Y ARGENTINO”
Sólo dijo unas palabras al salir de la Rosada, pero allegados revelaron a este diario algunos criterios de trabajo de Miguel Galuccio. El contexto. Bolivia. Y un mundo donde no todos ven venir el Apocalipsis.
› Por Martín Granovsky
Lo que más atemoriza al Financial Times no parece intimidar a Miguel Galuccio, el experto en petróleo que la Presidenta quiso como gerente general de Yacimientos Petrolíferos Fiscales. El diario con sede en Londres se mostró crítico, ayer, con la idea presidencial de que la profesionalización de YPF tenga una dirección política. Cuando Cristina Fernández de Kirchner lo dijo, el viernes, Galuccio la estaba escuchando. Si aceptó el puesto es que admitió el criterio y piensa que es compatible con lo que, según dijo uno de sus amigos a Página/12, siente en estos días: conducir YPF supone el gran desafío de su vida.
“YPF es una empresa muy importante para mí, que quiero mucho”, fueron las únicas declaraciones conocidas hasta ahora. Galuccio habló el viernes para la televisión entrerriana al salir de la Casa Rosada junto con el gobernador Sergio Urribarri, que sugirió su nombre a la Presidenta.
“Estoy seguro de que podremos tener una empresa moderna, competitiva, profesional, que a su vez tenga un sentido nacional y argentino muy fuerte, que va a ayudar a la Argentina en su desa-rrollo energético”, dijo al tiempo que agradecía a Uribarri el papel clave en su cambio de vida.
Galuccio, de 44 años, fue tentado por Cristina Fernández de Kirchner cuando era ejecutivo de la empresa de servicios petroleros con sede en Londres Schlumberger. Considerada como la mayor firma de suministros tecnológicos para la industria petrolera, Schlumberger ya opera en Neuquén.
Allegados a Galuccio aceptaron explicar el pensamiento del nuevo gerente general sobre Vaca Muerta, el yacimiento neuquino que ya aparece como la gran esperanza de explotación.
“Espera que se aceleren las posibilidades de explotar Vaca Muerta con la incorporación de nuevas tecnologías específicas para el desarrollo de los recursos no convencionales, sumado a la amplia experiencia operacional desarrollada en los Estados Unidos”, dijo uno de ellos.
Y agregó otro de los consultados: “Galuccio cree que el shale gas va a revolucionar la posición de la Argentina como actor central en el mundo de la energía”.
El shale gas es un derivado que podría obtenerse de un yacimiento basado en los sedimentos rocosos como el de Vaca Muerta.
“El proyecto es que este tipo de explotación permita el desarrollo de contratistas y emprendedores locales, la creación de nuevas empresas tecnológicas y la formación de personal en estas nuevas tecnologías”, agregó uno de quienes accedieron a hablar a condición de mantener el anonimato.
Esquemáticamente, éstas serían otras de las líneas de Galuccio:
- “Lograr en YPF un vuelco histórico.”
- “Valorizar al personal de YPF. Galuccio repite que YPF tiene profesionales reconocidos en el mundo por su capacidad, demostrada en el desarrollo de proyectos innovadores y exitosos en la industria, lo que la hacen una compañía técnicamente rica, con 90 años de historia en la producción de petróleo.”
- “Introducir una nueva modalidad de trabajo, formando equipos interdisciplinarios entre el upstream y el downstream.”
- “Potenciar la transversalidad en la empresa al mismo tiempo que asigna libertad de acción a los profesionales.”
- “Producir un cambio de paradigma en la industria petrolera que significa hacer una YPF profesional y competitiva, con visión global y capaz de transgredir para ser vanguardia.”
- “Implementar una política agresiva para retener los talentos, repatriar a los argentinos valiosos en la profesión dispersos por el mundo y valorizar el conocimiento técnico. Apostar a la formación técnica que capacite y motive al personal y prepare a los contratistas y empresarios argentinos para los nuevos desafíos.”
- “Llevar a la práctica un esquema económico y comercial que estimule el desarrollo de las reservas de gas y petróleo convencional y no convencional que permita atraer inversiones (locales e internacionales) y tecnología.”
- “Convertir a corto plazo a YPF en un experto mundial en el desarrollo y rejuvenecimiento de yacimientos marginales a través de la aplicación de métodos de recuperación terciaria.”
Como adelantó la Presidenta, el plan es integrar el directorio y formalizar la continuidad de la gerencia general en junio, cuando se cumplan 90 años desde la fundación de YPF por parte del entonces presidente Hipólito Yrigoyen. En octubre de ese mismo año, 1922, ya con Marcelo Torcuato de Alvear de presidente, asumió Enrique Mosconi, el ingeniero y general que construyó la primera petrolera del mundo integrada verticalmente en el Occidente capitalista. YPF fue estatal hasta que Carlos Menem decidió su privatización, con José Estenssoro, que fue el jefe, entonces, de un Galuccio en plena formación, y luego su extranjerización completa hasta ponerla en manos de Repsol.
Sin hacer futurología, lo cierto es que Galuccio aceptó un puesto con conocimiento del mercado y, naturalmente, de las fricciones políticas nacionales e internacionales de la decisión oficial de controlar YPF por parte del Estado.
El desafío que Galuccio se plantea a sí mismo se produce en medio de un debate político sobre el derecho a la expropiación por parte del Estado. Y no sólo en la Argentina, como lo muestran los tres conceptos que siguen. Uno, la medida tuvo “gran apoyo popular”. Dos, una parte se opuso y sigue oponiéndose “de manera apocalíptica”. Tres, ningún indicador económico señala peligro, sino exactamente lo contrario. Las tres frases no pertenecen a la presidenta Cristina Fernández de Kirchner sino a Amanda Dávila, vocera de Evo Morales con rango ministerial, y aluden a los efectos de la nacionalización de la empresa española Red Eléctrica, el 1º de mayo. Las tres frases podrían aplicarse a la Argentina tras la expropiación de Repsol por parte del Estado para lograr el control de YPF. Acaso, además, convenga ir registrando una línea de análisis que despunta también en los países centrales: la nacionalización aleja a la Argentina de la timba financiera.
El 2 de mayo, cuando faltaba todavía la sanción de Diputados y la promulgación de la ley, Richard Dreyton escribió en el diario británico The Guardian una columna con sabor global en el título: “Las democracias pueden frenar a los depredadores financieros, y la Argentina y Bolivia están mostrando cómo”. Su tesis es sencilla: “Las nacionalizaciones han sido caracterizadas como demagogia populista. Pero son una respuesta a la especulación tóxica”.
El razonamiento de Drayton es que en ambos casos, el boliviano y el argentino, “las multinacionales españolas priorizaron la repatriación de dividendos por sobre la inversión”. La prioridad estuvo fijada por banqueros de Londres y Nueva York. Agrega el autor de la columna: “Detrás del asunto Repsol-YPF, en particular, había algo muy cercano al capitalismo enfermo que causó la crisis de 2008”. Describe las maniobras riesgosas y sin sustentación real a través de los numerosos subproductos financieros que la jerga conoce como “derivativos”. Repsol sería, según Drayton, una empresa con doble vida. Por un lado es una firma petrolera y por otro un canal para timbear. Si el petróleo es una mercancía, luego esa mercancía termina generando recursos para la especulación sobre la especulación misma. Igual que los bancos: algunos invierten, pero en general su negocio es tomar dinero barato y tomar ganancias en otro lugar del mundo. El petróleo funciona, así, como el origen de una burbuja, como sucedió con las hipotecas-basura respecto de los préstamos originarios para llegar a la casa propia.
A la Argentina, en términos petroleros, le estaban quedando las hipotecas-basura, papeles invendibles y problemas reales por delante, mientras Repsol podía colocar dinero con ganancias del 9 por ciento en 2011.
Para Drayton, la furia de diarios como The Financial Times, de Londres, y The Wall Street Journal, de Nueva York, no se debe tanto a la expropiación en sí misma como a uno de sus efectos. Al nacionalizar, la Argentina cortó una cadena importante que relacionaba el petróleo de Repsol con bancos de inversión en esas dos ciudades, poseedores de los productos financieros de baja calidad derivados de la ganancia original.
En su discurso de cierre, el presidente del bloque de diputados del Frente para la Victoria, Agustín Rossi, desarrolló esa línea de pensamiento. También argumentó en el mismo sentido Carlos Heller, aliado del oficialismo en Nuevo Encuentro, mientras informaba que las petroleras siguen estando en el pelotón de las empresas más importantes del mundo en el ranking de Forbes. Pino Solanas habló del petróleo como de “un surtidor del que sale oro”. También pidió reconocer la grandeza de los que votaban a favor de un paso importante impulsado por un Gobierno que cuenta a funcionarios responsables, a su juicio, de las sombras en la gestión reciente.
La conclusión de Drayton: “Al nacionalizar, la Argentina mostró que un gobierno democrático puede frenar a los depredadores financieros. Y esto no significa que ahuyente a nuevos inversores: ya están buscando acceso a las reservas argentinas de shale oil, las terceras del mundo, las empresas Talismán, ConocoPhillips, Chevron y compañías chinas”.
El shale oil, de origen sedimentario rocoso, está en los yacimientos de Vaca Muerta. En los Estados Unidos se encuentra en pleno desarrollo como reemplazo del crudo tradicional, gracias a tecnología operada por la empresa donde hasta hace poco trabajaba Galuccio y a Halliburton. La última es la misma firma que encabezaba Dick Cheney. La dejó para ser vicepresidente de George Bush. Halliburton ascendió en el ranking de servicios petroleros por su papel en Irak, luego de la guerra. Halliburton también opera ya en la Argentina.
Como en 1922, cuando se fundó YPF, poner nombres propios en el mundo del petróleo y la energía lleva al corazón del poder y de los nuevos fenómenos políticos y financieros en el mundo.
“No soy un especialista, pero me quedaría más tranquilo si pudiéramos articular la nueva YPF con Petrobras y Pdvsa”, dijo Heller en alusión a las empresas petroleras de Brasil y Venezuela.
Más allá de qué empresa se asocie a YPF, el Apocalipsis no aparece como un escenario cercano ni siquiera para algunos análisis ortodoxos. Un despacho de la agencia Bloomberg del viernes indicaba que, a pesar de las amenazas de castigo comercial, los Estados Unidos deberán tener en cuenta que Cristina “ya pidió ofertas de compañías extranjeras para operar algunos yacimientos de YPF”. Añadía que “sin duda dará la bienvenida a inversores extranjeros que quieran desarrollar las reservas de shale gas, que puesto que son las terceras en el mundo, seguro atraerán a esos inversores pese a la experiencia poco reconfortante de Repsol”.
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