A comienzos de 1963, mediante un aviso en los diarios se anunciaba una búsqueda para cubrir el cargo de economista jefe en un centro de investigaciones económicas por fundarse. Era una rara oportunidad para la época, tanto que uno de los estudiosos que había organizado la licenciatura de economía política en la UBA, carrera nacida en 1958, decidió postularse para enterarse de qué se trataba. Así fue que escribió a la agencia cazatalentos, que lo convocó para una entrevista. La cita era en unas oficinas de Viamonte al 1100, frente al Colón. Luego de interrogarlo sobre diversos aspectos de su experiencia, su entrevistador le reveló los propósitos del instituto a crearse: “El objetivo –le precisó– es demostrar lo errado de las teorías comunistas sustentadas por la Cepal y por la Alianza para el Progreso.” El presidente estadounidense John F. Kennedy, impulsor de la Alianza, sería asesinado ese mismo año. En la Argentina ya había sido derrocado el desarrollista Arturo Frondizi. El entrevistado, que venía de desempeñarse en el equipo que formó Julio Olivera en el Banco Central cuando en 1958 fue nombrado al frente de la gerencia de Investigaciones Económicas, respondió con franqueza y casi riéndose que, en tal caso, él no era la persona indicada para el puesto. Tras ello departió por un rato con su frustrado cazador y se despidió educadamente. El centro de investigaciones en cuestión resultó ser FIEL, una fundación financiada por el establishment empresario a través de la Cámara Argentina de Comercio, la Sociedad Rural y la Unión Industrial, entre otras. El puesto fue finalmente ocupado por José María Dagnino Pastore, quien luego sería ministro de Economía en la dictadura del general Juan Carlos Onganía, alias La Morsa. Ese mismo cargo sería ejercido durante los años ‘90 por Ricardo López Murphy. Los objetivos no habían cambiado, aunque los enemigos ideológicos ya no fueran la Cepal ni la Alianza para el Progreso.