Vie 29.06.2012

ECONOMíA  › SIGUE EL CONFLICTO GREMIAL EN EL YACIMIENTO PETROLERO CERRO DRAGON

Dragones, destrozos y manos negras

El gobernador de Chubut denunció “intereses políticos y económicos” detrás del ataque al yacimiento. Los obreros enrolados en los Dragones admitieron su responsabilidad y dijeron que se les fue la mano, pero también hablaron de infiltrados.

› Por Sebastián Premici

Desde Comodoro Rivadavia, Chubut

“Cada vez nos resulta más evidente que detrás de todo esto hay una mano negra, intereses políticos y económicos a los que les conviene generar situaciones de zozobra.” El gobernador de Chubut, Martín Buzzi, salió a jugar fuerte en el conflicto petrolero que se vive en Comodoro Rivadavia, puntualmente con el yacimiento Cerro Dragón, operado por Pan American Energy (PAE). Las negociaciones salariales entre los obreros enrolados en los Dragones –que hacen trabajos de construcción en los yacimientos–, la empresa y el gobierno provincial continúan abiertas y estancadas. El piquete que impide la circulación de los trabajadores también persiste. Los “dragoneros” pretenden mejorar sus condiciones laborales –que se equipare su convenio al de petroleros– y el reconocimiento como sindicato autónomo de la Uocra.

PAE se rehúsa a negociar con ellos, sobre todo después de la rotura de instalaciones del yacimiento. Los Dragones reconocieron que fueron ellos quienes dañaron las instalaciones de PAE, aunque afirmaron que también hubo “infiltrados” que dañaron las oficinas de varias empresas contratistas. Esa rama sindical asegura que PAE tiene línea directa con Gerardo Martínez, el titular de la Uocra, sindicato de la construcción. Todo se complejiza cuando el conflicto gremial se analiza políticamente. El vocero de los Dragones, Guido Dickson, aseveró a Página/12 que ellos “ganaron” la exclusividad del manejo de la obra pública durante el gobierno de Mario Das Neves. Ahí fue cuando crecieron como organización. Como una devolución de favores, hicieron campaña para Buzzi cuando éste respondía al ex mandatario. Pero no bien Buzzi asumió como gobernador, el monopolio de la obra pública regresó a los trabajadores enrolados en la Uocra.

El conflicto petrolero en Comodoro Rivadavia es un gran rompecabezas. En la intersección de las rutas nacional número 3 y 26 están apostados los Dragones. No son más de cien los que sostienen el piquete y se van turnando en guardias cada ocho horas. En toda la provincia dicen que son 4000 obreros, de los cuales 2000 trabajan directamente en la industria petrolera y 800 son los afectados a Cerro Dragón. En el piquete todo luce tranquilo, a pesar de que el viento puede soplar a 120 kilómetros por hora. En los últimos días no ha nevado, así que las temperaturas llegan sólo a los seis grados. Hace dos semanas, el frío tuvo su mayor día: 20 grados bajo cero. Fue el preludio del día de furia de los Dragones.

Por el piquete dejan pasar todo lo que no esté vinculado con los yacimientos. También permiten el paso de los camiones que transportan naftas para las estaciones de servicio. Los allí apostados hablan constantemente con la sede del sindicato y denuncian que el sábado por la noche fue atacado con una bomba molotov.

El yacimiento Cerro Dragón está a 80 kilómetros de Comodoro Rivadavia. A pesar del conflicto, hay quienes pueden acceder en helicóptero, como ocurre con los gerentes. Y dentro del yacimiento hay operarios de las distintas áreas que improvisaron una suerte de campamento en las oficinas centrales, aquellas que no fueron dañadas. Desde allí van reiniciando la producción de cada uno de los pozos. PAE representa el 25 por ciento de la producción hidrocarburífera del país y el 70 por ciento de la producción local.

Dentro del yacimiento conviven varias postales. A los campamentos improvisados dentro de las oficinas se contraponen los distintos distritos (así se llama a cada una de las áreas de producción del yacimiento) que fueron atacados por los Dragones. La imagen es la de un pueblo fantasma arrasado por ellos. “Se nos fue la mano, sí. Nos hacemos cargo de las roturas de las camionetas y de las oficinas.” Así de claras y contundentes fueron las palabras de Dickson. Las oficinas quedaron dadas vuelta: papeles rotos, vidrios desperdigados, una gran impresora para hacer mapas quebrada en el piso. Las únicas que parecieron salvarse fueron las computadoras, aunque uno de los responsables del área denunció el faltante de dos servidores de la usina eléctrica. Otros servidores quedaron desconectados, pero no rotos. “Nos enojó la presencia de la Gendarmería. Pero en las empresas contratistas no entramos”, agregó Dickson. Es decir, reconocen lo que hicieron, pero también denuncian la presencia de “infiltrados” que habrían roto las oficinas de las empresas Contreras y Tecpetrol. “Casualmente a la que no le pasó nada fue a Edvesa”, apuntó Dickson. Esta es la única contratista que no tiene Dragones.

“El mismo sábado a la noche, cuando (Sergio) Berni estaba acá, entraron unos pibitos de quince años a romper todo en las oficinas de las contratistas”, afirma Dickson. Esos eran los infiltrados. El cuadro es complejo. Los directivos de PAE que visitaron las instalaciones el miércoles junto con un grupo de periodistas también deslizaron la versión de los “infiltrados”. “No eran trabajadores de acá”, comentó Mario Calafell Loza, responsable de comunicaciones externas de PAE. La empresa también sostiene que no es parte del conflicto, simplemente porque no tiene nada que ver con una empresa constructora. Es decir que para PAE, las negociaciones colectivas deberían darse entre los Dragones, las contratistas y la Uocra.

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