ECONOMíA
Infraestructura será otra vez ministerio con jefe patagónico
Kirchner reflotará esa cartera, que será manejada por un hombre de su confianza: Julio De Vido, actual ministro de Gobierno de Santa Cruz.
› Por Cledis Candelaresi
Una de las primeras decisiones contundentes que adoptaría Néstor Kirchner al organizar su gabinete es la de recrear el Ministerio de Infraestructura y Comunicaciones, cuyas funciones hoy están dispersas en varias áreas. Según planea el presidente electo, la futura cartera emergerá como un espacio estratégico para impulsar la reactivación de la economía y tejer lazos con gran parte del empresariado que hoy lo mira con recelo. Es por ello que éste habría resuelto confiarle la misión a un hombre de su máxima confianza como es Julio De Vido, actual ministro de Gobierno de Santa Cruz y ex responsable de Economía de esa provincia patagónica.
El nuevo ministerio significaría, a su vez, la muerte de Producción, hoy a cargo de Aníbal Fernández, estrechísimo colaborador de Eduardo Duhalde. Kirchner quiere demostrar desde el vamos que tiene poder de decisión y quizá por ello reservó muchas determinaciones para último momento. Así, Roberto Lavagna, en Economía, no sólo es el único confirmado sino que, con el cambio de organigrama planeado, concentrará varias responsabilidades de la cartera a extinguir, Agricultura y Defensa de la Competencia, entre otras.
Infraestructura tendría sólo tres secretarías, pero todas con facultades de peso. La de Obras Públicas, que hoy está en Presidencia; la de Transporte, en Producción, y Comunicaciones, especie de sección paria, que Duhalde puso bajo la órbita de Lavagna, pero que en los últimos gobiernos cambió casi permanentemente de dependencia funcional entre el Palacio de Hacienda, el ex Infraestructura o directamente Presidencia.
Al menos hasta anoche, ninguno de los actuales responsables de esas secretarías estaban confirmados y, salvo el de Transporte, Guillermo López del Punta, los otros dos tenían escasas chances de conservar su función. De Vido surge como un número puesto para comandar el futuro ministerio con atribuciones fuertes. Los alfiles duhaldistas que han tenido algún contacto con él, lo reconocen como un técnico “razonable” y “sólido” en quien Kirchner confía.
Infraestructura tendrá competencia casi natural sobre las actividades del conjunto de privatizadas, con las que el Gobierno tiene discusiones abiertas para renegociar los contratos y redefinir las tarifas. Lo que aún no está claro es qué ocurriría con la comisión renegociadora que creó Duhalde y que poco avanzó. Sea como fuere, De Vido indefectiblemente tendrá que involucrarse en la ejecución de esos nuevos acuerdos.
Desde el nuevo ministerio –que Fernando de la Rúa había creado por ley durante su mandato–, Kirchner intentaría desarrollar un plan de obras públicas ambicioso, honrando su visión de que el Estado debe tener un rol protagónico en esta materia. Una parte de esos recursos tendrán origen en los créditos de organismos multilaterales como el BID y Banco Mundial. Otra parte sustancial del financiamiento sería provista por varios fondos fiduciarios que ya existen, en su mayoría alimentados por impuestos sobre los combustibles, y que en gran medida sirven para sostener millonarios subsidios a colectiveros, operadores de trenes urbanos y de rutas nacionales por peaje.