“Jamás podremos considerar la posibilidad de menos integración porque eso sería un error histórico imperdonable”, sostuvo ayer la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, quien compartió con Cristina Fernández el acto de cierre de la 18a Conferencia Industrial de la UIA (ver página 4). La mandataria brasileña sostuvo que el objetivo es “reproducir en la industria la exitosa experiencia de los productores agropecuarios, agregándole la eficiencia de nuestros trabajadores, los descubrimientos de la ciencia, la innovación de la tecnología y las oportunidades que la educación ofrece”. “Si lo logramos con el área agrícola, podremos hacerlo con lo industrial, para obtener mayor competitividad de las economías”, señaló Dilma, acompañada de sus principales ministros. El discurso de Rousseff hizo foco también en los riesgos que enfrenta la región, debido al contagio de la crisis en los países desarrollados y en la integración como una respuesta a esos peligros.

Rousseff participó de la Conferencia acompañada por su asesor de Asuntos Exteriores, Marco Aurélio García; el ministro de Relaciones Exteriores, Antonio de Aguiar Patriota, y de Desarrollo, Industria y Comercio, Fernando Pimentel. Por el lado empresario estuvo el titular de la Confederación Nacional de la Industria de Brasil (CNI), Robson Braga de Andrade –quien compartió la mesa principal con los funcionarios y con el presidente de la UIA, José Ignacio de Mendiguren–, de la Asociación Brasileña de la Industria de la Alimentación, Edmundo Klotz, y de varias empresas emblemáticas, como Odebrecht, Usiminas y FIAT Brasil. A CFK la secundaron los ministros de Planificación Federal, Julio De Vido; de Industria, Débora Giorgi, y el canciller Héctor Timerman.

“La integración de ambos países requiere de un diálogo permanente entre funcionarios y empresarios, para conseguir una alianza estratégica en materia de riquezas naturales. Pero la integración no debe basarse en eso solo, sino en la industrialización de estos recursos”, aseguró la mandataria al comenzar la exposición. “El éxito de esta integración depende de nosotros y de superar los obstáculos y las metas que aparecen”, agregó en referencia a los diferendos que enfrentan ambos países en materia de protección comercial. Aseguró que es crucial la integración no sólo de industrias, sino de “procesos, producción y tecnología”. “Argentina y Brasil son socios de primer nivel. El objetivo es un esquema de negocios binacional”, apuntó.

Respecto de la situación internacional, Rousseff fue categórica: “La Zona Euro mantiene una crisis que se prolongará, mientras que Estados Unidos continúa con dificultades, tanto por el desplome de Lehman (el banco de inversiones) como por sus déficit comerciales. Esta crisis afecta a todo el planeta. Por eso la defensa de nuestra industria es necesaria”, sentenció. Hizo también una férrea defensa a las políticas de estímulo fiscal. “Conocemos los efectos del ajuste, donde permanecen paralizadas las industrias. Entendemos que un ajuste a veces puede ser necesario, pero no quedarse en la austeridad”, diferenció.

Fue entonces que volvió a referirse a los lazos entre ambos países. “Hoy tenemos la madurez política y económica para cooperar con el cuadro internacional. El regreso de la democracia a nuestros países enterró las rivalidades del pasado”, definió. Para dar cuenta de ese grado de complementariedad, detalló el incremento que exhibió el intercambio comercial entre ambas economías, el cual pasó de apenas superar los 7000 millones de dólares a fines de los noventa a los 40.000 millones que evidencia actualmente. “Este año llegaremos, tal vez, a 34.000 millones de dólares, el segundo mejor desempeño de nuestra historia. Pero debemos también reducir las asimetrías comerciales y buscar una relación que supere el marco del comercio y se convierta en una relación productiva, donde las inversiones recíprocas serán cada vez más decisivas”, manifestó Dilma.