Sáb 08.06.2013

ECONOMíA  › ABRAHAM GAK Y ALBERTO BARBIERI ADELANTAN LAS CLAVES DE UNA COLECCIóN QUE PUBLICARá PáGINA/12

“El Fénix fue la primera voz disonante”

El director del Plan Fénix y el decano de la Facultad de Ciencias Económicas detallan el contenido de los fascículos que editará este diario con artículos de la revista virtual Voces en el Fénix. Además, se meten con el blanqueo y el control de precios.

Abraham Gak, director del Plan Fénix, y Alberto Barbieri, decano de la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA, adelantan el contenido de la colección en fascículos que publicará gratis Página/12 cada domingo a partir del 16 de junio. En esas páginas se desplegarán los temas que mes a mes presenta la revista virtual Voces en el Fénix: debates sobre industria, tecnología, ciencia, medio ambiente, agua, integración regional y pueblos originarios, entre otros, invitarán a la lectura. En una entrevista con este diario, los especialistas se involucraron además en debates de la actualidad económica, como el blanqueo de capitales y el control de precios. “Esas medidas son la clara muestra de que el Gobierno no piensa hacer una megadevaluación. No es algo menor. Levanta la ira de quienes quieren ajuste”, afirmaron.

–¿Cuál es el origen y el objetivo de los fascículos?

–Gak: El Grupo del Plan Fénix, en colaboración con la universidad, edita todos los meses una revista temática. La difusión es exclusivamente a través de Internet y puede descargarse de manera gratuita. Hasta el momento se han publicado 24 números con la participación de 440 expertos. La idea es que los fascículos de Página/12 funcionen como un extracto de cada uno de esos números, para invitar al lector a profundizar. El punto es que la revista no la podés llevar entera al papel, porque sólo entraría el título y el editorial. Entonces los compendios son el aporte del diario para promover la lectura de Voces en el Fénix, al tiempo que se benefician con una publicación académica de significancia.

–Barbieri: La revista y los fascículos hacen puente entre la necesidad de la gente que quiere informarse y aquellos que estudian las diferentes problemáticas. La iniciativa de Página/12 es fantástica porque rara vez desde una facultad se consiguen tantos especialistas de distintos sectores que ofrecen al público general una visión de temas estratégicos.

–¿Cuáles serán los temas? ¿Unicamente económicos?

–G.: El primer fascículo coincidirá con lo que fue el Nº 1 de la revista, un resumen de la situación económica, política y social argentina. La idea es respetar el orden de las publicaciones. También habrá compendios sobre política fiscal, pobreza, problemática de las migraciones, pueblos originarios, China. El punto es que son temáticas de actualidad, pero no de coyuntura. Editamos otros números de industria, tecnología, energía, Unasur. Así, los fascículos van a ser una especie de anticipo, una iniciación a leer Voces en el Fénix. La descarga de esa revista no baja de los 30 países, con todo el material en castellano. Como se trata de una revista de la Facultad, podría parecer que es puramente de economía, pero no es así.

–B.: Es importante remarcar esto último. La economía es una ciencia social que va más allá de cuestiones meramente economicistas. La esencia del Plan Fénix apunta en esa dirección, a completarse por un grupo de docentes, profesionales, economistas y no economistas. Esa es una fórmula que permite la integración horizontal y vertical de la disciplina. Otro punto para subrayar es el cambio que evidencia una publicación del Fénix. Todos sabemos que este grupo fue la primera voz disonante en una época donde parecía que la economía sólo tenía una visión.

–¿A qué público apuntan la revista y los fascículos?

–G.: La revista tiende a ser de divulgación. No es una revista académica. Entonces es de suponer que actores sociales, militantes y dirigentes políticos puedan encontrar temas que les interesen. Ya estamos haciendo un aporte importante y ahora la publicación de Página/12 nos permitirá llegar a un lector que no alcanzamos en estos momentos.

–B.: Además, la publicación de las diferentes temáticas en el diario hará que el material llegue en un lenguaje mucho más accesible, no va a tratarse de un lenguaje técnico. La idea es que atrape a gente interesada en cuestiones sociales y la economía, permitiendo que si algo no entienden puedan profundizarlo.

–Además de estos temas estructurales, existen algunos debates de actualidad que resultan interesantes para analizar. Por caso, ¿cómo debe leerse el blanqueo de capitales?

–G.: Desde el punto de vista económico, la facilidad que ha dado el Gobierno para los evasores tributarios tiene dos orientaciones. La primera es conseguir financiamiento adicional para la producción de hidrocarburos. Es una operación clave porque Argentina obtendría un préstamo a tres años, plazos cortos, a cuatro por ciento anual. El costo adicional de esa operación financiera es perdonar la evasión de algunos contribuyentes. La segunda es el reconocimiento de no haber logrado que se monetice el negocio inmobiliario. El parate fue de tal magnitud que iba a repercutir sobre los índices de inversión. Frente a estas circunstancias, hubo que buscar un camino alternativo.

–¿Puede funcionar?

–G.: El éxito o no éxito lo veremos dentro de poco. Entre los puntos de los que no se ha hablado mucho se destaca que los capitales que pasarán a estar en blanco empezarán a devengar impuestos a las Ganancias, al patrimonio, a cumplir su rol como inversión adicional. Dentro de la natural molestia que nos da a todos brindarle ventajas a quienes evadieron, este blanqueo es una medida novedosa en sus aspectos, pero es algo que se ha venido haciendo en otras oportunidades sin levantar quejas de otro tipo.

–¿Y por qué ahora es un tema tan sensible?

–G.: El blanqueo deja entrever algo fundamental. Es una clara muestra de que el Gobierno no piensa hacer una megadevaluación. Esto no es algo menor. Levanta la ira de quienes quieren una corrección cambiaria.

–B.: También aparece una cuestión política. En un año electoral, cada uno toma el discurso para llevar agua para su molino. Más allá de eso, el mensaje del blanqueo es que se usarán todas las herramientas para no cambiar el objetivo político, justo cuando el Gobierno enfrenta un momento de turbulencia y es tironeado para que tome otras salidas.

–¿Cuál es la situación respecto de la demanda de inversiones?

–G.: La argentina viene de un ritmo de inversiones en 2002 del orden del 13 por ciento del PBI. Fue creciendo año tras año, tuvo un bajón en 2009, volvió a recuperar rápidamente y en 2011 llegó al 24,5 por ciento. El año pasado evidenció cierta moderación.

–¿Qué pasó?

–G.: La crisis internacional. Muchas veces de forma intencionada se le resta importancia. Esa crisis internacional significa que cada país quiere comprar menos y vender más. Para comprar menos reducen las condiciones de consumo, o sea las capacidades de demanda que tiene su propia población. Esto lo demuestra de forma clara el caso europeo. Además, para vender más están dispuestos a exportar a precios de remate su producción manufacturera. Nosotros no podemos entrar en esa corriente, aceptando esa circunstancia, porque significaría que empezamos a bajar el eje central de la política económica: el empleo.

–¿Qué tan importante es la “estabilidad” de las variables macro?

–G.: Es importante tener estabilidad para que la inversión alcance la rentabilidad más alta posible. Pero, para quienes estamos detrás de políticas económicas no convencionales, lo que realmente importa es el empleo. La inflación uno desea que baje, es importante que baje, pero no es el eje de la economía. Esa es una diferencia ideológica importante. Si vos estás enamorado de la estabilidad tenés que tomar medidas que consisten en el ajuste, en aumentar las tasas de interés, reducir el consumo, con lo cual no podés hacer por ejemplo las paritarias. Este es un gobierno que en 10 años viene cumpliendo con paritarias. Son más de mil y pico de convenios colectivos anuales. Y todos sabemos que los aumentos que obtiene cada sector permiten ir mejorando la distribución del ingreso. Claro que quedan problemas no resueltos, como es la presencia de una masa importante de asalariados no registrados. A ellos no les llegan en la misma proporción las mejoras de los aumentos salariales.

–¿El mercado laboral perdió dinamismo?

–G.: Hay que darle un poco de tiempo. Estamos saliendo de una situación muy difícil. No se entiende cómo algunos pretenden hacer creer que se puede estar años y años sin que pase nada.

–¿Qué piensan de los controles de precios y de Mirar para Cuidar?

–G.: Se escuchan muchas críticas. Algunos dicen que es ineficiente. Pero lo cierto es que transitamos otra época. Yo me maravillo y asombro de cómo se hicieron determinadas cosas en los últimos años. Se pudieron nacionalizar las jubilaciones y en el mismo mes todos esos jubilados que estaban en las AFJP y pasaron al Estado cobraron los haberes. Hace 15 años nos decían que eso no se podía hacer. Tampoco podíamos poner en marcha el subsidio a los chicos. Y en dos meses estaban cobrando tres millones de chicos (o de familiares). El punto es que lo mismo ocurre con el control de precios. Hoy existen muchas herramientas para ponerlo en marcha. Además, el acuerdo principal es con supermercados. Eso implica que ya hay un núcleo determinado con dirección, domicilio, jefe, que saben que van a ser controlados.

–¿Cómo impacta para los que reciben ingresos fijos?

–G.: El acuerdo de precios se hace en un momento en que el incremento de los precios internacionales de las materias primas sigue en aumento. Está cerrando la soja por arriba de 550 dólares. Hay que tomarlo en cuenta. Aumentan los precios internacionales de los alimentos. Aumentan los precios locales de los alimentos. Aumenta el costo de vida. Eso implica peores condiciones para los más desfavorecidos. Frente a ese escenario, lo más increíble es que algunos encima quieren agregar una devaluación. Esos que pretenden “corregir” en nombre de la competitividad no tienen escrúpulos sobre las consecuencias de devaluar.

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