ECONOMíA › OPINION
› Por Alfredo Zaiat
La compra del 22,6 por ciento del paquete accionario del control de Telecom por el financista mexicano residente en Nueva York David Martínez revela tres cosas. Una, existe interés de inversores extranjeros en Argentina pese a lo que afirman nostálgicos de las crisis y el ajuste. Dos, el gran empresariado nacional sigue ausente como sujeto económico dinámico del capitalismo local. Tres, si bien la Anses es accionista pasivo al poseer el 25 por ciento del capital de esa telefónica, el Gobierno dejó pasar la oportunidad de que el Estado ingrese en forma inmediata como operador directo en un sector estratégico del desarrollo mientras maduran las inversiones de Arsat.
David Martínez maneja el fondo de inversión internacional Fintech, especializado en intervenir en reestructuración de deuda de compañías con problemas financieros. Así desembarcó en Cablevisión del Grupo Clarín quedándose con el 40 por ciento del capital de la principal empresa de televisión por cable del país. Ahora con 960 millones de dólares se quedó con la mitad del área de la telefonía fija con 4,7 millones de líneas, un tercio del mercado de la móvil con Personal que concentra 19,9 millones de clientes y el 30 por ciento del negocio de conexión a Internet con Arnet, con 1,7 millones de abonados. Con 16.660 empleados, Telecom contabilizó ventas por 19.827 millones de pesos en los primeros nueve meses de este año, 23,7 por ciento más que en igual período de 2012. La utilidad neta fue de 2361 millones de pesos, 22,8 por ciento más. Esa ganancia es equivalente a unos 400 millones de dólares. El balance del tercer trimestre muestra que el negocio de la telefonía móvil representa el 59,3 por ciento de las ventas totales, al sumar 11.762 millones de pesos.
La mexicana CNNexpansión, del grupo Expansión empresa de Time Inc., publicó varios artículos construyendo el perfil de David Martínez Guzmán, financista hasta ahora de muy bajo perfil. A mediados de la década del ’70 dejó su Monterrey natal al terminar la secundaria para viajar a Roma. Durante seis meses estudió filosofía antigua, mundo medieval y ciencia moderna en la universidad católica Ateneo Pontificio Regina Apostolorum, de los hoy controversiales Legionarios de Cristo. Regresó a Monterrey y se inscribió en la carrera de Ingeniería Electrónica en el Tecnológico de Monterrey. Después de graduarse viajó a Boston para estudiar un MBA en Harvard. Trabajó en el Citibank y la historia de guión de película sobre el origen de su fortuna dice que en 1987, con 300.000 dólares que le prestó su abuela, fundó Fintech Advisory. Construyó su fortuna invirtiendo miles de millones de dólares en reestructuraciones de deudas de empresas y países. En México se lo conoce por el rescate financiero del conglomerado industrial Cydsa, de la fábrica de vidrio Vitro y por la compra de Cablecom, empresa de televisión por cable. La Argentina es una sus operaciones más destacadas. Además de quedarse con el 40 por ciento de Cablevisión en 2006, antes, en 1994, había comprado directamente del gobierno argentino bonos de deuda por 834 millones de dólares. Siete años más tarde esos papeles fueron defolteados. Ingresó en el primer canje de deuda en 2005 entregando esos bonos a cambio de otros por un valor de 247 millones de dólares. Afirman que de 2004 a 2006 también estuvo comprando unos 700 millones de dólares de bonos defolteados pagando por ellos apenas 100 millones de dólares. “Fintech fue uno de los grandes participantes del canje de 2005”, escribió William Dahill, abogado del buffet de abogados estadounidense Wollmuth Maher & Deutsch que representa a David Martínez, en un texto legal presentado entonces en Nueva York.
Fintech Advisory Inc. en Nueva York, con sede en el 375 Park Ave. Ste. 3804, difundió un comunicado de prensa anunciando la operación de compra de Telecom con la siguiente declaración de Martínez: “Telecom Argentina es una empresa de telecomunicaciones independiente de clase mundial que siempre ha prestado servicios de excelencia a sus clientes. Mirando hacia adelante, vemos tremendas oportunidades de crecimiento en el mercado argentino y continuaremos comprometidos con un importante programa de inversión para aprovecharlas”.
El último balance de Telecom presentado en la Bolsa de Comercio de Buenos Aires destaca como perspectiva del negocio que el crecimiento de la telefonía fija “seguirá en línea con la evolución de los últimos años fuertemente influenciada por la madurez del mercado”; “en el negocio de Banda Ancha Arnet continuará posicionada para seguir capturando las oportunidades que el mercado ofrece”; “se prevé que la operación móvil expanda su base de suscriptores a tasas menores a las verificadas en los últimos años”; y en relación con Internet móvil, estima que puede continuar ganando “mayor presencia en nuestra base de clientes especialmente gracias al liderazgo de Personal en la comercialización de smartphones”.
La venta de una empresa de telefonía muy rentable, que opera en la mitad norte del país con forma monopólica en la telefonía fija, en una actividad dinámica y con participación dominante en el mercado es un hecho significativo. Lo es no solamente porque haya empresarios del exterior dispuestos a destinar casi 1000 millones de dólares para adquirir una empresa argentina, sino por la exhibición con crudeza de la debilidad de la denominada, con generosidad, burguesía nacional. La ausencia de vocación para manifestar al menos la posibilidad de desembarcar en Telecom es una señal por dónde pasa el interés de los empresarios locales con más fortunas.
El mismo día que se conoció el reportaje de David Martínez al diario de finanzas The Wall Street Journal, donde ponderó las posibilidades de crecimiento argentino, los principales representantes de las cámaras empresarias se reunieron a almorzar en el Palacio Duhau. Martínez afirmó al TWSJ que “Argentina presenta increíbles oportunidades de crecimiento a largo plazo, en mi opinión las mayores en América latina. Hay un valor enorme en la empresa. Claramente, los títulos argentinos están deprimidos, pero el potencial es abrumador”. Mientras, representantes de las dos grandes asociaciones de bancos privados (nacionales y extranjeros), de la Cámara de la Construcción, la Sociedad Rural, la Unión Industrial y Asociación Empresaria Argentina (AEA), esta última conducida por Héctor Magnetto (Clarín) y Paolo Rocca (Techint), se reunieron para convencerse de que el Gobierno atenta contra la inversión privada.
El traspaso del control de Telecom de los italianos a manos de un financista extranjero, más allá de si Martínez es más o menos amigo del Gobierno, es la muestra de la existencia de una burguesía nacional fallida, condicionamiento para cualquier política económica de desarrollo e inclusión social. También refleja un Estado que por un lado no ha podido orientarla-exigirle un mayor compromiso inversor, para desviarla de su rasgo rentista y fugadora serial de capitales, y por otro, que no ha avanzado en regulaciones para preservar actividades estratégicas, como las telecomunicaciones, para el capital nacional. Y si éste no tiene interés en ocupar ese lugar, generar las condiciones regulatorias y de legitimidad social para que el Estado pueda tener un papel directo relevante, como el que hoy tiene en el rubro energético con YPF.
Esos 960 millones de dólares son equivalentes a los que el Banco Central pierde en sólo un mes por el turismo de clases acomodadas. La experiencia en la petrolera nacional YPF, como en AySA con el servicio de aguas y cloacas, en el Correo o en Aerolíneas Argentinas, refleja que sólo el Estado invierte para una profunda expansión de sectores estratégicos, ya sea para recuperar el autoabastecimiento energético, para brindar servicios esenciales a la población o para interconectar ciudades en un territorio extenso como Argentina. Entre otros aspectos estructurales de inversión, proveedores nacionales y desarrollo tecnológico local, el Estado hubiese podido actuar con Telecom estatal como empresa testigo para evitar los actuales abusos a los consumidores de las telefónicas y prestadores de conexiones a Internet. Teniendo en cuenta además la brusca presentación en el escenario económico local de la restricción externa, se requiere de decisiones estructurales con mirada estratégica sobre el flujo de divisas futuro. La inversión extranjera asegura que habrá presiones sobre el mercado cambiario al momento de la remisión de utilidades.
A través de Arsat, el Estado ya destinó 2600 millones de dólares en el tendido de una red de fibra óptica en todo el país, que aún falta completar y no está funcionando. Esa red es parte del diseño de una amplia política de telecomunicaciones que hará eje en la provisión de conectividad a través de fibra óptica, la utilización de las frecuencias 3G para brindar servicios de telefonía celular, la bajada de contenidos para la televisión digital abierta y la gestión y la puesta en órbita de satélites de comunicaciones. La compañía estatal Arsat es el centro de gravedad de esa estrategia. Telecom hubiese podido ser una pieza relevante en esa política de planificación e intervención estatal en el estratégico mercado de las telecomunicaciones.
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