Sáb 02.03.2002

ECONOMíA  › PRIMERA PROPUESTA DEL ESTABLISHMENT FINANCIERO PARA CONDICIONAR LA ASISTENCIA DEL FMI

El plan para extranjerizar el gobierno argentino

El asesor dilecto de los bancos de inversión, Rudi Dornbusch, propone intervenir el gobierno argentino con un equipo de extranjeros que asumiría el manejo de áreas críticas como el control del gasto público, la emisión de pesos y la administración tributaria.

› Por Maximiliano Montenegro

Un equipo extranjero debería intervenir el gobierno argentino y asumir el manejo en áreas críticas como el control y la supervisión del gasto público, la impresión de dinero y la administración tributaria. Recién después de “ceder temporariamente su soberanía” en esas áreas, el Fondo Monetario debería asistir financieramente al país. Los desembolsos irían llegando a medida que un “comisionado general” con residencia en el país, de quien dependerían todos aquellos instrumentos del Estado argentino, fuera autorizándolo. No es un chiste. Esa es la propuesta de ocupación de la Argentina que acaba de lanzar al ruedo en los círculos financieros internacionales el economista Rudiger Dornbusch, profesor del Massachusetts Institute of Tecnology (MIT) y cotizado asesor de los principales bancos de inversión. “Alguien tiene que manejar el país con mano firme; una dictadura no sería creíble ni deseable”, advierte, en tono democrático. Y alerta que “más dinero del FMI sin una profunda intromisión extranjera para cambiar las reglas de juego no evitará la autodestrucción” del país.
Dornbusch es un viejo conocido de los ministros de Economía de la última década. Con idas y vueltas, como todo consultor de la city, avaló la convertibilidad de Cavallo y al propio DC en sus buenos tiempos; fue un ferviente defensor de Roque Fernández; y descreyó desde un principio de Machinea y de la segunda versión de Cavallo, porque entonces su candidato, como el de todo el establishment financiero internacional, era Ricardo López Murphy, con quien suele entablar por estos días extensas conversaciones telefónicas. En las épocas doradas de la convertibilidad con peso sobrevaluado llegó a cobrar hasta 40.000 dólares (siempre billete) por conferencia empresarial en Argentina, sin incluir pasajes y viáticos, por supuesto. De esas charlas facturó, por lo menos, una docena. Rudi, como él mismo firma sus documentos, suele nutrir el pensamiento más reaccionario de los ejecutivos de los bancos de inversión extranjeros, los mismos que desde Nueva York ganaron fortunas en los noventa, cabalgando en el “riesgo país” para cobrarle tasas siderales al gobierno argentino. Hoy está convencido de que los argentinos ya no son capaces de salvarse por sí solos. Y lo expresa, crudamente, en un “paper” –escrito hace dos días junto a su colega del MIT Ricardo Caballero– titulado: “Argentina: un plan de rescate que funcione”.
Dornbusch no se anda con vueltas. “La verdad es que Argentina está quebrada. Quebrada económica, política y socialmente”, explica. “Argentina es como las economías europeas a principios de los años 20, no un país con un problema de liquidez que necesita un año duro para volver a estar de pie como Corea, México y Brasil”, agrega. Sin ahondar demasiado en que la crisis europea de los años 20 desembocó en el nazismo, Rudi asegura que “es tiempo de ser radical” (obviamente, no está recomendando afiliarse al partido de De la Rúa y de Alfonsín).
Invasión
Así explica su propuesta:
- “El resto del mundo debe proveer de apoyo financiero a Argentina. Pero lo debe hacer condicionado a la aceptación por parte de Argentina de reformas radicales y que manos extranjeras asuman el control y supervisión del gasto público, la impresión de dinero y la administración tributaria.”
- “Una ruinosa batalla distributiva se está llevando a cabo entre trabajadores y ricos, aquellos que están atrapados por el cierre de los bancos y aquellos que tienen su dinero en Miami, entre las provincias y Buenos Aires, entre los sindicalistas y los hombres de negocios... Argentina está siendo canibalizada por este conflicto”, dice alarmado.
- “Los argentinos deben entender que sin asistencia masiva e intromisión externa no pueden salir de este desastre”, señala.
- “Como todo el mundo piensa –generalmente con razón– que todos los otros son egoístas y corruptos, no hay pacto social que pueda alcanzarse. Sin pacto social, la canibalización diaria del capital social y económicocontinúa. Hay consecuencias todavía más horrorosas en el horizonte”, vaticina el gurú amigo de López Murphy y de Carlos Rodríguez, ex vice de Roque Fernández y titular del ultraliberal CEMA (Centro de Estudios Macroeconómicos de la Argentina).
- De esta manera, llega a la conclusión de que “Argentina debe resignar la soberanía de su administración monetaria, fiscal y regulatoria por un período determinado, digamos cinco años”.
- “Esto no es inaudito”, aclara. Y recuerda la intervención de la Liga de las Naciones en Austria, al finalizar la Segunda Guerra Mundial y la anexión a Alemania por parte del nazismo. Entonces un “comisionado general”, que respondía a las naciones aliadas, se encargó in situ de organizar la economía del país, que recién logró volver a funcionar como Estado independiente el 26 de octubre de 1955, diez años después de concluida la guerra. El poder de este comisionado radicaba en su control del desembolso de los préstamos.
- “¡Funcionó!, exclama el economista norteamericano con acento alemán. “Y es lo que debe aceptar Argentina”, confirma.
- “Un comité de experimentados banqueros centrales debería tomar control de la política monetaria en Argentina.” En tanto que “los nuevos pesos no deberían ser impresos en suelo argentino”.
- “Otro agente extranjero es necesario para verificar la performance fiscal y firmar los cheques de la Nación a las provincias.”
- También sugiere “una privatización masiva de puertos, aduanas y remover otros obstáculos claves de la productividad”. Por supuesto, para comandar este proceso recomienda “otro experimentado agente extranjero”.
-Finalmente, Dornbusch dice que una vez que el comité de banqueros extranjeros tomara control del Banco Central, habría que moverse rápidamente –”ayer”– a un nuevo plan de convertibilidad “temporario” a la relación 2 pesos por dólar; levantar el corralito y dejar que “el FMI y que los inversores financieros internacionales decidan qué banco apoyar y cómo... Es su dinero, después de todo”, argumenta.
Con este plan, Argentina ofrecería repentinamente un “nuevo look”, “fresco y alentador”. “El capital extranjero cambiaría rápidamente su visión del país; podría haber esperanza de nuevo”, se entusiasma. Y a esta altura no hace falta que aclare “esperanza” para quién.
Pero no hay duda de que Argentina tendría así un “nuevo look”.

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