José Alencar es el vicepresidente de Lula da Silva y, a la vez, aparece como el accionista mayoritario de una empresa fabricante de toallas. Esta condición está a punto de generar un conflicto comercial de primer nivel entre Brasil y la Argentina. Ayer, industriales del sector denunciaron ante Julio De Vido, ministro de Planificación, que la compañía del vice de Lula está inundando con sus productos al mercado argentino. En julio colocó aproximadamente la mitad del volumen de toallas vendido en los comercios argentinos.
El consumo de toallas asciende a unas 400 toneladas mensuales, alrededor de 1,2 millón de unidades. De ese total, durante julio ingresaron 347 toneladas desde Brasil, según calcularon los empresarios del sector, casi todo el volumen que en un mes compran los argentinos. Aproximadamente la mitad de esas importaciones fueron embarcadas por la empresa Toalia. Esta compañía forma parte del poderoso grupo económico brasileño Coteminas, del cual el vicepresidente Alencar es el principal accionista. La participación de Toalia creció al 64 por ciento del total de importaciones del producto en la primera quincena del mes pasado: llevaba colocados 73.386 kilos de toallas.
La protesta empresaria fue encabezada por la flamante Fundación Pro-Tejer, que reúne a toda la cadena del sector textil. Su titular, Aldo Karagozian, le reclamó ayer al ministro De Vido imponer barreras a la importación de productos. En diálogo con Página/12, Carlos Basaldúa, de Alpargatas Textil, acusó una “permanente agresión” por parte de Brasil.
La entrada de productos desde el país vecino se aceleró con el transcurso del año. En sentido contrario, las ventas argentinas fueron cayendo. Ambos procesos desembocaron en que, tras cuatro años, la Argentina muestre un déficit comercial con el socio principal. Y tienen directa relación con el ciclo recesivo por el que atraviesa la economía brasileña. Justamente, Brasil anunció ayer que el mes pasado logró el mayor superávit comercial de su historia: 2674 millones de dólares. Argentina se convirtió en el segundo mejor cliente de Brasil, ubicándose detrás de los Estados Unidos.
Algunos datos son elocuentes del fenómeno. En la primera parte del año, las ventas brasileñas de fibras vegetales se triplicó, lo mismo que las de fibras sintéticas. El ingreso de tejidos de punto se multiplicó por cinco con respecto a lo ocurrido en 2002. Otros sectores perjudicados por el aluvión brasileño son el de calzados y el de maquinaria agrícola.
Los empresarios argentinos ya habían protestado ante el embajador en Brasilia, Juan Pablo Lohlé, y ante el secrecretario de Industria, Alberto Dumont. Una delegación llegó ayer a las oficinas que De Vido tiene en el piso 11 del Palacio de Hacienda.
Desde su asunción, Néstor Kirchner impulsó distintas medidas ante la administración Lula. Incluso fue uno de los temas que ambos mandatarios abordaron el mes pasado cuando se encontraron en Paraguay. Los cancilleres Rafael Bielsa y Celso Amorim acaban de rubricar un memorándum comprometiéndose a analizar medidas de protección.
Según trascendió desde despachos oficiales, Lula podría imponer cupos a las ventas de productos brasileños hacia la Argentina. A cambio, pretende que Kirchner ponga trabas al ingreso de mercadería desde fuera del Mercosur. Se menciona la posibilidad de colocar un arancel de 14 por ciento al ingreso de bienes de capital, que actualmente es libre.
No bien Kirchner se calzó la banda, el Gobierno propuso también un mecanismo de compensaciones por el cual el socio que muestre un rojo en su balanza comercial debía pagarle “cuotas” al otro. El análisis de este tema será retomado el mes que viene. Todo sea para evitar la guerra de las toallas y frenar la recuperación que venían mostrando algunos sectores industriales.