ECONOMíA
“No vamos a seguir las recetas que ya nos llevaron al fracaso”
Néstor Kirchner les pegó duro a quienes le critican la falta de un plan. Fue a la Bolsa de Comercio para castigar al neoliberalismo de los ‘90.
› Por Raúl Dellatorre
Néstor Kirchner eligió prolijamente la fecha, el lugar, la concurrencia y las palabras para responderles a los críticos neoliberales que le cuestionan al Gobierno la supuesta ausencia de un plan económico. “Vemos que algunos economistas y periodistas critican que no hay plan, piden que se explicite un plan a la vieja usanza, porque eso es lo que esperan los capitales para volver”, lanzó ayer el Presidente de la Nación. “Lo que están reclamando es un plan a la medida de sus mandantes”, los acusó, levantando apenas el tono de voz. “No están conformes, porque están frente a un Presidente que no será gerente de los negocios de sus mandantes”, disparó inmediatamente en tono más enérgico, despertando aplausos aislados, en el primer momento, luego acompañados por el resto de la concurrencia. Sorprendente, dada la circunstancia: el lugar era nada menos que el viejo recinto de la Bolsa de Comercio, la concurrencia estaba compuesta por empresarios de las firmas que cotizan en ese mercado, por directivos del sector de telecomunicaciones y por socios, en general, de la institución anfitriona.
“Somos pocos y nos conocemos mucho”, señaló en el párrafo inmediato de su alocución Kirchner, buscando complicidad con quienes lo escuchaban para identificar a quiénes estaba referido el embate. “No nos incomoda que sigan creyendo en la política del derrame o en las recetas del Consenso de Washington: lo que reclamamos es un poco de honestidad para reconocer que esas políticas de Estado son las que nos hundieron en la miseria”, dijo para no dejar dudas.
Para el Presidente fue una jornada de definiciones fuertes. Empezó en Entre Ríos, al mediodía, donde en un acto junto al gobernador Sergio Montiel había lanzado los primeros dardos contra “el proyecto neoliberal, que dejó muchísimos heridos y excluidos en la Argentina”. Se había comprometido a participar al caer la noche en el cóctel de celebración del Día de la Industria en la sede de la UIA (ver aparte), pero pasó antes por el antiguo edificio de la Bolsa, en Sarmiento y 25 de Mayo. Emblema del capital especulativo que reinó durante los ‘90, la institución fue la que les marcó de alguna forma el rumbo a quienes gobernaron bajo el signo del neoliberalismo, por aquello del “humor de los mercados”. Ese fue el lugar que eligió ayer Kirchner para sacar sus golpes más certeros.
El fuerte tono político del discurso presidencial dejó en segundo plano el anuncio de la creación de un fondo de inversión para la reconstrucción del Complejo Industrial Nacional de las Telecomunicaciones, leitmotiv de la convocatoria. Las máximas autoridades de Telefónica, Telecom, Movicom y otras firmas del sector, sentadas en la primera fila, vieron cómo se les diluía el rol protagónico y se mimetizaban con la claque obligados a aplaudir, incluso, algún palo que también parecía incluirlos entre los destinatarios. Como, por ejemplo, cuando Kirchner se refirió a “esos raros capitalistas que no creen en la competencia ni en el consumo masivo, que prefieren los monopolios y la reducción de salarios, que quieren funcionarios y órganos regulatorios a la medida de sus intereses”.
Por supuesto, el Presidente no dejó afuera de sus críticas al Fondo Monetario, aunque no necesitó nombrarlo. “Contribuyeron al diseño del modelo, mientras el mundo fue testigo de su satisfacción por las políticas que aquí se aplicaban, llegando a tomar a la Argentina como el buen alumno” a imitar, repasó. “Es necesario que tengamos buena memoria –reclamó Kirchner–: la estatización de la deuda, el Plan Brady, el blindaje, el megacanje, políticas para una deuda externa y eterna que fueron presentadas como la única vía posible: única vía a la exclusión, el oprobio, la vergüenza, la quiebra económica y la miseria.”
“No vamos a aceptar las mismas recetas que nos llevaron al fracaso”, advirtió el Presidente, el mismo día que una nueva misión del Fondo arribaba al país. “Sólo asumiremos objetivos cumplibles y metas de superávit fiscal que nos permitan cumplir racionalmente con los compromisos internacionales”, precisó. “Vamos a mantener el más alto nivelde inversión pública sin poner en riesgo el equilibrio de las cuentas públicas”, subrayó además. Y anunció inmediatamente un conjunto de objetivos y políticas referidos al impulso que se le dará al crecimiento a través de la inversión pública. “A ellos esta política no les gusta, se ponen histéricos cuando se habla de inversión hecha por el Estado; pero no vamos a aceptar imposiciones que hundan la recuperación económica. Ellos no se van a hacer cargo de la corrupción, de la exclusión y de la destrucción –señaló finalmente–, como si nada tuvieran que ver con esas políticas de Estado de los ‘90.”