Mar 05.03.2002

ECONOMíA  › OPINION

Liquidación de bancos

› Por Alfredo Zaiat

Ayer tendría que haberse abierto el corralito. Se cumplieron los 90 días fijados en su momento por Domingo Cavallo como plazo de semicongelamiento de los depósitos. Como se sabe, esa promesa del defenestrado mediterráneo quedó en la nada, compromiso que ya desde el primer día se sabía incumplible. En lugar de la liberación del dinero, ahora otro ministro anunció el canje opcional de plazos fijos encarcelados por bonos, trueque que en la práctica reprograma los vencimientos de las colocaciones a diez años, pero será el Estado y no los bancos el responsable de su cumplimiento. Esa medida, en la práctica, acelerará el proceso de liquidación del sistema financiero tal como se lo conoce en la actualidad. Si el corralito de Cavallo fue el gatillo que disparó sobre las bases de supervivencia del régimen bancario, al ponerlo en una situación de inviabilidad, el canje de Remes acelera su proceso de liquidación.
El drenaje constante de depósitos, que en los tres meses del corralito alcanza la friolera de 6700 millones, al mismo tiempo que la cancelación de créditos, a un ritmo menor que la caída de las colocaciones pero constante en cuentas que se van saldando, han definido un escenario de agonía para los bancos. La brecha ente retiro de depósitos y cancelación de cuotas o directamente el pago total de créditos en el sector privado fue cubierta por una asistencia financiera extraordinaria por parte del Banco Central de unos 4000 millones en ese período.
Ese ha sido hasta el momento el costo fiscal que asumió el fisco en ese proceso de liquidación, que sumado al auxilio otorgado en el lapso precorralito, totaliza más de 15 mil millones. Esa suma entregada a los bancos a cambio de activos (bonos públicos y cartera de créditos) implica, en definitiva, una estatización de facto del sistema bancario, ante el deterioro y la dificultad que tendrá el Banco Central para recuperar ese dinero. Así, el Estado se ha convertido en socio pasivo de bancos en camino de desaparición.
En esa dinámica de liquidación y estatización de hecho del sistema, el canje de bonos públicos por plazos fijos, en el lado del pasivo de los bancos, al tiempo de recuperar el Estado como contrapartida préstamos garantizados surgidos del Canje Fase I de la deuda, por la columna del activo de las entidades, acelera ese proceso de disolución. Culminada esa operación varios bancos estarán técnicamente quebrados, otros no tendrán razón para seguir con las puertas abiertas y algunos verán reducida a su mínima expresión su actividad. ¿Cómo funciona una economía casi sin bancos?

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