Sáb 20.09.2003

ECONOMíA

Ultimas presiones antes del menú de ofertas para los acreedores

Anne Krueger, representante de Estados Unidos en el staff del Fondo, expresó su “optimismo” respecto de un acuerdo entre la Argentina y los acreedores en no más de seis meses. Pero advirtió que si no hay una coincidencia entre ambas partes, “tampoco hay plan B”.

El Fondo Monetario prevé un rápido acuerdo entre el gobierno argentino y los acreedores privados. No más de tres a seis meses, según aventuró ayer la enérgica número dos del FMI, Anne Krueger. “Hay optimismo en ambas partes. Tendrían que darse circunstancias muy difíciles para que no se alcance un acuerdo en los tres o seis primeros meses (de negociaciones)”, apuntó la dirigente a sólo 24 horas del inicio de la convención anual del Fondo y el Banco Mundial. “No tenemos un plan B”, completó. El pronóstico de que la Argentina logrará la reestructuración de sus 100.000 millones de dólares de deuda en default entre enero y abril de 2004 podría interpretarse como una renovada presión del FMI para que la administración Kirchner cierre el acuerdo con los acreedores privados lo más rápido posible.
En estas horas decisivas, la cúpula del FMI decidió una marca a presión sobre la Casa Rosada. Anteayer, el economista jefe del organismo, Kenneth Rogoff, advirtió que si se dilataban las conversaciones con los acreedores, el crecimiento de la Argentina correría riesgo de frenarse. “No tenemos un plan B. Les interesa tanto a la Argentina como a los acreedores alcanzar un acuerdo”, dijo ayer Krueger. “No puedo imaginar que no lo logren”, añadió.
Fue en ese momento que previó que no creía que “necesariamente se vaya a llegar a un acuerdo la primera vez que las partes conversen brevemente, aquí en Dubai”, sino que las negociaciones se extenderán entre tres a seis meses. En otro tramo de la conversación entre la señora K y los periodistas, la subgerente del Fondo mencionó que el convenio entre las partes podría firmarse “a mediados de 2004”. Y que desconocía el contenido de la propuesta que llevó Lavagna a Dubai.
La ciudad de Dubai, en los Emiratos Arabes Unidos, fue la elegida por el Gobierno para presentar su propuesta de reestructuración. “Veremos caras largas en distintos idiomas”, se anticipó Lavagna hace un par de semanas cuando imaginó la repercusión que tendría el plan argentino entre los acreedores. El programa se difundirá pasado mañana a las 9 de la mañana (4 de la tarde en Dubai) en un hotel contiguo al que se utilizará para la asamblea del FMI y del BM. En forma paralela, Alberto Fernández, jefe de Gabinete, concurrirá al Congreso. A las 10 tiene previsto presentar la propuesta a los legisladores. A su vez, el Palacio de Hacienda distribuirá el comunicado oficial con los detalles “punto por punto”.
Así como el FMI salió a jugar decididamente a favor de los acreedores, hubo otros actores del mundo de las finanzas que hicieron lo propio. Algunos casos fueron llamativos. Como el de la calificadora de riesgo Standard & Poor’s. Esta agencia estadounidense, que quedó desacreditada tras las sucesivas crisis en distintas partes del mundo, también se sumó ayer al coro de advertencias que preanuncian graves consecuencias para la Argentina en caso de que se incumplan ciertas pautas. Diana Mondino, directora de S&P para América latina, reclamó “un mayor esfuerzo” al gobierno de Kirchner para pagar la deuda. De lo contrario “comprometerá su crecimiento futuro. No sólo habrá dificultades ahora sino que seguirán por años y años”, advirtió. Mondino, como si fuera ajena a los graves desaciertos que las calificadoras mostraron durante las últimas crisis, alertó que un pacto con los acreedores será difícil si el Gobierno no revisa las prioridades en el Presupuesto 2004 y destina una mayor cuota al cumplimiento con los inversores en bonos de la deuda.
Los acreedores, en tanto, demostraron su enojo. Roberto Kutrianski, representante de bonistas de Nueva York, consideró “unilateral y muy agresiva” la postura del gobierno argentino. Y ante la posibilidad de que la oferta de Lavagna sea una quita de entre 70 y 80 por ciento de la deuda, Kutrianski respondió: “Una quita del 90 por ciento sería un desastre para los acreedores, pero una quita del 5 por ciento no sería sostenible para el país”. Por las dudas, antes de emprender viaje a Asia, un alto funcionario de Economía ya alertó que los acreedores que no se sumen a la reestructuración tampoco cobrarán.

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