ECONOMíA › EXCLUSIVO LA LISTA DE LAS PRINCIPALES EMPRESAS QUE GIRARON AL EXTERIOR DOLARES PARA DISTRIBUIR UTILIDADES
El 2014 terminará con transferencias por 1700 millones de dólares, casi 25 por ciento más que el 2013. Las divisas son aportadas por el Central. Pese a los pronósticos alarmistas, el stock de reservas se mantiene. Más dólares entregados para atesorar y para viajar.
› Por Alfredo Zaiat
Un listado de las operaciones cursadas a través del Mercado Unico de Cambio con las utilidades y dividendos de empresas girados al exterior revela que al 6 de octubre de este año el monto por ese concepto ascendía a 1293 millones de dólares, y quedaban pendientes 384 millones ya autorizados hasta fin de 2014. El ranking es liderado por Minera Alumbrera, con 178 millones de dólares, seguida por Chevron Argentina, 61,6; Cerro Vanguardia, 48,6; Siderar, 41,1; Peugeot Citroën, 36,5 Massalin Particulares, 36,0; Acindar, 34,9 millones de dólares. Siderca también remitió 30,5 millones que sumados al giro de Siderar totaliza para el Grupo Techint 71,6 millones de dólares, con un saldo adicional de 6 millones para esa segunda compañía hasta fin de año. Casi 200 empresas han estado enviando dólares al exterior por ganancias generadas en el mercado local, un 23 por ciento más que en los primeros diez meses del año pasado. Estos montos, que en el acumulado será de unos 1700 millones de dólares en 2014, muestran que las grandes firmas siguen contabilizando importantes utilidades que comparten con sus accionistas, y además que no es tan rígido el régimen de administración de divisas que en el mercado lo asocian con un instrumento de tortura de cuatro letras.
En un año de estancamiento económico, dos corridas cambiarias, una devaluación brusca en enero y habituales pronósticos de crisis del elenco estable de economistas del establishment, el nivel de las reservas del Banco Central permitieron aumentar el abastecimiento de dólares para que las empresas giren utilidades al exterior. También facilitaron la compra de dólares para ahorro y para viajes al exterior. Desde fines de enero, cuando el equipo económico flexibilizó el acceso a dólares para atesorar, 2343,6 millones fueron comprados mayormente por trabajadores en relación de dependencia de sueldos medios y altos, mientras que por viajes al exterior la AFIP aprobó operaciones por 430,0 millones. Por esos tres rubros (utilidades, ahorro y turismo), más de 4500 millones de dólares salieron de la cuenta del Banco Central y el stock de reservas no se derrumbó como pronosticaban/deseaban analistas de la city. En relación al nivel de principios de año (30.599 millones de dólares), sólo descendió 2481 millones, apenas el 8,1 por ciento en un contexto desfavorable en el sector externo por caída del comercio internacional y la permanente campaña de desestabilización de los fondos buitre.
A ese mayor desembolso de reservas por remisión de utilidades, dólar ahorro y moneda extranjera para viajes, se le adicionan los pagos por importación de energía, la ratificación de la estrategia de desendeudamiento (este año incluyó el acuerdo por el default con el Club de París, con un primer desembolso de 642 millones de dólares) y la cancelación de deuda en términos netos con organismos multilaterales de crédito. La recomposición de las relaciones con el BID y el Banco Mundial encaradas por el Gobierno busca revitalizar líneas de créditos para que, al menos, el balance cambiario con esas instituciones internacionales registre un saldo anual neutro. La administración de divisas para la importación, con mayor dedicación en los sectores automotor y electrónica de Tierra del Fuego, el swap de monedas con China y la colocación de bonos atados a la evolución del tipo de cambio oficial colaboraron para cuidar el actual stock de reservas, que pese a las corridas sigue en niveles adecuados para mantener el control de la política económica.
Existe un marco de inquietud por la disponibilidad de divisas en una economía con restricción externa definida por una estructura productiva desequilibrada (el complejo agrario proveedor de dólares y la industria deficitaria y demandante de esos dólares). En ese terreno de incertidumbre existe espacio para el despliegue de presiones devaluacionistas y sobre las reservas del Banco Central. Pese a la exacerbación de esas tensiones, promovidas desde los sectores financiero, complejo exportador y rentista dolarizado, la última corrida cambiaria logró aplacarse por la decisión política de reasumir el control del mercado cambiario por parte de las autoridades correspondientes. El Banco Central obligó a las entidades financieras a subir la tasa de interés para el pequeño y mediano ahorrista y fortaleció su tarea de fiscalización y sanción en colaboración con la Unidad de Información Financiera (UIF) y la Procuraduría de Criminalidad Económica y Lavado de Activos (Procelac). Además definió un acuerdo con los exportadores del agro para normalizar la venta de dólares provenientes de la actual cosecha y para adelantar 1500 millones de dólares del primer trimestre del año próximo. Además la AFIP difundió la denuncia por sobrefacturación de importaciones de Procter & Gamble y el avance de la investigación sobre otras grandes firmas internacionales pretende ser una señal para desalentar al resto de las compañías sobre la tentación de ejecutar maniobras de comercio exterior que deterioran deliberadamente las reservas del Banco Central.
El grado importante de extranjerización de la economía es un factor sensible, puesto que presiona sobre las reservas debido a la demanda de las filiales de envío de ganancias hacia las casas matrices. La evolución de esa variable revela que fue creciendo en forma significativa desde 2003 hasta 2011, con un salto importante en 2008, al acumular 3439 millones de dólares, cuando un año antes había sido de 1725 millones. En 2012, el Gobierno dispuso restricciones a la remisión de dividendos, en algunos casos con regulaciones indirectas, como en el caso de los bancos, al exigir una mayor integración de capital, y en el resto por limitaciones a la compra de dólares. El balance cambiario del Banco Central muestra que en 2003 el giro de utilidades sumó 869 millones de dólares, aumentando año tras año hasta los 4387 millones de dólares en 2011. En los dos años siguientes hubo una abrupta baja a 225 y 1363 millones de dólares, respectivamente. Este año cambiará la tendencia para subir a unos 1700 millones de dólares, nivel similar al del 2007, año del comienzo de la corrida cambiaria permanente que acompaña al período de gobierno de CFK.
La comparación de este monto con el record de 2011 merece algunas precisiones para evitar el humo de confusiones que dispersan los hombres de negocios dedicados a la comercialización de información económica. La salida de divisas en ese año estuvo concentrada en el período abril-noviembre, meses dominados por la más intensa corrida cambiaria del ciclo kirchnerista previo a la elección presidencial, apostando a una brusca devaluación luego de la apertura de las urnas que entregaron la confirmación de la gestión de CFK con el 54 por ciento de los votos. Durante esos meses, el promedio de giro de utilidades se ubicó en unos 500 millones de dólares mensuales.
A diferencia del actual cuadro de remisión de dividendos, en 2011 se concentró en pocas empresas de dos sectores: petrolero y financiero. Las firmas petroleras lideradas por YPF en manos de la española Repsol giraron utilidades por unos 1200 millones de dólares, 27 por ciento del total. Las entidades financieras y cambiarias, en un contexto de un fuerte ataque especulativo previo a las elecciones presidenciales, giraron más de 400 millones de dólares, entre abril y septiembre de ese año, equivalente al 10 por ciento del total. Petroleras con YPF-Repsol y bancos explican el 37 por ciento del monto global de envíos de dólares al exterior en concepto de dividendos. La conducta de los españoles se explica porque operaba con una lógica meramente extractiva para abultar las ganancias de su casa matriz, dinero que lo orientaba a financiar inversiones en otros países. La recuperación del control de YPF para el Estado permitió anular ese factor especulativo en la operatoria habitual de los españoles, aliviando el ataque sobre las reservas por el giro de utilidades y comenzando a reinvertirlas para recuperar el autoabastecimiento energético, que en el mediano plazo también disminuirá las presiones sobre las reservas.
Con los bancos, el régimen de distribución de dividendos en el exterior era muy flexible porque había un Banco Central cuidando excesivamente los intereses especulativos de las entidades. Para aumentar la solidez sistémica y alejar la posibilidad de una crisis bancaria, el BC aumentó a comienzos de 2012 los requisitos de integración de capital que las entidades debían tener previo a la distribución de ganancias. Esta medida disminuyó –sin anular– la capacidad de desestabilización cambiaria de los bancos.
En este año, el giro de utilidades no registrará la concentración sectorial de los años previos a la instalación del nuevo régimen de administración y control de divisas, cuando empresas guiadas por una fuerte carga especulativa intensificaron la fuga de capitales. A partir de las modificaciones normativas formales e informales mencionadas, se observa que la participación sectorial de los giros de utilidades pasó a distribuirse entre una gran variedad de actividades. De la lista de 200 empresas (se publican las primeras 50), con los montos de utilidades enviadas al exterior con dólares comprados en el Mercado Unico de Cambio, las mineras concentran el 17 por ciento del total; las petroleras, 12; entidades financieras y cambiarias, 11; las químicas, 9; las de alimentos y bebidas, 8; las automotrices, 5; y las productoras de metales comunes, 5 por ciento.
Dólares para ahorrar, dólares para viajar, dólares para distribuir dividendos, dólares para comprar en el exterior combustibles, dólares para pagar deuda, dólares para importar bienes y servicios. No son todos los dólares que cada sector desearía, situación dada por una cuestión estructural de la economía argentina. Es precisamente esa restricción lo que reafirma la necesidad de una administración prudente de la distribución de las divisas (reservas del Banco Central) como política fundamental para asegurar el bienestar general.
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