ECONOMíA › LA FILTRACION DE UN EMPLEADO DEL HSBC
› Por Fernando Krakowiak
La denuncia por evasión fiscal que realizó la AFIP contra ciudadanos argentinos con cuentas no declaradas en el Hong Kong Shanghai Bank Corporation (HSBC) de Suiza fue posible a partir de la información que el organismo fiscal obtuvo en septiembre de la agencia tributaria francesa. Sin embargo, la fuente clave en esta historia es Hervé Falciani, un ingeniero en sistemas francoitaliano que en el año 2000 ingresó a trabajar a la filial del HSBC de Mónaco y en 2006 fue trasladado a las oficinas del banco en Ginebra para trabajar en un proyecto que consistía en “migrar” la información sobre las cuentas bancarias a una base de datos más segura. El objetivo del banco evidentemente no se cumplió, porque lo que terminó haciendo Falciani fue filtrar el detalle de 130.000 cuentas a las autoridades francesas, las cuales comenzaron a investigar a sus titulares por evasión fiscal, lavado de dinero y/o financiamiento del terrorismo, despertando el interés de otras agencias tributarias, como las de Estados Unidos, España y Argentina.
Falciani asegura que apenas comenzó a trabajar en el proyecto para fortalecer la seguridad de las cuentas bancarias del HSBC se dio cuenta de que la forma en que se gestionaban los datos favorecía el fraude fiscal. En ese momento, siempre según su relato, le propuso al banco un nuevo sistema informático, el cual fue rechazado. Su próximo paso supuestamente fue informar a las autoridades suizas de la situación, pero éstas no le habrían prestado atención porque el ingeniero pretendía declarar de manera anónima.
En febrero de 2008, Falciani viajó a Beirut junto a una mujer y se entrevistó con varios gerentes de bancos libaneses, presentándose como Ruben Al Chidiak. Según el HSBC, lo que intentó el informático en aquella ocasión fue vender los datos que había obtenido. En marzo de ese año, Beirut alertó a la banca suiza sobre la existencia de una persona que había ofrecido datos reservados de clientes del HSBC de ese país. Recién el 20 de diciembre de 2008, Falciani fue interrogado por ese viaje, pero no se lo detuvo y, al día siguiente, huyó a Francia. Las autoridades suizas insisten en que Falciani quiso vender los datos y como no pudo decidió colaborar con la Justicia de Francia.
“Yo nunca he pedido nada por los datos. Sólo he tratado de ayudar a la Justicia. Estoy harto de escuchar infundios procedentes de Suiza. La Justicia de ese país dice una y otra vez que lo intenté porque es la única manera que tienen de acusarme del delito de espionaje industrial que me imputan. Sólo si demuestran que yo intenté lucrar con la información podrían achacarme ese delito”, aseguró Falciani en una entrevista al diario español El País publicada el 21 de abril del año pasado. Más allá de sus intenciones iniciales, lo cierto es que una vez que llegó a Francia, Falciani fue detenido por la policía de ese país e inmediatamente ofreció la información que tenía disponible sobre los clientes del HSBC. El fiscal francés Eric de Montgolfier confirmó eso y agregó que Falciani en ningún momento pidió dinero a cambio.
El 1º de julio de 2012 Falciani viajó a España y fue detenido por la policía de ese país a pedido de la Justicia suiza. Este ingeniero informático aseguró que viajó a Barcelona, aun sabiendo que lo iban a detener, porque su vida corría peligro en Francia. Una vez allí, también se mostró dispuesto a colaborar con el fisco español. Primero España solicitó los datos bancarios a Francia, país con el que tiene un acuerdo de cooperación fiscal, y una vez que obtuvo el detalle de las cuentas, le pidió ayuda a Falciani para interpretar la información. Suiza reclamó su extradición y lo acusó de cuatro delitos: espionaje financiero, violación del secreto bancario, violación del secreto comercial y apropiación de datos relativos a clientes. No obstante, en mayo del año pasado la Audiencia Nacional rechazó el pedido al argumentar que los delitos de los que se acusa a Falciani en Suiza no están tipificados como tales en la legislación española. La sala concluyó que en el derecho español “no existe una protección penal específica del secreto bancario como tal, y menos tratando su quebrantamiento como un mero delito formal”.
La información que consiguió Falciani resultó clave en el país ibérico. De los 1500 nombres que envió Francia, Hacienda identificó a 659 y pudo recuperar 260 millones de euros aportados por personas que se mostraron dispuestas a “colaborar” cuando la evidencia en su contra se reveló irrefutable, entre ellos el entonces presidente del Banco Santander, Emilio Botín, y su familia. Falciani también fue un informante fundamental del Departamento de Justicia de Estados Unidos, organismo que acusó al HSBC de blanquear dinero de carteles narcos mexicanos y de países como Corea del Norte e Irán. Finalmente, en diciembre de 2012 el banco aceptó pagarle al gobierno de Estados Unidos la cifra record de 1900 millones de dólares para poner fin a la investigación.
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